En Kosovo, la pandemia de COVID-19 está causando estragos, los pacientes viven verdaderos «infiernos» en hospitales desbordados que carecen de todo, pero muchos están convencidos de que el coronavirus es un invento cuyo objetivo es someter a la gente.

no querer ver la pandemiaA pesar de que los enfermos y moribundos saturan los precarios servicios sanitarios de este territorio que acaba de constatar una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más altas de Europa, un sondeo reciente demuestra que un tercio de la población kosovar no cree en la existencia del coronavirus.

En Pristina, los familiares de los pacientes hacen fila frente a la clínica de enfermedades infectocontagiosas para comprar medicamentos y así intentar mitigar el sufrimiento de sus seres queridos, dado que las reservas del hospital están casi vacías.

Para luchar contra el flagelo de la incredulidad, las autoridades han permitido por primera vez a los medios de comunicación filmar en los servicios de cuidados intensivos de los hospitales públicos, para mostrar la situación de los enfermos.

«No haga bromas con esto. ¿Cómo puede alguien creer esa mentira, que el coronavirus no existe?», dijo un anciano enfermo, exhausto, a la televisión local. «Existe, díganle a los que no lo creen lo que han visto aquí», añade.

Una paciente también anciana, asistida con oxígeno desde hace semanas, se encontraba al principio entre los escépticos del virus.

«A decir verdad, no lo creía. Pero, después del infierno que he vivido, estoy convencida y quiero decírselo a todo el país», confiesa.

En todo el mundo, han surgido partidarios de la negación de la pandemia, desde Francia hasta Australia y Estados Unidos, pasando por Serbia, Brasil y Sudáfrica. Videos que afirman que se trata de una conspiración son reproducidos millones de veces y circulan a gran velocidad, a pesar de los esfuerzos de las redes sociales internautas por evitar su difusión.

En Kosovo, donde habitan 1,8 millones de personas, este sentimiento de incredulidad está particularmente arraigado, según un sondeo de la empresa de investigaciones kosovar Pyper. Además del 30 % de los encuestados, que afirman que el virus es puro invento, el 61 % cree «que es menos peligroso respecto a lo que dicen tanto autoridades como medios», explica a la AFP el director de Pyper, Ilir Krasniqi.

Pyper añade que continuará con su investigación del «fenómeno» ante la dificultad de aislar un solo factor que lo explique.

El sociólogo Shemsi Krasniqi subraya que «una parte considerable de la población es adepta a las teorías de la conspiración, según las cuales la pandemia sirve a los intereses de gobiernos, de las grandes potencias, de ciertas fuerzas políticas».

Mendim Hoxha, de 25 años, director de una agencia de márketing en Gjilan, en el este de Kosovo, es uno de estos. Acusa a las autoridades de «propagar el terror», persuadido de que «no existe ninguna prueba clara de la existencia del virus». «Las muertes son provocadas por otros problemas de salud», declara a la AFP.

Para combatir el rebrote de la pandemia, que solo en agosto provocó la muerte de 300 personas, casi la mitad del número total de víctimas, las autoridades kosovares han tomado nuevas medidas restrictivas y refrendado una ley específica contra el COVID-19, que incluye multas elevadas, de 35 euros (41,50 dólares) a quienes no porten mascarilla al aire libre y de 500 euros (591 dólares) para aquellos que violen su cuarentena.

Vjosa Osmani, presidente del Parlamento y feroz defensor de esta ley, advierte a los incrédulos. «El daño que le infligen a la sociedad es enorme y la desinformación no debe quedar impune», afirma.

En las calles de Pristina, agentes de policía piden a las personas que se pongan las mascarillas cubriendo la nariz y aplican multas a quienes no las utilizan. En apenas una semana tras la entrada en vigencia de la ley, se habían aplicado unas 5 000 multas.

Pero Leonard Presheva, obrero de la construcción de 25 años, ni se inmuta. «La gente muere porque no es eterna. Nadie cree en el coronavirus, es algo impuesto por los que quieren mantenerse en el poder para siempre», afirma.

Mendim Hoxha dice haber sido detenido «siete u ocho veces» por negarse a portar mascarilla. Pero eso le «va bien», porque desea «defender sus derechos y todo aquello en lo que cree».

 septiembre 29/2020 (AFP) -Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

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