En el peor momento de la tercera ola de la COVID-19 en Kenia, los hospitales pensaron que se iban a quedar sin oxígeno. Desde entonces, y ante el temor de que suceda lo mismo que en India, hacen todo lo posible para asegurarse el suministro.

oxígeno medicinalEn el tejado del Metropolitan Hospital, en Nairobi, se acaba de instalar una unidad nueva de producción de oxígeno.

«La instalación capta el aire exterior y separa el oxígeno de los otros componentes», explica Davis Mareka, director de O2 International, la empresa keniana que ha colocado el dispositivo.

A través de un compresor de aire y de filtros, este oxígeno, almacenado en grandes bombonas metálicas, es «purificado, secado, hasta un nivel de pureza de al menos 95 %, la norma requerida por la Organización Mundial de la Salud», precisa este experto.

El oxígeno se ha convertido en un elemento clave en muchos países, especialmente en los que están en desarrollo. En República Democrática del Congo ya están sintiendo la escasez, en Perú los precios se han disparado y en Brasil el mercado negro está en total expansión.

En India, actual epicentro de la pandemia, la falta de oxígeno es uno de los mayores retos a los que se tienen que enfrentar los hospitales.

El Metropolitan Hospital, un centro privado de 150 camas utilizado por la clase media, decidió equiparse «urgentemente» con una unidad de producción de oxígeno, un proyecto que tenía a largo plazo, pero que aceleró después de rozar el desastre en marzo y abril.

La tercera oleada de la enfermedad en el país, causada especialmente por las variantes británica y sudafricana, saturó a los hospitales e hizo aumentar drásticamente el número de fallecidos.

El oxígeno empezó a hacerse escaso. «Las reservas disminuyeron tanto que almacenábamos oxígeno las 24 horas del día», recuerda Kanyenje Gakombe, director general del Metropolitan.

«Solo teníamos 6 horas de reserva, era una situación muy, muy preocupante», explica.

Este médico admite que en 27 años que lleva al frente del establecimiento nunca se había preocupado demasiado por el suministro de oxígeno, «algo que ya daba por sentado».

Pero la pandemia de coronavirus ha cambiado totalmente la situación: un paciente ordinario utiliza «de 2 a 15 litros» de oxígeno por minuto, y un enfermo de a COVID-19 necesita «hasta 60 litros», advierte.

«Hemos querido garantizar ser autónomos, no depender de terceros para conseguir el oxígeno que necesitamos», prosigue.

La unidad de producción, con una capacidad máxima de 600 litros por minuto, costó 100 millones de chelines (unos 935 000 dólares).

Como el Metropolitan, otros centros médicos privados han instalado sus propias unidades producción, como el hospital MP Shah de Nairobi.

Por su parte, el Estado lanzó en marzo un concurso público para el suministro de oxígeno en 16 condados, y también urgió a reparar las unidades de producción que «ya no funcionan» en todo el país.

«Hemos recibido varios pedidos de diferentes establecimientos», dijo Jeremy Gitau, cofundador de la Fundación de Medicina de Urgencia de Kenia, que ayuda a los hospitales a equiparse con sistemas de distribución de oxígeno.

Los vínculos entre India y Kenia, «centenarios», son notables, según Kanyenje Gakombe, que recalca la importante comunidad indo, keniana.

«Los kenianos van a curarse a India. Ver India desbordada, con el sistema sanitario indio desbordado, nos preocupa», dice. «Es un lugar que vemos como ejemplo de calidad en los cuidados en el hospital».

mayo 13/2021 (AFP) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

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