Los humidificadores aportan un alivio en procesos respiratorios agudos y la farmacia, como punto de venta, puede ofrecer un consejo profesional para sacarles el máximo partido.

humedificador de aireLos humidificadores son aparatos cada vez más populares en los hogares, sobre todo si hay niños pequeños. La farmacia compite en su venta con tiendas de electrodomésticos y aparatos electrónicos y grandes superficies. “El humidificador es una herramienta terapéutica popular, pero refrendada por su utilidad médica, que para su mejor uso requiere de un consejo sanitario. La información que pueda dar el farmacéutico será mucho mejor que en otros puntos de venta”, observa Josep Allué, vocal de Plantas Medicinales y Homeopatía del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.

El farmacéutico recuerda que las propiedades de la humedad para el aparato respiratorio se conocen desde tiempos inmemoriables. El humidificador puede ser útil ante procesos agudos que impliquen congestión nasal en ambientes con mucha sequedad, para favorecer la eliminación del exceso de la mucosidad y prevenir la tos. En enfermedades crónicas como el asma y la rinitis alérgica (no así la EPOC), muchas veces se desaconseja su uso porque, aunque el aumento de la humedad puede facilitar la respiración, estos aparatos pueden favorecer el crecimiento y diseminación de ciertos alérgenos.

Manejo de la mucosidad

“La hidratación de la mucosa de la vía aérea puede tener un efecto beneficioso porque fluidifica en parte la mucosidad, haciendo más fácil su manejo cuando es abundante, lo cual conduce en ocasiones a un relativo bienestar del paciente”, corrobora Fernando de la Vega, del Servicio de Pediatría del Hospital Sanitas La Zarzuela.

Además, añade el pediatra, “la defensa local ante la colonización vírica puede ser más efectiva, ya que la sequedad de la mucosa interfiere parcialmente con la adecuada defensa linfocitaria”. Con todo, advierte, “no son beneficios clínicos importantes”.

Los niños se encuentran dentro del grupo de población que más se puede beneficiar del uso del humidificador, sobre todo los más pequeños, “en los que la densidad de la mucosidad es igual que en los demás pero con una vía aérea de menor calibre, por lo que puede resultar más molesta”. A su fisiología se suma que la producción de mucosidad en las vías altas es más frecuente en la edad pediátrica, sobre todo si acuden a guardería, como consecuencia de procesos víricos respiratorios de repetición.

Laringitis

En concreto, De la Vega resalta que una indicación clásica es la laringitis aguda, que puede beneficiarse de la respiración de aire frío y húmedo, gracias a sus propiedades antinflamatorias locales.

Mientras que el humidificador puede ser un aliado frente a las infecciones de las vías respiratorias superiores, está desaconsejado en pacientes con dificultad respiratoria por bronquiolitis, alerta el médico.

“El vapor de agua no alcanza con eficacia la vía aérea inferior y, en el caso de que lo hiciera, la fluidificación con humedad excesiva podría colaborar en una peor mecánica ventilatoria”, argumenta.

Una cuestión clave al elegir el aparato es que se limpie fácilmente para evitar que actúe como un dispersor de microorganismos como bacterias y hongos. “Por lo demás, y utilizado con mesura, la humedad ambiental no tiene por qué tener riesgo alguno”, asegura De la Vega.

Cuidado con los aromas

Sin embargo, los expertos coinciden en que hay que guardar precaución con añadir aromas, como eucalipto o menta. “Sobre todo en enfermos crónicos, pueden ser irritantes y provocar excacerbaciones”, sostiene Allué.

En el mercado hay a la venta humidificadores de aire frío y caliente. Los de vapor caliente tienen como ventaja que al llevar el agua a ebullición eliminan los gérmenes, por lo que admiten mejor el uso del agua del grifo. En su contra tienen el riesgo de quemaduras. También, expone Allué, el vapor que emiten puede ser más irritativo que los de aire frío, sobre todo para los enfermos crónicos respiratorios.

Los de aire frío tienen la mencionada acción antiinflamatoria pero pueden bajar la temperatura ambiental y “provocar un enfriamiento corporal indeseado, sobre todo en neonatos o bebés muy pequeños”, señala el pediatra.

Tamaño de la gota

El resto de características técnicas son más de conveniencia y preferencias personales, como el nivel de ruido o la cantidad de vapor que emiten, y no proporcionan ventajas clínicas, “aunque en teoría cuanto más pequeña sea la gota de agua mejor la absorberá el sistema respiratorio y mayor será su capacidad humectante, pero no hay un estudio que demuestre que sea así”, afirma el farmacéutico del Colegio de Barcelona.

Con todo, a la hora de indicar un humidificador, De la Vega insiste en que “conviene aclarar que no es una terapia curativa sino, como mucho, coadyuvante para mejorar la comodidad del paciente y aliviar la molestia causada por la sequedad ambiental y la mucosidad en caso de infección de las vías altas”. No sustituye a los lavados nasales con suero salino fisiológico, a la hidratación oral para la fluidificación de la mucosidad, al tratamiento antinflamatorio en laringitis aguda “ni mucho menos a los broncodilatadores cuando afecta a la vía aérea inferior”.

abril 30 /2020 (Diario Médico)

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