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Protegerse del sol en edades tempranas, especialmente durante los primeros 30 años y no solo con crema, es clave para reducir el riesgo de cáncer de piel durante el resto de la vida, sobre todo en un contexto de cambio climático que aumenta los días de sol y la radiación.
Así lo explica a EFE la doctora Susana Puig Sardá, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Clínic de Barcelona, con motivo del Día Mundial del Cáncer de Piel.
«Gracias a la cultura de las medidas de fotoprotección, la incidencia de estas enfermedades en poblaciones jóvenes está estabilizada y no se incrementa, a diferencia de los mayores de 60 años», sostiene la doctora Puig.
Esta diferencia entre generaciones se explica por los hábitos durante los años 60, cuando se popularizó la exposición solar recreacional sin medidas de fotoprotección, junto con el incremento de la esperanza de vida.
Así, es en la franja de los mayores de 60 años que de jóvenes no se protegieron entre los que los cánceres de piel están aumentando «exponencialmente», según la dermatóloga.
En cambio, para las nuevas generaciones la exposición al sol se ha visto agravada por el contexto del cambio climático, otro de los factores de riesgo a tener en cuenta que señala la dermatóloga y que debe tomarse en consideración para prevenir los problemas en la piel.
«En Barcelona, por ejemplo, el número de días soleados se ha visto incrementado en las últimas décadas, así como el Índice de Radiación Ultravioleta (IUV)», especifica la responsable de Dermatología del Clínic.
Es por eso que lamenta que la población solo haya aumentado el uso de las cremas fotoprotectoras para protegerse, cuando son necesarias a su juicio más medidas.
«Habría que cambiar los horarios de las actividades al aire libre, usar sombras naturales y usar más gorras y sombreros, por ejemplo», así como «fomentar los diagnósticos precoces», resalta.
Independientemente del tipo de piel, color del pelo y de los ojos, factores históricamente relacionados con un mayor o menor riesgo de contraer enfermedades de la piel, existen otros aspectos que inciden en la gravedad de la exposición al sol, como el momento del día o los productos de protección.
Sobre estos últimos, el presidente de la Federación de Asociaciones de Farmacias de Cataluña (FEFAC), Antoni Torres, advierte de que deben ser cremas solares con protección 50+ y preferiblemente de farmacias, donde «pueden asesorar al cliente en función de sus casos particulares».
«La cantidad del fotoprotector para estar protegido durante dos horas es de nueve cucharas medias (de café con leche), protegiendo cara, brazos, piernas, pecho, espalda, y la parte de detrás de ambas piernas», puntualiza a EFE el experto, quien añade una décima cuchara para la cabeza, sobre todo en casos de alopecia.
Torres hace hincapié en que, cuando llega el calor, hay que ponerse crema por la mañana y luego, cada dos horas, aunque en el caso de que la exposición se prolongue o haya una excesiva sudoración, debería ser cada hora, y así hasta que se vaya el sol.
«Acertar en la cantidad es esencial, porque si no es la correcta, no protege. Una protección que debería durar dos horas puede hacer efecto solo media hora o incluso menos», asevera el presidente de la FECAC.
Aparte de la herencia cultural que afecta a los más mayores y a la cantidad y calidad de los productos de fotoprotección, hay otro elemento que se añade a la lista de factores a tener en cuenta para evitar enfermedades dermatológicas: la presión estética.
«Uno de los grandes problemas que tenemos es la valoración estética. Debemos hacer un cambio y tener como modelos, por ejemplo, personas con pieles claras y cuidadas», revela la doctora Susana Puig.
La jefa del Servicio de Dermatología del Clínic vincula esta tendencia a la tanorexia o adicción al bronceado, una condición en la cual una persona genera una necesidad obsesiva para lograr un tono de piel más oscuro.
«El daño que hace la radiación ultravioleta produce la hormona alfa-MSH, que actúa a nivel de receptores opiáceos y crea esta adicción. Sin embargo, protegerse del sol es la mejor estrategia para protegerse de las arrugas y el envejecimiento cutáneo», concluye la doctora Puig. EFE
13 junio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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La exposición solar y ciertas prácticas en los meses de verano elevan el riesgo de tumores palpebrales y de alteraciones oculares. Ambos procesos se pueden prevenir y tratar.
Los ojos son una de las partes del cuerpo expuestas al sol, muy especialmente en los meses de verano, aunque muy a menudo no suelen estar todo lo protegidos que deberían. La piel que los recubre, como cualquier otra zona del organismo humano pueden ser asiento del desarrollo de diferentes tumores, tanto en párpados como en el el canto interno del ojo, conocidos como tumores palpebrales.
Los carcinomas basocelulares y escamosos suelen ser los más frecuentes y de mejor pronóstico oncológico, pero en el peor de los casos, también pueden aparecer melanomas, más agresivos. Por ello, los especialistas insisten en la importancia de proteger la mirada del sol, tanto por la posibilidad de daño directo en los ojos como en el tejido cutáneo que los recubre y protege.
Los tumores palpebrales son aquellas lesiones benignas o malignas localizadas en la piel que recubre el párpado tanto inferior como superior. Los de carácter maligno constituyen entre el 80-90 % de los cánceres de la región periorbitaria.
Las últimas estadísticas sugieren que el que con mayor frecuencia afecta a los párpados es el carcinoma basocelular, que constituye el 90 % de los tumores del párpado. Le siguen el escamocelular, que constituye el 5 % de estas lesiones, el carcinoma de células sebáceas con una incidencia inferior al 5 % y el melanoma, el menos común, con una frecuencia menor al 1 %. Read more
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