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La mitad de las enfermedades mentales comienza antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan. Esto se trasforma en un problema de escala global si se considera que actualmente 40 por ciento de la población mundial tiene entre 10 y 24 años, la generación más numerosa de la historia.
Los datos, contenidos en un especial sobre Salud Adolescente publicado [18 de septiembre] por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cobran relevancia porque el tema principal de este año en el Día Mundial de la Salud Mental fueron los jóvenes.
La OMS advierte que 10 a 20 por ciento de ellos experimenta alguna condición que afecta su salud mental, incluyendo trastornos emocionales y alimentarios, ansiedad, psicosis, autoagresiones y depresión. En este último caso, 80 por ciento de los episodios se origina en la adolescencia.
“Si estos desórdenes no se tratan, se extenderán hacia la vida adulta, impactando por lo tanto el rendimiento académico, el empleo, las relaciones e, incluso, la parentalidad”, advierte en el especial Tarun Dua, experto en salud mental de la OMS.
Para enfrentar este desafío, el organismo internacional entrega ejemplos de actividades concretas para su detección temprana y tratamiento y propone un abordaje a nivel comunitario, de manera de priorizar enfoques no farmacológicos.
Algunas actividades incluyen intervenciones psicológicas individuales, grupales o autoguiadas en línea, capacitación a cuidadores en la familia y la escuela, programas escolares y comunitarios de salud mental, e iniciativas para prevenir el abuso de sustancias y el suicidio.
En el gráfico se muestra la segunda causa de muerte entre mujeres de 15 a 19 años y tercera en hombres de esa edad.
Lo anterior, agrega, ocurre cuando con un sistema de regulación y modulación de emociones que no está completamente maduro, lo que vuelve a los adolescentes emocionalmente más vulnerables a estímulos externos e internos. “Esto se acrecienta si tempranamente vivieron situaciones como abusos sexuales, maltrato, hambrunas, guerras, pobreza”.
“Programar acciones para mejorar el bienestar y salud mental de los adolescentes requiere colaboración intersectorial, en la cual la escuela juega un rol crítico”, enfatiza a SciDev.Net Chiara Servili, del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.
Entre estas destacan cambios organizacionales para asegurar un ambiente psicológico seguro, enseñar salud mental y habilidades para la vida, capacitar al personal para la detección y manejo básico del riesgo de suicidio y crear programas escolares de prevención para adolescentes vulnerables.
Servili subraya que las intervenciones psicosociales “pueden realizarse en la comunidad, establecimientos de salud y/o a través de medios digitales”.
Para la OMS este último recurso, que incluye intervenciones psicológicas en línea, “puede ser adecuado para adolescentes debido al estigma o la disponibilidad de acceso a servicios”.
Baader coincide: “La salud mental de los jóvenes trasciende al sistema de salud. Es un tema integral que debe abordarse transdisciplinariamente, integrando educación, salud, vivienda, deporte, cultura, entre otras áreas”.
Pese a ello, la OMS reconoce que “la adopción de intervenciones de salud mental adolescente es muy baja en todas las regiones”, y hace un llamado a involucrar a los jóvenes en la planificación, implementación y evaluación de intervenciones dirigidas a mejorar su salud, “para asegurar que sean aceptadas por ellos y que les serán útiles”.
noviembre 5/2018 (scidev.net)