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La enfermedad de Alzheimer es la demencia más común en todo el mundo y se caracteriza por problemas de aprendizaje, pérdida de memoria, desorientación, y ansiedad, entre otros síntomas conductuales y psicológicos. Desde que Alois Alzheimer describiera el primer caso a principios del siglo XX se han logrado importantes avances en cuanto a la comprensión de la fisiopatología, pero, desafortunadamente, aún no se ha desarrollado un tratamiento eficaz.
A pesar de que aún se desconoce qué es lo que desencadena la enfermedad, diversos investigadores aseguran que tanto la agregación del péptido beta-amiloide (Aβ) como la de la proteína tau, ambas moléculas presentes en cerebros sanos, juegan un papel central en la progresión de la enfermedad. Cabe destacar, además, que existe una relación entre ambas moléculas, puesto que la reducción o el aumento de los niveles de una afecta a los niveles de la otra. Así pues, en los últimos años se han explorado terapias dirigidas a reducir Aβ y recientemente a reducir tau. Sin embargo, el uso de anticuerpos completos contra el péptido Aβ no ha sido eficaz frenando el deterioro cognitivo, al mismo tiempo que ha producido efectos secundarios graves a nivel de neuroinflamación.
En estudios anteriores, el Grupo de Diseño de Proteínas e Inmunoterapia del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la UAB, que dirige la catedrática Sandra Villegas, desarrolló un fragmento de anticuerpo, el scFv-h3D6, y demostró que reduce los niveles de Aβ y mejora la pérdida de memoria en ratones jóvenes, pero nunca se había estudiado qué ocurre en estados avanzados de la enfermedad.
En un estudio publicado recientemente en el International Journal of Molecular Sciences, el grupo ha demostrado que el scFv-h3D6 también es eficaz reduciendo los niveles de Aβ en ratones viejos, donde la enfermedad está muy avanzada. De manera interesante, la reducción de Aβ como consecuencia de la administración del fragmento de anticuerpo produjo también una reducción en los niveles totales de la proteína tau, sin provocar ningún efecto secundario. Además, se observó una ligera reducción del estado neuroinflamatorio, típico de los cerebros de pacientes con alzhéimer, por lo que el fármaco es, además de eficiente, seguro.
«La gracia del estudio es que hemos demostrado que la terapia con fragmentos de anticuerpos funciona en la fase tardía y no solo disminuye la principal molécula en alzhéimer, Aβ, sino que también reduce la cantidad de una segunda, la proteína tau, que es la que finalmente mata la neurona y provoca demencia», explica Sandra Villegas.
Futuros estudios dirigidos simultáneamente a las enfermedades provocadas por ambas moléculas, Aβ y tau, podrían mostrar un nuevo enfoque farmacológico para el tratamiento de esta devastadora enfermedad.