Un nuevo estudio observacional de investigadores estadounidenses indica que las personas que no realizan nada de ejercicio físico y se infectan por la COVID-19 tienen más del doble de probabilidades de ser ingresados en el hospital, en comparación con aquellos que se ejercitan durante más de dos horas a la semana. Este factor sería incluso más perjudicial que el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión o la pobreza.

enfermo con SARSCoV-2La edad avanzada, el tabaquismo, la obesidad o la pobreza, así como padecer enfermedades como cardiopatías, hipertensión, diabetes, cáncer o Alzheimer, entre otras, son factores de riesgo que pueden definir la gravedad con la que la COVID-19 afectará a las personas.

Además, ahora un estudio, publicado en la revista British Journal of Sports Medicine  y elaborado por un equipo del departamento de Medicina Familiar y Deportiva del centro Kaiser Permamente (Estados Unidos), ha observado que la inactividad física también está relacionada con una infección por la COVID-19 más grave y un mayor riesgo de morir a causa de la enfermedad.

“Estamos convencidos de que los resultados de este estudio representan una pauta clara que puede ser utilizada por todo el mundo para reducir el riesgo de sufrir la COVID-19 de forma grave, incluida la muerte”, declara a SINC Robert Sallis, médico de medicina familiar de este centro estadounidense y primer autor del estudio.

Para dar con esta afirmación, los investigadores recabaron datos sobre la actividad física de 48 440 pacientes adultos con infección confirmada por la COVID-19 entre enero y octubre de 2020. Según establecieron, un simple paseo caminando a ritmo rápido podría considerarse como ejercicio físico.

La edad media de los pacientes era de 47 años; casi dos tercios eran mujeres (62 %).En el estudio se informa que alrededor de la mitad no tenía ninguna enfermedad subyacente, como diabetes, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales y cáncer; casi uno de cada cinco (18 %) tenía solo una; y casi un tercio (32 %) tenía dos o más.

El seguimiento que se realizó a los pacientes fue mediante encuestas, en las que se preguntaba cuántos días a la semana realizaban ejercicio, en qué intensidad y, en promedio, cuántos minutos realizan en ejercicio a ese nivel.

Tres niveles de actividad

Después, establecieron tres niveles de actividad: a quienes realizaron algún tipo de actividad física entre 0 y 10 minutos a la semana se les consideró como “constantemente inactivos”; aquellos que se ejercitaron durante 150 minutos a la semana o más “cumplieron las directrices recomendadas” por los expertos; entre medias, los que practicaron ejercicio físico entre los 11 y los 149 minutos a la semana pasaron a engrosar el grupo de los que realizaron “alguna actividad”.

Según los resultados obtenidos, solamente el 6,4 % cumplía constantemente con las pautas de actividad física; el 14,4 % estaba constantemente inactivo y el resto notificó alguna actividad física.

En paralelo, de entre todos los pacientes con la COVID-19 seleccionados para el estudio, el 8,6 % fueron hospitalizados, el 2,4 % fueron ingresados en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y el 1,6 % falleció.

La inactividad física fue el factor de riesgo más notable en los resultados, comparado con factores de riesgo comunes, como el tabaquismo, la obesidad o la diabetes.

Al combinar y analizar ambos datos, los autores constataron que quienes no realizaban ejercicio físico tenían más del doble de probabilidades de ser ingresados ​​en el hospital en comparación con aquellos que registraron más de 150 minutos de ejercicio físico a la semana.

“De hecho, la inactividad física fue el factor de riesgo más notable en los resultados, en comparación con los factores de riesgo comúnmente citados, incluidos el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer”, apunta Sallis.

Las probabilidades de muerte fueron 2,49 veces mayores para los pacientes que no realizaban ejercicio físico, en comparación con los pacientes que lo realizaban de manera constante. Además, los inactivos tenían 1,73 veces más de probabilidades de requerir el ingreso en UCI frente a los activos.

Con este estudio, sus responsables esperan que el mensaje de que “con un poco de ejercicio se puede llegar muy lejos” sea escuchado y puesto en práctica.

Pese a la estrecha relación entre ejercicio físico y gravedad de la enfermedad encontrada, los autores no han podido establecer la razón que la explicaría, por tratarse de un estudio observacional

“En general, caminar 30 minutos al día, 5 días a la semana y a un ritmo moderado tendrá un enorme efecto protector contra la COVID-19”, recomienda Sallis. “La forma en la que alguien puede medir si está caminando a un ritmo moderado es que esté demasiado agotado para cantar, pero todavía pueda hablar”, ejemplifica.

A pesar de la estrecha relación entre ejercicio físico y gravedad de la enfermedad que señalan los investigadores, no han podido establecer la razón que la explicaría.

“Al tratarse de un estudio de observación, no podemos saberlo con certeza. No obstante, la actividad física regular está asociada a mejoras en la capacidad pulmonar, en la salud cardiovascular y en la fuerza muscular que, a su vez, pueden servir para atenuar los efectos negativos de la COVID-19 si se contrae. También es sabido que el ejercicio regular mejora la función inmunológica y conduce a mejoras en todas las demás enfermedades crónicas que se asocian con los resultados graves del coronavirus”, concluye Sallis.

abril 22/2021 (SINC)

Referencia:

Sallis, Robert et al. “Physical inactivity is associated with a higher risk for severe COVID-19 outcomes: a study in 48 440 adult patients”. British Journal of Sports Medicine (2021)

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