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La dieta mediterránea tiene efectos beneficiosos no solo en lo referente al síndrome metabólico sino también sobre sus componentes individuales que incluyen la circunferencia de cintura, los niveles de colesterol HDL, los triglicéridos, la presión arterial y el metabolismo de la glucosa, según un estudio de la Universidad de Harokopio, Grecia, publicado en el Journal of the American College of Cardiology, JACC, (doi:10.1016/j.jacc.2010.09.073). Se trata de un metaanálisis que incluye resultados de 50 trabajos sobre la dieta mediterránea, con una población global media de alrededor de medio millón de personas. Según su autor principal, Demosthenes Panagiotakos, “la prevalencia del síndrome metabólico está aumentando de forma rápida en todo el mundo, en paralelo con el aumento de la incidencia de la diabetes y la obesidad, y se considera ahora un importante problema de salud pública”. La dieta mediterránea se caracteriza por un consumo elevado de ácidos grasos monoinsaturados, sobre todo procedentes del aceite de oliva; un consumo diario de fruta, vegetales, cereales integrales y productos lácteos desnatados; un consumo semanal de pescado, aves, frutos secos y legumbres; un consumo relativamente bajo de carne roja; y un consumo diario moderado de alcohol, sobretodo en las comidas. Según Panagiotakos, la dieta mediterránea es una de las más conocidas y se ha asociado con una menor mortalidad de todo tipo, menores riesgos de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, obesidad y algunos tipos de cáncer. Además, tiene efectos beneficiosos sobre la grasa abdominal, los niveles de lípidos, el metabolismo de la glucosa y los niveles de presión arterial, que son también factores de riesgo del desarrollo de enfermedad cardiovascular y diabetes. Los efectos antioxidantes y antiinflamatorios de la dieta mediterránea en su totalidad, así como los efectos de los componentes individuales de la dieta, y en especial de aceite de oliva, frutas y vegetales, cereales integrales y pescado, también confieren su papel beneficioso a este patrón. “Hasta donde sabemos, nuestro estudio es el primer trabajo que ha evaluado sistemáticamente, a través de un gran metaanálisis, el papel de la dieta mediterránea sobre el síndrome metabólico y sus componentes”, apunta Panagiotakos. El investigador indica que estos resultados se añaden a los existentes y demuestran el papel protector y la importancia que tienen los factores del estilo de vida y principalmente los hábitos dietéticos cuando se trata del desarrollo y progresión del síndrome metabólico. Panagiotakos sugiere que promover la adherencia a un patrón dietético sano como el de la dieta mediterránea, así como adoptar un estilo de vida activo, parecen ser elementos esenciales en el desarrollo de las estrategias de salud pública para prevenir el síndrome metabólico.
Marzo 9, 2011 Jano