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Un estudio llevado a cabo por los equipos de Guadalupe Sabio y José Jalife en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid (CNIC) ha descubierto una nueva vía de señalización que estaría detrás de la aparición de la fibrilación ventricular, un tipo de arritmia cardiaca. El trabajo, que se acaba de publicar en la revista Nature Cardiovascular Research, ofrece nuevas esperanzas para abordar esta afección potencialmente mortal.
La fibrilación ventricular es la principal causa inmediata de muerte súbita cardiaca. Aunque el envejecimiento es uno de los factores de riesgo mejor establecidos para el desarrollo de arritmias cardiacas, los mecanismos detrás de esta conexión han sido esquivos, obstaculizando el desarrollo de tratamientos específicos.
El corazón late de manera regular y coordinada para bombear sangre de manera eficiente a través del cuerpo. Para ello tiene que coordinar la contracción de todas sus células y cada latido tiene que seguir un patrón meticulosamente orquestado. Cuando aparece una arritmia, el ritmo cardiaco se altera, se acelera, se vuelve irregular y es potencialmente mortal.
Estudiando modelos animales, los investigadores del CNIC descubrieron la relación existente entre las proteínas quinasas del estrés p38γ y p38δ y el desarrollo de la fibrilación ventricular, independientemente del sexo.
Este descubrimiento abre nuevas puertas para posibles intervenciones terapéuticas para esta patología.
Los investigadores observaron que la activación de p38γ y p38δ aumentaba en los corazones de ratones envejecidos y aquellos con condiciones genéticas o inducidas por fármacos que predisponen a arritmias, lo que sugería que esta vía tenía un papel crítico en el desarrollo de esta afección.
Según Rafael Romero, primer firmante del artículo e investigador del CNIC, “cuando nos dimos cuenta de que la activación de estas p38 era común en distintas situaciones arritmogénicas, supimos que podían tener un papel clave que había que investigar”.
El estudio exhaustivo de esta vía de señalización reveló que, cuando estas proteínas quinasas se activan, alteran las propiedades eléctricas de los cardiomiocitos, propiciando la aparición de arritmias. Esto sucede por la alteración de unos canales iónicos existentes en las células musculares del corazón responsables de coordinar la contracción celular.
Los investigadores encontraron que p38γ y p38δ fosforilan al receptor de rianodina 2 (RyR2) y a la proteína SAP97 perturbando la localización del canal Kv4.3. En última instancia, estos cambios moleculares resultaron en la aparición de actividad ventricular prematura y una mayor susceptibilidad a la fibrilación ventricular.
Estos hallazgos podrían abrir nuevas perspectivas para la prevención de la fibrilación ventricular sostenida y la protección contra esta grave afección cardíaca, ofreciendo una prometedora diana terapéutica para futuras investigaciones.
Ver más información: Romero-Becerra R, Cruz FM, Mora A, Lopez JA, Ponce Balbuena D, Allan A, et al. p38γ/δ activation alters cardiac electrical activity and predisposes to ventricular arrhythmia. Nat Cardiovasc Res [Internet].2023[citado 4 dic 2023];. https://doi.org/10.1038/s44161-023-00368-x
6 diciembre 2023 | Fuente: Genotipia| Tomado de | Genética Médica
dic
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Un estudio del Hospital del Mar Research Institute ha permitido validar un biomarcador y demostrar que el origen el envejecimiento prematuro en personas con VIH lo causa la misma infección y no solo el tratamiento que reciben los pacientes con antiretrovirales.
El trabajo, que ha contado con la participación de las áreas de Fragilidad y Envejecimiento Saludable y Enfermedades Infecciosas del CIBER (CIBERFES y CIBERINFEC), se ha publicado en la revista ‘Journal of Microbiology, Immunology and Infection’.
En este sentido, las personas infectadas por VIH, cerca de 40 millones en todo el mundo, sufren un proceso de envejecimiento precoz al cual se asocian diversas patologías, como desórdenes neurocognitivos, afectación a su salud cardiovascular y enfermedades que afectan al hígado y los huesos.
Ahora, los resultados de este estudio pueden permitir disponer de una herramienta para monitorizar la evolución de los pacientes, su estado inflamatorio y el efecto que tienen los fármacos que se les administran sobre su sistema inmunitario. Para hacerlo, los investigadores han analizado los niveles de las moléculas de microRNA, moléculas pequeñas de ARN que modulan la expresión de otros genes, en la sangre de personas con VIH. Y han visto como una en concreto presentaba niveles mucho más elevados de lo que es habitual. Se trata de miR-21-5p, que está relacionada con la inflamación, así como con el estrés oxidativo, lo que derivaría en un envejecimiento acelerado.
Un marcador viable
Para confirmar la hipótesis, el estudio ha comparado los niveles de este marcador con un grupo de personas sanas y otro de pacientes ‘Elite’. Estos pacientes son un grupo minoritario de personas infectadas por VIH que controlan espontáneamente la infección.
En su caso, también tienen el miR-21-5p alterado, lo que sugiere que tienen un estado inflamatorio crónico, a pesar de controlar la infección. El hecho que este grupo también tenga este biomarcador elevado permite confirmar que el origen de esta alteración se encuentra en la infección misma y no en el tratamiento con antirretrovirales que reciben las personas con VIH.
‘Con este trabajo, demostramos que hay un biomarcador, que está relacionado con inflamación, que nos muestra que el paciente con infección por VIH siempre tendrá un sistema inmunitario alterado, a pesar del tratamiento con antirretrovirales’, ha indicado la investigadora del Grupo de Investigación Musculoesquelética del Hospital del Mar Research Institute y del CIBERFES, Natàlia Garcia-Giralt. A la vez, la investigadora ha apuntado que ahora ‘disponemos de una herramienta que demuestra que estas personas, independientemente de si se les administra tratamiento con antirretrovirales o de si controlan por ellas mismas la infección, continúan con un estado inflamatorio crónico que les provoca un envejecimiento prematuro’.
Los investigadores consideran que la alteración del marcador se debe a los cambios que la infección por VIH produce sobre el sistema inmunitario de las personas que viven con ella. En este sentido, el jefe de sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar, investigador del Hospital del Mar Research Institute y del CIBERINFEC y profesor asociado de la Universitat Pompeu Fabra, Robert Güerri, ha explicado que ‘este biomarcador es uno de los factores que contribuye a la inflamación crónica, continuada y persistente de los pacientes infectados por VIH.
También que el tratamiento con antirretrovirales es incapaz de revertir esta vía, hecho que contribuye a mantener un estado inflamatorio crónico, lo que puede explicar su envejecimiento prematuro’. ‘Este estudio nos demuestra que, a pesar de controlar la infección con los tratamientos antirretrovirales, el virus del VIH deja una huella persistente en las personas que viven con él’, asegura Güerri. Por este motivo, los autores consideran que monitorizar la evolución de este biomarcador puede ser una herramienta útil para valorar el éxito de los tratamientos en estas personas, ya que un retorno de sus niveles a la normalidad indicaría la normalización de su sistema inmunitario y de la inflamación que provoca su activación ante la infección por VIH.
Ver más información: Meseguer-Donlo J, Soldado-Folgado J, Du J, González-Mena A, Blasco-Hernando F, Cañas-Ruano E, et al. HIV infection is associated with upregulated circulating levels of the inflammaging miR-21-5p. J Microbiol Immunol Infect[[Internet]. 2023[citado 2 dic 2023];56(5): 931-938. https://doi.org/10.1016/j.jmii.2023.07.011
4 diciembre 2023 |Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
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30
Un estudio liderado por la Universidad de Barcelona (UB) ha identificado en ratones una proteína, conocida como receptor inmunológico CD300f, que cuando no está presente, se tiende a una esperanza de vida más corta y a patologías asociadas al deterioro cognitivo y el envejecimiento prematuro.
Según ha explicado la UB este martes en un comunicado, el estudio de esa proteína presente en células del sistema inmune abre la puerta a conocer más profundamente los procesos de la neurodegeneración en humanos. ‘Nuestro estudio pone en evidencia que alteraciones en células del sistema inmune pueden determinar el grado de envejecimiento saludable en ratones’, ha destacado el investigador que ha liderado el trabajo, Hugo Peluffo, que es miembro de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UB y del Instituto de Neurociencias de la misma universidad (UBneuro).
Comprender cómo la proteína CD300f puede determinar por sí sola el ritmo de aparición de patologías asociadas al envejecimiento puede ayudar a entender mejor esos procesos y contribuir a diseñar estrategias para regular su acción, ha apuntado Peluffo.
El receptor CD300f es una proteína expresada en células del sistema inmune que modula la inflamación y el metabolismo celular, y el presente estudio revela las primeras evidencias de su papel en el envejecimiento.
El estudio se basa en un seguimiento detallado de distintos grupos de ratones durante 30 meses, una innovación metodológica que ha permitido reflejar el proceso de envejecimiento real de esos animales sin usar modelos de envejecimiento acelerado, que no representan fielmente una acumulación gradual de cambios de edad.
A partir de ahora, el equipo del investigador Peluffo acaba de ganar una de las becas de investigación en alzhéimer de la Fundación Pasqual Maragall, en el que estudiarán el posible papel del receptor inmunológico CD300f en la aparición de esa enfermedad.
La investigación, publicada en la revista ‘Cell Reports’, ha contado con la participación de equipos del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (CUDIM), entre otras instituciones.
Ver más información:
Frances E, Alı´-Ruiz D, Rego N, Malagelada C, Escande C, Peluffo H, et al. CD300f immune receptor contributes to healthy aging by regulating inflammaging, metabolism, and cognitive decline. Cell Reports[Internet].2023[citado 29 nov 2023]; 42(10): 113269. https://doi.org/10.1016/j.celrep.2023.113269
30 noviembre 2023 |Fuente: EFE | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina
nov
8
A medida que envejecemos, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos neurodegenerativos.
Las personas que tienen una edad biológica superior a su edad cronológica real presentan un riesgo significativamente mayor de sufrir ictus y demencia, especialmente demencia vascular, según un estudio del Instituto Karolinska de Suecia publicado en el ´Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry´.
El estudio, dirigido por Sara Hägg, profesora asociada, y Jonathan Mak, estudiante de doctorado del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Instituto Karolinska, muestra que el mayor riesgo persiste incluso si se tienen en cuenta otros factores de riesgo como la genética, el estilo de vida y la socioeconomía.
A medida que envejecemos, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos neurodegenerativos. Tradicionalmente, los investigadores se han basado en la edad cronológica -el número de años que lleva viva una persona- como medida aproximada de la edad biológica. «Pero como las personas envejecen a ritmos diferentes, la edad cronológica es una medida bastante imprecisa«, puntualiza Sara Hägg.
Para medir la edad biológica y su relación con las enfermedades, los investigadores utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido. Estudiaron una cohorte de 325.000 personas que tenían entre 40 y 70 años en el momento de la primera medición.
La edad biológica se calculó a partir de 18 biomarcadores, como los lípidos en sangre, la glucemia, la presión arterial, la función pulmonar y el IMC. A continuación, los investigadores estudiaron la relación entre estos biomarcadores y el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como demencia, ictus, ELA y enfermedad de Parkinson en un periodo de nueve años.
En comparación con la edad cronológica real, la edad biológica elevada se relacionó con un riesgo significativamente mayor de demencia, sobre todo vascular, e ictus isquémico (es decir, coágulo de sangre en el cerebro). «Si la edad biológica de una persona es cinco años superior a su edad real, la persona tiene un riesgo un 40% mayor de desarrollar demencia vascular o sufrir un ictus«, afirma Mak.
Al tratarse de un estudio observacional, no pueden establecerse relaciones causales. Sin embargo, los resultados indican que, si se ralentizan los procesos de envejecimiento del organismo en función de los biomarcadores medidos, puede ser posible reducir o retrasar la aparición de enfermedades. «Varios de los valores pueden influirse mediante el estilo de vida y la medicación«, añade Hägg.
Los resultados son especialmente interesantes porque el estudio incluyó a un grupo muy
amplio de personas. Esto permite desglosar el material en fragmentos más pequeños y captar diagnósticos menos comunes, como la ELA.
El riesgo de desarrollar ELA también aumenta con la edad biológica. Sin embargo, no se observó tal aumento del riesgo en el caso de la enfermedad de Parkinson. «Ya sabemos que la enfermedad de Parkinson es un poco única también en otros contextos, por ejemplo, cuando se trata de fumar«, dice Sara Hägg.
Los investigadores ahora investigarán la conexión entre la edad biológica y otras enfermedades como el cáncer.
8 noviembre 2023|Fuente: IM Médico
oct
26
AGENCIA FAPESP/DICYT – Las personas ancianas obesas que duermen mal poseen menos fuerza y menor masa muscular en los brazos y en las piernas, aparte exhibir un mayor porcentaje de grasa corporal y padecer más síntomas de ansiedad y depresión que aquellas que tienen un sueño de buena calidad. Estos datos surgen de un estudio realizado en la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, y publicado en la revista Scientific Reports.
La cantidad de ancianos obesos ha venido aumentando durante las últimas décadas en todo el mundo. En Brasil, entre los años 2006 y 2019, la prevalencia de sobrepeso entre personas de 60 años o más trepó del 53,7 % al 60,4 % (un 1,16 % al año), y la de obesidad del 16,1 % al 20,8 % (un 2,34 % al año), de acuerdo con un estudio en el cual se analizaron datos del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo y Protección para Enfermedades Crónicas por Sondeo Telefónico (Vigitel), del Ministerio de Salud nacional. El aumento de ambos factores fue mayor entre los varones y entre las personas de 80 años o más para el exceso de peso, y de entre 70 y 79 años para la obesidad.
Estamos ante la tormenta perfecta, que combina el envejecimiento de la población y el aumento de la obesidad en ese público, que históricamente se sabe que padece trastornos del sueño con mayor frecuencia, aparte de experimentar una mengua de la fuerza muscular, de la masa magra y de la salud mental”, comenta el nutricionista y fisiólogo clínico del ejercicio Hamilton Roschel, quien coordinó este trabajo con el apoyo de la FAPESP. “También es importante recordar que incluso en la población en general se considera que la calidad del sueño constituye un determinante crítico de la salud.”
También suscriben el referido artículo Rafael Genário, Saulo Gil, Gersiel Oliveira-Júnior, Alice Erwig Leitão, Tathiane Franco, Ruan Célio dos Santos Sales y Bruno Gualano, del Grupo de Investigaciones en Fisiología Aplicada y Nutrición de la Escuela de Educación Física y Deportes de la USP (EEFE-USP); Alexandre Leopold Busse y Wilson Jacob Filho, de la Facultad de Medicina de la USP (FM-USP), y Eduardo Ferriolli, de la Asignatura de Geriatría de la FM-USP.
Para investigar la asociación entre la calidad del sueño y los parámetros cuantitativos y cualitativos de salud mental y física en ancianos obesos, los investigadores formatearon el estudio de la siguiente manera: les aplicaron cuestionarios validados para diferentes aspectos de la salud a dos grupos de 95 individuos ancianos obesos (varones y mujeres), divididos entre buenos (46) y malos (49) dormidores. También se evaluaron la composición corporal y la funcionalidad de los participantes.
“Descubrimos que los participantes que dormían mal mostraban una salud física y mental en peores condiciones, con menor vitalidad, más dolores musculares y con sus funciones físicas y mentales comprometidas”, comenta Roschel. “Esas personas presentaban también un mayor porcentaje de grasa corporal, menor masa magra y menor fuerza muscular relativa, aparte de peores marcadores de depresión, ansiedad y calidad de vida.”
Reducción de impacto
A juicio de los autores, los resultados de este trabajo sirven como una advertencia acerca de la importancia de cuidar la salud del sueño de esos ancianos, con el fin de revertir o minimizar los impactos que la obesidad y el envejecimiento causan sobre diversos aspectos de su fisiología (tales como la respuesta anabólica y el metabolismo de la glucosa) y su calidad de vida.
La constatación de que la población de ancianos obesos se encuentra sujeta a un mayor riesgo de llegar a peores desenlaces puede ayudarnos a detectar y derivar adecuadamente a los pacientes que utilizan un servicio público tan amplio y abarcador como es el SUS [las siglas con las cuales se la conoce a la red nacional de salud pública brasileña], evitando así un mayor deterioro de su salud en general”, estima Roschel.
Durante los próximos meses, el grupo de la USP publicará un estudio longitudinal complementario referente a terapias de estilo de vida enfocadas en tratar los desenlaces negativos con relación a la composición corporal (la pérdida de masa muscular y la disminución de la adiposidad, por ejemplo) y los trastornos metabólicos (el control de la glucemia y el perfil lipídico, entre otros).
Más información:
Genario R, Gil S , Oliveira-Júnior G, Erwig Leitão A, Franco T dos Santos Sales RC , et al. Sleep quality is a predictor of muscle mass, strength, quality of life, anxiety and depression in older adults with obesity. Scientific Reports[ Internet]. 2023[citado 24 oct 2023]; 11256. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-023-37921-4
26 octubre 2023| Fuente: DICYT| Tomado Salud Brasil
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Un aumento moderado de las caminatas disminuyó en forma significativa la presión arterial en adultos mayores sedentarios hipertensos.
Alrededor del 80 % de los adultos mayores de 65 años en EE.UU. son hipertensos. La modificación del estilo de vida a menudo es la primera línea de tratamiento para el manejo de la hipertensión; pero, a pesar de los beneficios conocidos del aumento de la actividad física, son frecuentes las barreras para realizar una actividad regular estructurada.
Elizabeth Lefferts, del Departamento de Kinesiología de la Universidad Estatal de Iowa y sus colaboradores, llevaron a cabo el estudio publicado en el Journal of Cardiovascular Development and Disease para evaluar el impacto de una intervención sencilla sobre el estilo de vida de las personas mayores sedentarias y determinar si podían mantener la intensificación de sus caminatas a lo largo del tiempo.
La actividad física más frecuente en las personas mayores es la caminata porque es accesible, de bajo costo y fácil de implementar. Sin embargo, no se ha definido con exactitud la cantidad de pasos que se deben caminar para obtener un beneficio claro para la salud. Algunos proponen caminar 10 000 pasos por día como objetivo general para la salud pública, pero es difícil de alcanzar en las personas mayores, quienes en promedio caminan unos 4 200 pasos diarios.
Las pautas actuales en Estados Unidos recomiendan que los adultos en general deben realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada a vigorosa para obtener beneficios sustanciales para su salud. Las autoras plantean que en adultos mayores sedentarios alcanzar una cantidad absoluta de pasos diarios podría ser menos crítico para mejorar su salud que el aumento de la cantidad de tiempo que dedican a caminar en comparación con los niveles basales.
Métodos y población estudiada
Para evaluar su hipótesis, estudiaron a un grupo de adultos mayores de 65 años con hipertensión o en tratamiento con agentes antihipertensivos en dosis estables, con sobrepeso u obesos y con un nivel de actividad física menor de 8000 pasos diarios. Cabe señalar que la investigación se realizó en plena pandemia de COVID-19, por lo que todas las entrevistas y evaluaciones se hicieron a distancia.
La investigación, de una sola rama, completó evaluaciones en la entrevista basal, a las 10 semanas y a las 20 semanas durante el período de intervención. Después de la selección se entregó a cada participante una tableta para interactuar con un entrenador asignado para realizar las evaluaciones y responder las dudas, un podómetro, un tensiómetro, una balanza, cuestionarios para realizar autoevaluaciones y folletos impresos con instrucciones. Los participantes registraron su presión arterial y frecuencia cardíaca, en lo posible a la misma hora cada día durante ambas fases del estudio. También midieron y registraron sus pesos y completaron cuestionarios sobre los alimentos ingeridos, los determinantes cognitivos sociales de la actividad física para investigar su percepción del riesgo, expectativas de resultados, motivaciones e intenciones antes de comenzar la intervención. Se promediaron las respuestas a cada cuestionario para crear una puntuación global de motivación y acción.
La intervención consistió en dos fases: durante la primera, activa (semanas 1-10) se brindó asistencia para el cambio de conducta con el fin de ayudar a alcanzar los objetivos de los pasos y durante la segunda, de automantenimiento (semanas 11-20) se proporcionó una asistencia mínima. Los participantes no debían alcanzar un recuento de pasos diarios según un requisito estricto de tiempo o intensidad de la marcha, sino que debían acumular pasos durante el día de cualquier manera acorde con su estilo de vida. Se les solicitó que el aumento de la cantidad de pasos fuera gradual para disminuir el riesgo de lesiones. Se obtuvieron promedios de la actividad realizada durante todos los días, con 10 horas de uso del podómetro electrónico, como mínimo.
Resultados
El 91 % de los participantes completó todas las evaluaciones y utilizaron el podómetro durante más de 10 horas el 97 % de los días durante el período de intervención. En ese lapso, la cantidad de pasos fue significativamente mayor que en la evaluación basal. Al cabo de 20 semanas habían mejorado tanto la presión sistólica (137 ± 10 a 130 ± 11 mm Hg) como la diastólica (81 ± 6 a 77 ± 6 mm Hg). Durante el período de estudio, no se registraron cambios en el uso de medicación antihipertensiva ni en la dieta.
Discusión y conclusiones
En esta intervención en adultos mayores sedentarios, el aumento de la cantidad de pasos diarios a 3 000 aproximadamente disminuyó en forma significativa la presión arterial sistólica y diastólica a las 20 semanas en 7 y 4 mm Hg, respectivamente. El aumento de los pasos diarios se mantuvo incluso durante el período de contacto mínimo con el personal durante la fase de automantenimiento, con un descenso adicional de otros 2 mm Hg en los registros de presión.
Las autoras afirman que la medición de los pasos diarios es una métrica fácil de interpretar y comprender, por lo que es un objetivo ideal para promover la actividad física en esta población. Investigaciones sugirieron que disminuciones similares a las magnitudes informadas corresponden a una reducción del riesgo relativo de mortalidad por todas las causas del 11 %, y del 16 % en el caso de la mortalidad cardiovascular, del 18 % del riesgo de cardiopatía y del 36% del riesgo de accidente cerebrovascular.
Los resultados podrían tener importantes repercusiones entre los profesionales que intentan desarrollar una estrategia simple, efectiva y de aplicación generalizada para disminuir la presión arterial.
Lefferts EC, Saavedra JM, Song BK, Brellenthin AG, Pescatello LS, Lee D. Increasing Lifestyle Walking by 3000 Steps per Day Reduces Blood Pressure in Sedentary Older Adults with Hypertension: Results from an e-Health Pilot Study. J Cardiovasc Dev Dis[Internet]. 2023[citado 7 oct 2023]; 10(8): 317. https://doi.org/10.3390/jcdd10080317
9 octubre 2023 |Fuente: siicsalud| Tomado de Noticias biomédicas
