El 50 por ciento de los pacientes que padecen epilepsia y siguen una dieta basada en la ingesta de bajos niveles de hidratos de carbono y niveles elevados de grasa mejoran su estado.

La dieta cetogénica, basada en la ingesta de un bajo nivel de hidratos de carbono y elevado de grasa, consigue buenos resultados en el 50 por ciento de los casos de pacientes pediátricos con epilepsia refractaria. El mejor conocimiento sobre el comportamiento de esta dieta y su seguridad está permitiendo que se adelante su indicación, con lo que está ganando terreno.

Así lo indicó Ana Morais, de la Unidad de nutrición infantil del Hospital La Paz, encargada de moderar una mesa redonda sobre nutrición en el XXIII Congreso de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, celebrado en Gijón.

Con la dieta cetogénica se consigue que el organismo responda «de forma similar a lo que sucede cuando ayunamos, utilizando la grasa como combustible, en lugar de la glucosa» y la acetona que se produce es utilizada por el sistema nervioso central como fuente de energía, «con lo que se ha visto que los cambios metabólicos que se generan permiten controlar mejor el estado de epilepsia del niño».

Cuando la dieta cetogénica está bien realizada, «teniendo en cuenta que no es fácil de seguir porque se trata de prescindir de alimentos que a los niños les gustan mucho, los pacientes mejoran bastante y debemos tener en cuenta que son niños en los que los fármacos no han dado resultado», ha explicado Morais.

Efectos secundarios
Dado que se trata de una dieta desequilibrada es muy importante vigilar los efectos secundarios, «asegurando que haya un aporte suficiente de todos los nutrientes, tanto minerales como vitaminas o fibra», y es fundamental también controlar la proporción de lípidos en sangre.

Por eso es importante que el nutricionista o el especialista encargado del seguimiento del niño «esté muy cerca de la familia para reforzar el cumplimiento». La indicación de este tipo de dieta corresponde al neuropediatra, mientras que compete al pediatra especialista en nutrición, ayudado por un dietista o nutricionista, la determinación de la pauta concreta.

Con respecto a la determinación de qué pacientes pueden ser buenos respondedores, Morais ha señalado que es imposible de determinar, «porque tampoco se conoce bien por qué esta dieta mejora la epilepsia; se ha comprobado que los cambios metabólicos que se producen mejoran la situación del niño pero no se sabe muy bien por qué».

La experiencia que se ha ganado en los últimos años en cuanto al manejo de la dieta y su seguridad están permitiendo anticipar su indicación. Por lo tanto, ya no es necesario esperar años y probar seis o siete fármacos antes de pensar en esta dieta, sino que en ocasiones se pueden indicar medicamentos a los pocos meses de no conseguir el resultado deseado.

Esta especialista se ha referido también a otras dietas, como las bajas en hidratos de carbono fermentables para tratar los trastornos digestivos funcionales. Están basadas en la disminución o retirada de componentes que llegan intactos al colon para evitar el dolor, la distensión o las flatulencias que en algunas personas se presentan de forma más acusada o que tienen menos tolerancia.

La pauta es seguir esta dieta durante cuatro semanas para ver si mejora la sintomatología y, «a partir de ahí, ir reintroduciendo los alimentos previamente retirados pero de forma cuidadosa y evitando su coincidencia en una misma comida o en un mismo día», ha indicado Morais.

Con respecto a otro tipo de dietas, como la basada en la retirada de la leche para disminuir las secreciones respiratorias, esta especialista ha indicado que no está demostrada su eficacia, «como tampoco lo está en niños la dieta detox ni la paleodieta».
mayo 19/2016 (Diario Médico)

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