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Investigadores del Instituto de Agroquímica y Tecnológica de Alimentos (IATA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han mostrado en un estudio que la microbiota materna está asociada a la dieta durante el embarazo y que se refleja en la microbiota neonatal y en el crecimiento infantil durante los primeros 18 meses de vida.
El estudio, que aparece publicado en la revista Gut Microbes, aumenta los conocimientos que se tenían sobre el impacto de la dieta durante el embarazo en la microbiota intestinal materna y su efecto en la microbiota neonatal y el desarrollo infantil.
La microbiota materna es el conjunto de bacterias que la madre transfiere a su hijo durante el embarazo y la lactancia, y que lo dotan de protección frente a enfermedades infecciosas.
La nutrición durante el embarazo es muy importante para la salud de la madre y el bebé, pero todavía no se sabe mucho sobre el impacto que distintos componentes en la dieta durante el embarazo pueden tener en la microbiota intestinal materna y su posible impacto en la microbiota del neonato y en su salud a corto y largo plazo, según ha explicado el CSIC en un comunicado.
En el estudio han participado un total de 86 parejas de madres con sus bebés seguidas desde el parto hasta los 18 meses de vida, según ha detallado María Carmen Collado, investigadora del CSIC en el IATA. Se analizaron las muestras fecales de las madres y los bebés en el momento del parto mediante técnicas de secuenciación masiva para obtener los distintos perfiles en la microbiota intestinal.
Posteriormente, se recogieron los datos de la dieta durante el embarazo, y se realizó un seguimiento clínico y antropométrico durante los primeros 18 meses de vida. La microbiota materna se agrupó en dos grupos con microbiota distinta asociados a ingestas dietéticas específicas durante el embarazo, como la ingesta de fibra, proteína vegetal, ácidos grasos omega-3 y polifenoles.
Se observaron diferencias en la microbiota neonatal en función de la dieta y microbiota materna, y esas diferencias tuvieron también efecto en el crecimiento infantil.
Hemos monitorizado durante 18 meses los bebés de los distintos grupos siguiendo las pautas que dicta la Organización Mundial de la Salud de índice de masa corporal longitudinal y peso por longitud, y observado las diferencias que se producían, demostrando que la dieta juega un papel muy importante en la vida temprana que puede afectar la microbiota materna; en particular, la fibra, la proteína vegetal y los ácidos omega-3, ejercen un efecto significativo sobre el microbioma del bebé y contribuyen al desarrollo infantil durante los primeros meses de vida, así como a la salud del niño, concluye María Carmen Collado.
mayo 19/ 2020 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.