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MADRID, ESP. Aunque un bebé nazca sano, si durante la gestación ha estado expuesto a determinadas afecciones, como diabetes mal controlada u otras situaciones que sobrecargan el corazón fetal o las derivadas de un crecimiento intrauterino retardado, es necesario disponer de esta información y someterlo a un seguimiento adecuado, ya que la evidencia más reciente vincula estas circunstancias a un riesgo cardiovascular mayor al del resto de los niños.[1]
Este tema se abordó en una mesa de debate celebrada en el marco del 69 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en la que se destacaron los principales avances en el ámbito de la cardiología pediátrica.
La Dra. Lucía Deiros, coordinadora de la Unidad de Cardiología Fetal del Servicio de Cardiología Infantil del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, señaló: «De acuerdo con la evidencia científica más reciente, se puede hablar de un nuevo factor de riesgo cardiovascular con el que algunos niños deberán convivir desde su nacimiento: un entorno fetal determinado. Se sabe que el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular surge de la interacción del riesgo en época prenatal, la infancia y la vida adulta y en este contexto, el entorno fetal puede ser considerado actualmente como un factor de riesgo cardiovascular».
La especialista resaltó a Medscape en español que este «nuevo papel» del entorno fetal como factor de riesgo cardiovascular está respaldado por múltiples revistas y artículos publicados en los últimos 5 años y se basa en la hipótesis de la programación fetal, según la cual un entorno desfavorable intraútero puede influir en la estructura y el desarrollo de la función cardiaca. «Esto nos lleva a considerar que el feto es un paciente en el que la función cardiaca es esencial para su bienestar y está asociada a su futura salud cardiovascular».
Crecimiento intrauterino retardado en el punto de mira
En cuanto a las características que definen lo que se consideraría un entorno fetal adverso, la Dra. Deiros señaló que en los cambios epigenéticos producidos en ese entorno con impacto potencial en el bienestar cardiaco fetal pueden estar implicadas afecciones maternas, como la diabetes mal controlada o fenómenos con una hemodinámica más compleja, como la que se puede dar en la transfusión feto-fetal, típica de los embarazos gemelares.
«Pero el más estudiado y que más se ha asociado a un futuro desarrollo de riesgo cardiovascular aumentado respecto a sus iguales es el crecimiento intrauterino retardado. Las evidencias apuntan a que los fetos con este antecedente pueden tener, tanto en la infancia como en la vida adulta, una mayor propensión a desarrollar una enfermedad cardiovascular».
Así, por ejemplo, en la infancia pueden presentarse anomalías en la función diastólica, en la estructura y la función cardiaca, mientras que en la vida adulta este factor se ha relacionado con hipertensión, intolerancia a la glucosa, obesidad e incluso con patología coronaria o mayor propensión a isquemia o infarto«, añadió la especialista.
La experta destacó que contar con esta información es muy importante «porque saber cuáles de estos niños están expuestos a un mayor riesgo cardiovascular permite llevar a cabo actuaciones tanto en la infancia como en la vida adulta, con el objetivo de disminuir las posibilidades de que presenten un evento cardiovascular. Cada vez estudiamos y tratamos mejor ese entorno cardiaco fetal desfavorable que puede dar lugar al desarrollo de enfermedades cardiovasculares en el futuro y esto supone una oportunidad única para llevar a cabo una prevención que resulta primordial».
Por otro lado, como se comentó en la sesión, entre 6 y 12 por cada 1.000 nacidos vivos vienen al mundo con anomalías en el corazón, siendo la malformación cardiaca la causante de hasta 50% de morbilidad grave por malformación en el recién nacido. «Hay que tener en cuenta que las cardiopatías tienen un origen multifactorial y se estima que en uno de cada 100 embarazos el feto puede presentar una cardiopatía de mayor o menor gravedad», comentó la Dra. Deiros.
Diagnóstico prenatal: un nuevo escenario
La médica puntualizó que es en el marco de esta casuística donde cobra toda su dimensión la aportación que ha supuesto la implementación del diagnóstico prenatal, que ha revolucionado en los últimos años tanto la detección como el manejo hemodinámico de los pacientes con cardiopatías.
«Gracias a la tecnología de imagen avanzada de la que disponemos y también a la mayor implicación de los cardiólogos fetales y a la ampliación de unidades multidisciplinarias, la precisión del diagnóstico es de hasta 90%», afirmó la especialista, quien hizo hincapié en que además de un mejor diagnóstico, estos avances también permiten informar a los padres (si así lo desean) sobre la existencia de alguna anomalía genética.
«Todo ello nos ha dado la posibilidad de predecir el manejo hemodinámico de la cardiopatía específica y, por tanto, de reducir la morbilidad y en algunas cardiopatías, como la transposición completa de grandes arterias o el ventrículo izquierdo hipoplásico, reduce la mortalidad preoperatoria y perioperatoria», añadió.
Asimismo, la Dra. Deiros destacó que es necesario implementar algunos cambios y reajustes para adaptar las pautas de actuación de los cardiólogos pediátricos a este nuevo escenario: «Por ejemplo, estos profesionales deben recibir una buena formación en el ámbito de la cardiología fetal, tanto en el diagnóstico como en el manejo, para así saber determinar en qué ocasiones es necesario tratar en vida fetal las cardiopatías, de forma que siempre sean capaces de predecir el manejo hemodinámico, ya que esta es una fortaleza del diagnóstico prenatal de tales enfermedades».
Limperopoulos C, Wessel D, Du Plessis A. Understanding the Maternal‐Fetal Environment and the Birth of Prenatal Pediatrics. J Am Heart Assoc. 18 Ene 2022;11(2):e023807. doi: 10.1161/JAHA.121.023807. PMID: 35014863. Fuente
8 de agosto 2023 Medscape
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