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Alrededor de 275 millones de personas consumieron drogas durante el último año a nivel global, un 22 por ciento más que en 2010, según ha revelado el informe anual de la Oficina de la Organización de Naciones Unidas (ONU) contra la Droga y el Delito (UNODC), publicado este recientemente.
El Informe Mundial sobre Drogas 2021, que ofrece un panorama general del mercado mundial de drogas y pone el foco en el impacto de estas en la salud y el bienestar de la población en la pandemia de COVID-19, también ha revelado que la mayoría de los países han informado de un aumento del consumo de cannabis durante la pandemia y, en este sentido, ha advertido de que su potencia se ha cuadruplicado en ciertas partes del mundo durante las últimas dos décadas.
No obstante, la proporción de adolescentes que percibe dicha droga como perjudicial se redujo hasta un 40 por ciento. Esta brecha conceptual persiste a pesar de que los estudios han demostrado que el consumo de cannabis conlleva perjuicios para la salud, especialmente entre los consumidores habituales de la droga a largo plazo.
En total, aproximadamente 200 millones de personas consumieron cannabis en 2019, lo que representa el 4 por ciento de la población mundial. El número de consumidores de cannabis ha aumentado casi un 18 por ciento en la última década.
«La menor percepción de los riesgos del consumo de drogas tiene una relación directa con las mayores tasas de consumo y las conclusiones del informe enfatizan la necesidad de cerrar la brecha entre la percepción y la realidad para educar a los jóvenes y salvaguardar la salud pública», ha explicado la directora ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly.
La crisis de la COVID-19 ha empujado a más de cien millones de personas hacia la pobreza extrema y ha exacerbado el desempleo y las desigualdades. Por consiguiente, destaca la ONU, los problemas de salud mental crecen en todo el mundo. Este conjunto de factores de riesgo tiene el potencial de estimular un aumento de los trastornos relacionados con el consumo de drogas.
El estudio pone de manifiesto los cambios observados en los patrones de consumo de drogas durante la pandemia, entre ellos el aumento del consumo de cannabis y el uso no médico de sedantes farmacéuticos. También es probable que los factores socioeconómicos subyacentes contribuyan a acelerar la expansión del mercado de sustancias ilícitas.
El tráfico
En cuanto a los narcotraficantes, la publicación señala que se han recuperado «rápidamente» de los contratiempos iniciales causados por las restricciones y los confinamientos impuestos por la pandemia. De hecho, indica que, actualmente, operan de nuevo a los niveles anteriores a la pandemia, impulsados, en parte, por el mayor uso de la tecnología y los pagos con criptomonedas.
El acceso a las drogas también se ha simplificado «más que nunca» a través de las ventas ‘online’, y los principales mercados de drogas en la red de internet oscura tienen un valor estimado de unos 315 millones de dólares anuales. «Las transacciones de drogas sin necesidad de contacto, como por ejemplo a través del correo, también están en aumento, probablemente como resultado de la pandemia», subraya el informe.
Además, el tráfico de cocaína entre Sudamérica y Europa es la segunda mayor ruta del mundo de esa droga y «continúa evolucionando», ha avisado la UNODC, que ha alertado también de que esta circunstancia conlleva una mayor competencia entre los grupos de traficantes. «Dicha competencia termina por elevar la calidad de la droga y reduce los precios, agravando así el daño causado por la droga en Europa», ha lamentado.
No obstante, el informe reconoce que el uso de la tecnología durante la pandemia también ha generado innovación en los servicios de prevención y tratamiento de la drogadicción, a través de modelos más flexibles de atención sanitaria, como la telemedicina, que permite a los profesionales sanitarios ampliar su alcance y prestar cuidados médicos o preventivos a más pacientes.
La cocaína
En cuanto a la cocaína, el trabajo muestra que 20 millones de personas consumieron cocaína en 2019, lo que corresponde al 0,4 por ciento de la población mundial.
La fabricación de cocaína se vio interrumpida al inicio de la pandemia, pero repuntó a su nivel habitual poco después, según el trabajo. No obstante, el ritmo al que solía aumentar la fabricación fue menor, ha subrayado.
Por su parte, la superficie de cultivo de la coca disminuyó globalmente un 5 por ciento en 2019, en gran parte debido a la primera caída significativa del cultivo en Colombia en los últimos seis años. A pesar de ello, este país sigue siendo la mayor fuente de cocaína del mundo, apunta el informe.
El terreno de cultivo se mantuvo estable en Perú y aumentó en Bolivia. La ralentización del incremento del cultivo de coca había hecho suponer que en los años siguientes se produciría una caída en la tasa de fabricación de cocaína. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y las consecuencias socioeconómicas resultantes podrían aumentar la vulnerabilidad de los agricultores y crear incentivos para que sigan produciendo hoja de coca, ha advertido el estudio.
«Las drogas cuestan vidas», ha recordado Waly «En una época en la que la velocidad de la información supera a menudo la velocidad de la verificación, la pandemia de la COVID-19 nos ha enseñado que es crucial cortar el ruido y centrarse en los hechos, una lección que debemos tener en cuenta para proteger a las sociedades del impacto de las drogas», ha remachado.
junio 25/2021 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.