Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, relaciona una mayor manifestación de trastornos de conducta en niños con el hecho de padecer alergias.

niño asmaEn la investigación han participado 366 familias, con niños de 6 y 11 años, de los que 194 presentaban alergias. Entrando en detalle, se informó de alergias a elementos ambientales, como polen, moho, polvo o mascotas; 38 niños indicaron alergias alimentarias, y solo cinco mostraron alergia a compuestos farmacológicos.

«Todos los pacientes del grupo alérgico fueron diagnosticados con asma y 123 niños tenían dermatitis atópica», reza la investigación, que ha sido publicada en Allergologia et immunopathologia, de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica.

Y es que, como relata a esta medio Mª Pilar Berzosa Grande, psicóloga y profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de UNIR, investigadora principal del estudio, entre los criterios de inclusión de la muestra estaban que «los niños alérgicos tuvieran un diagnóstico certero de dermatitis atópica o asma, que fuera de carácter leve o moderado, que tuvieran supervisión médica y la enfermedad controlada«. Y es que como explica, «las formas más graves de estas enfermedades y no tenerlas controladas ya de por sí conlleva manifestaciones conductuales», por lo que quedaron descartadas.

El estudio ha mostrado que estos menores, comparados con el grupo de control (172 participantes), son más propensos a manifestar comportamientos impulsivos, pensamientos rumiantes, dificultad para conciliar el sueño o rabietas, entre otras alteraciones. En concreto, «tienen 2,76 veces más probabilidades de tener problemas de conducta que los niños sin alergias».

Asimismo, los autores apuntan que si bien hubo una relación entre el grado de asma (leve o moderado) y los problemas de comportamiento generalizados e internalizantes, «estas relaciones desaparecen al compararlas con el número de alergias. Esta situación puede deberse a la dispersión de los datos y puede ser necesario un tamaño de muestra mayor».

Berzosa afirma que no se registraron diferencias significativas entre los niños y las niñas, pero sí con el grupo control, como se ha especificado antes. Según su experiencia, «en Psicología es muy complicado realizar una investigación con un grupo control porque es muy difícil que las familias, cuyos hijos no tienen el problema en sí mismo, se impliquen. De hecho, en este trabajo hemos visto que de los cuestionarios que realizamos a todos los padres estaban mucho más detallados los de los niños alérgicos que los de los niños sanos». 

Respecto a la edad, observaron más prevalencia en los pequeños de entre 8 y 9 años. Sobre la franja de edad escogida, la autora principal argumenta que se eligió el tramo entre los 6 y los 11 años, porque desde el punto de vista conductual «es el más estable«, dice Berzosa, ya que por encima de los 11 las alteraciones de la conducta se podrían asociar a la adolescencia, y de 0 a 6 años, al propio crecimiento del bebé.

Los firmantes dejan claro cuáles son las limitaciones del trabajo realizado. Así, consideran que «sería conveniente realizar un estudio longitudinal para incrementar la validez interna de los resultados». Y añaden: «A pesar de los esfuerzos para reclutar sujetos en diferentes grupos, fallamos en el grupo de control, en el que el número de participantes fue menor de lo esperado en los cálculos del tamaño de la muestra».

Muy sensibles emocionalmente

Como conclusión, los autores abogan por «que los médicos presten más atención a los posibles síntomas relacionados con la salud mental o problemas de comportamiento, especialmente en niños con múltiples enfermedades alérgicas o comorbilidades, debido a la importancia del desarrollo físico y mental adecuado de los niños y su transición a la edad adulta».

Y para ayudarles en esta labor, el propósito de esta investigación es desarrollar una guía con recomendaciones para padres, pediatras y médicos de familia sobre cómo afrontar la atención psicológica a estos menores. “Esta guía se orienta a la prevención de estos trastornos a través de una serie de estrategias para atajar el problema en la infancia y que los menores no desarrollen estos problemas durante la adolescencia”, indica Berzosa, quien afirma que su contenido puede resultar muy útil también para los farmacéuticos comunitarios, «que realizan una gran labor de asesoramiento». Por ello no descarta la posibilidad de que ellos también puedan recibirla cuando se publique, que podría ser el próximo mes de octubre, según las previsiones de su autora.

De momento, están trabajando en la definición de objetivos y todavía no se sabe cuál será el índice de temas ni su canal de distribución. Lo que sí tiene claro Berzosa es que no será un documento muy denso en contenidos, sino que será «muy ágil y sencillo». Además, le gustaría que tuviera un formato físico y no solo on line.

Aumento de alergias infantiles

Según la investigadora, “esta problemática se ha visto agravada por el aumento de las alergias infantiles, y las previsiones son que todavía se incremente aún más debido a factores como la contaminación”.

En la investigación participan, además, Eduardo González Fraile y María Soria Oliver, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR); Santiago Rueda Esteban, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, y Rocío Sánchez-López, del Centro Psicológico Intelecto (Jerez de la Frontera).

julio 27/2021 (Diario Médico)

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