Inhibidores1Investigadores franceses advirtieron sobre el uso excesivo de fármacos supresores de la acidez en lactantes tras descubrir que están asociados a un aumento del riesgo de infecciones graves a una edad posterior.

La atención prestada al uso de inhibidores de la bomba de protones durante la lactancia se debe a que está aumentando el uso de estos fármacos en niños pequeños en Francia, Nueva Zelanda, Escandinavia y Estados Unidos. Gran parte de este uso no es para tratar casos confirmados de reflujo gastroesofágico, sino más bien para calmar el nerviosismo de los padres de bebés con molestias, según los investigadores, que han estudiado los patrones nacionales de prescripción. Además de la preocupación por las infecciones, el uso inadecuado o prolongado de los supresores de la acidez también se asocia a un aumento del riesgo de afecciones como la lesión renal aguda intrahospitalaria y las enfermedades inflamatorias intestinales en los niños.

Los inhibidores de la bomba de protones como omeprazol son eficaces para reducir el ácido gástrico en lactantes con enfermedad por reflujo gastroesofágico, pero los investigadores advierten contra el uso de los fármacos para controlar la regurgitación y el babeo normales que se habrían resuelto por sí solos de todos modos.

«En este estudio, el uso de inhibidores de la bomba de protones en niños pequeños se relacionó con un mayor riesgo de infecciones graves, en general y para diversos sitios y patógenos. En esta población, los inhibidores de la bomba de protones no deberían utilizarse sin una indicación clara», informaron en JAMA Pediatrics la epidemióloga Marion Lassalle, doctora en farmacia, Ph. D., de EPI-PHARE en Saint-Denis, Francia, quien dirigió el estudio, y sus colaboradores.

A partir de los datos de un registro nacional de nacimientos, Lassalle y sus colaboradores compararon las tasas de infección en más de 1,2 millones de lactantes que recibieron un inhibidor de la bomba de protones a una edad promedio de 88 días con las tasas de infección en los niños que recibieron otro tipo de supresor de la acidez (un antagonista de los receptores de histamina o un antiácido) a una edad promedio de 82 días. Más de 600.000 niños formaron parte de cada grupo.

Algo más de la mitad de los participantes eran de sexo masculino y se realizó un seguimiento de los niños hasta una edad máxima de 9 años. Para los que utilizaron un inhibidor de la bomba de protones en lugar de otro supresor de la acidez hubo una tasa global más alta de infecciones graves que requirieron hospitalización (hazard ratio ajustado [HRa]: 1,34; IC de 95 %: 1,32 a 1,36). Hubo mayores tasas de infecciones en el tubo digestivo; oído, nariz y garganta; riñones o vías urinarias; vías respiratorias bajas, y sistema nervioso.

Las infecciones graves aparecieron por primera vez 9,7 meses (intervalo: 3,9 a 21,3) después de que un niño dejara de utilizar un inhibidor de la bomba de protones, un lapso que el grupo de Lassalle determinó basándose en que había un retraso de al menos 90 días en surtir una receta de inhibidores de la bomba de protones.

Posibles factores de confusión

«El estudio muestra asociación, no causalidad», afirmó la Dra. Rina Sanghavi, gastroenteróloga pediátrica del UT Southwestern Medical Center de Dallas, Estados Unidos. La Dra. Sanghavi observó que los niños que siguieron tomando inhibidores de la bomba de protones estaban por lo general más enfermos en su primer año de vida, como demuestran las mayores tasas de enfermedades respiratorias y de uso de corticoesteroides. Esto podría significar que las infecciones que acabaron padeciendo tenían muchas causas y no necesariamente el inhibidor de la bomba de protones.

Del mismo modo, la Dra. Sophia Patel, gastroenteróloga pediátrica de la Cleveland Clinic de Ohio, señaló el intervalo promedio de casi diez meses entre la interrupción de un inhibidor de la bomba de protones y la aparición de una primera infección grave. Ese intervalo es tan largo que es posible que la infección se haya debido a otra cosa, apuntó la Dra. Patel .

A pesar de las limitaciones del estudio, las doctoras Sanghavi y Patel afirmaron que los hallazgos son un buen recordatorio para que los médicos utilicen los inhibidores de la bomba de protones solo cuando sea necesario y limiten su uso una vez iniciado. La base general de evidencia para limitar el uso de inhibidores de la bomba de protones es sólida, señalaron ambas médicas, aunque este estudio no demuestre una causalidad directa entre el uso de inhibidores de la bomba de protones y las tasas de infección.

«Preguntese: ‘¿Necesita este niño un inhibidor de la bomba de protones?'», recomendó dijo la Dra. Sanghavi. Si es así, dijo, ella suele recetarlo durante un periodo de 2 semanas a un máximo de 2 meses y nunca autoriza surtidos automáticos. Con este enfoque, los padres y el niño volverán a la clínica con frecuencia, lo que en la mayoría de los casos permite una reducción más rápida del fármaco.

Lassalle, Ph. D., y las doctoras Sanghavi, y Patel han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Referencia

Lassalle M, Zureik M, Dray-Spira R. Proton Pump Inhibitor Use and Risk of Serious Infections in Young Children. JAMA Pediatr. 2023; e232900. doi: 10.1001/jamapediatrics.2023.2900. PMID: 37578761.       https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37578761/

01/09/2023 (Medscape en Español) Tomado- Noticias y Perspectivas  Copyright © 1994-2023 by WebMD LLC.

Un estudio publicado en JAMA Pediatrics asocia el uso de pantallas a un mayor riesgo de retraso en las habilidades comunicativas y la capacidad para resolver conflictos.

ninos_pantallas1La Organización Mundial de la Salud, al igual que distintas sociedades pediátricas, recomienda no exponer a los bebés a pantallas durante su primer año de vida y limitar el consumo de televisión, tablets, móviles u otros dispositivos electrónicos a los niños de entre dos y cuatro años a un máximo de una hora al día.

Distintos estudios han asociado la sobreexposición a las pantallas con problemas del desarrollo; una evidencia a la que se suman ahora los resultados de una investigación liderada por Taku Obara, investigador de la Universidad Tohoku de Sendai (Japón), que ha realizado un seguimiento a 7 097 familias. Los detalles del trabajo se encuentran en el último número de JAMA Pediatrics. https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics

Según sus datos, cuanto mayor sea la exposición de los bebés de un año a las pantallas, mayor será también su riesgo de sufrir problemas de retraso en la comunicación y en la resolución de problemas a las edades de 2 y 4 años.

A través de cuestionarios a las familias, los autores de la investigación comprobaron que, en la población estudiada, 3 440 niños (48,5 %) estaban delante de una pantalla menos de una hora al día; 2 095 (29,5 %) lo hacían entra una y dos horas a lo largo de la jornada; 1 272 (17, 9 %) pasaban entre dos y cuatro horas frente a una pantalla cada día y, finalmente, 290 (4,1 %) niños estaban cuatro o más horas al día frente al televisor, el ordenador, la tablet o el móvil. De los 7 097 niños estudiados, 3 674 eran varones (el 51,8 % de la muestra analizada) y 3 423 eran niñas (48.2 %).

Al estudiar, a medida que los pequeños crecían, distintos aspectos relacionados con el desarrollo, los investigadores comprobaron que existía una asociación entre el tiempo de exposición a pantallas a la edad de un año con un mayor riesgo de retraso en las habilidades comunicativas y la capacidad para resolver conflictos a las edades de dos y cuatro años.

Este riesgo era mayor cuanto mayor había sido también la exposición a las pantallas, subrayan los investigadores, quienes aclaran que «en particular, más de cuatro horas de tiempo de exposición a las pantallas al día se asoció con retraso en la comunicación y en la resolución de problemas a los dos y a los cuatro años de edad».

«Los resultados de nuestro estudio apoyan los de investigaciones previas, que también han mostrado una asociación entre el tiempo de exposición a las pantallas con consecuencias en el desarrollo», señalan los investigadores  en la revista científica.

En la última actualización de sus guías, la Academia Americana de Pediatría recomienda que antes de los 18 meses, la exposición de los bebés a pantallas sea nula, a excepción de videollamadas y siempre acompañados de un adulto.

La inmovilización provocada por el exceso de pantallas favorece la e-trombosis entre jóvenes

Primer centro público en España para tratar las adicciones a las nuevas tecnologías

El móvil, llamado a ser un aliado en la prevención del suicidio

Otro efecto de la pandemia: aumentan los casos de adicción a videojuegos

Para los niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años, el consejo es que el tiempo de pantallas durante la semana no supere la hora diaria. Según sus recomendaciones, nunca deben usarse pantallas durante las comidas, ni como ‘niñera’ o para calmar una rabieta. También es aconsejable que no haya dispositivos electrónicos con pantalla en las habitaciones de los niños y, en cualquier caso, que no se expongan a estos aparatos entre 30 minutos y una hora antes de dormir.

Recientemente, un estudio elaborado por Qustodio señaló que durante el verano los menores pasan un 30 % más de tiempo en las pantallas.

Referencia

Ippei Takahashi, Taku Obara, Mami Ishikuro, Keiko Murakami, Fumihiko Ueno,  Aoi Noda, Tomomi Onuma, Genki Shinoda, Tomoko Nishimura, Kenji J. Tsuchiya, Shinichi Kuriyama. Screen Time at Age 1 Year and Communication and Problem-Solving Developmental Delay at 2 and 4 Years.  JAMA Pediatr, 2023. doi:10.1001/jamapediatrics.2023.3057. doi:10.1001/jamapediatrics.2023.3057 https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2808593?resultClick=1

Diario Médico – Tomado -Medicina Pediatría

trauma infancia1JACKSONVILLE, Florida — Uno de cada tres niños vivirá, al menos, una situación estresante o traumática en la infancia, como el divorcio de su padre y madre, o que un miembro de la familia tenga problemas con el consumo de drogas o alcohol, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud Infantil. En un nuevo estudio, los investigadores de Mayo Clinic descubrieron que estas situaciones adversas pueden relacionarse con la inactividad sexual y la disfunción sexual en las mujeres en etapas posteriores de su vida. Los hallazgos del estudio están publicados en la revista The Journal of Sexual Medicine.

Los investigadores recomiendan a los proveedores de atención médica que examinen a sus pacientes con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento.

Acerca del estudio

Los investigadores estudiaron un grupo de más de 1500 mujeres de mediana edad (entre 40 y 65 años, con una edad media de 53 años) que visitaron la Clínica de Menopausia y Salud Sexual Femenina en la sede de Mayo Clinic en Minnesota entre el 2015 y el 2016 por preocupaciones relacionadas con la menopausia y la salud sexual. Se les pidió a las mujeres que completaran una encuesta antes de las visitas, que incluía preguntas sobre cualquier antecedente de situaciones adversas en la infancia, junto con la función sexual, los abusos recientes, su estado de ánimo, la ansiedad, los síntomas de la menopausia y la satisfacción en las relaciones interpersonales.

La información recopilada se incluyó en el Registro de Experiencias de Envejecimiento, Menopausia y Sexualidad (DREAMS), un registro de Mayo Clinic sobre la salud femenina. Los investigadores analizaron la relación entre la disfunción sexual femenina y las situaciones adversas en la infancia, definidas en el estudio como situaciones traumáticas que suceden durante la infancia y la adolescencia e implican abusos físicos, emocionales o sexuales; o crecer en un hogar con violencia, consumo de drogas, problemas de salud mental; o inseguridad debido a la separación o el divorcio del padre y la madre, o encarcelamiento.

¿Qué descubrieron los investigadores?

Descubrieron que las mujeres que vivieron cuatro o más situaciones adversas en la infancia tenían casi el doble de probabilidad de ser sexualmente inactivas en comparación con las mujeres que no vivieron situaciones adversas en la infancia y tenían el doble de probabilidades de tener disfunciones sexuales en la mediana edad. El estudio define la disfunción sexual femenina como un trastorno que implica problemas persistentes con el deseo sexual, la excitación, la lubricación, la satisfacción, el orgasmo o el dolor sexual que se asocia con una angustia personal para la mujer que presenta estos síntomas.

“Esta asociación parecía ser independiente de otros factores que también afectan la función sexual femenina, como la edad, el estado menopáusico, el uso de terapia hormonal, la ansiedad, la depresión, la satisfacción marital y los antecedentes de abusos recientes”, afirma la Dra. Mariam Saadedine, médica “fellow” en Mayo Clinic en Florida y primera autora del estudio.

“Esta investigación se suma a la bibliografía que explora la función sexual en las mujeres”, afirma la Licenciada en Medicina y Cirugía, Ekta Fapoor, directora asistente del Centro para la Salud Femenina de Mayo Clinic y autora principal del estudio. “La disfunción sexual tiene un impacto significativo en la calidad de vida de una mujer. De acuerdo con estos hallazgos, recomendamos a los proveedores de atención médica que examinen a las mujeres con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento. Si las consecuencias de las adversidades en la infancia no se abordan de forma adecuada, otras intervenciones para mejorar la función sexual podrían no funcionar”.

Los próximos pasos de esta investigación consisten en evaluar las asociaciones entre las situaciones adversas en la infancia y la disfunción sexual femenina en un grupo de mujeres más diverso, incluidas las de estado socioeconómico más bajo y las que tienen acceso limitado a la atención médica.

Consulte el artículo para acceder al estudio completo, la lista de autores y los conflictos de interés.

Referencia

Mariam Saadedine, Stephanie Faubion, Sheryl Kingsberg, Felicity Enders, Carol Kuhle, Juliana M Kling, et al. Adverse childhood experiences and sexual dysfunction in midlife women: Is there a link?, The Journal of Sexual Medicine, Volume 20, Issue 6, June 2023, Pages 792–799, https://doi.org/10.1093/jsxmed/qdad053

https://academic.oup.com/jsm/article-abstract/20/6/792/7146045?redirectedFrom=fulltext&login=true

 

30/08/2023(EurekAlert) Tomado – News Releases 

septiembre 1, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Pediatría, Problemas de Salud, Riesgo a la Salud, Sexología | Etiquetas: , , , , |

Una canción de cuna compuesta por el músico austriaco sirvió para tranquilizar a los bebés durante la prueba del talón, un pequeño examen de sangre que se realiza a los lactantes para detectar algunas enfermedades.

musica mozartCantar canciones de cuna tranquiliza a los recién nacidos, pero si estas piezas musicales las compuso Wolfgang Amadeus Mozart pueden además ayudar a aliviar el dolor que siente el bebé cuando se le somete a un análisis de sangre por punción en el talón, según se detalla en un estudio que publica este martes (29.08.2023) la revista Pediatric Research.

Ese es el resultado de un estudio realizado con cien lactantes, en el cual se señala que los recién nacidos que escucharon solamente una de las canciones de cuna compuestas por Mozart antes, durante y después del pinchazo registraron menos dolor y se calmaron antes.

Un pequeño examen para detectar enfermedades

Un equipo encabezado por el Centro Médico Lincoln de Nueva York desarrolló su investigación mientras los bebés se sometían a la llamada prueba del talón, un análisis de sangre en el pie que sirve para detectar algunas enfermedades como el hipotiroidismo congénito o la fenilcentonuria.

Los lactantes tenían una media de dos días de vida y habían nacido con 39 semanas de gestación. Como parte de los cuidados estándar, se administró a todos 0,5 mililitros de solución azucarada dos minutos antes de realizar la punción del talón. Los padres no podían abrazar físicamente al bebé para calmarlo durante el ensayo.

Más de la mitad escuchó a Mozart

54 de los 100 lactantes escucharon una canción de cuna instrumental de Mozart durante 20 minutos antes y durante la punción del talón y durante cinco minutos después, mientras que los restantes no escucharon música. Antes de recibir el pequeño pinchazo, los autores observaron niveles de dolor similares en ambos grupos de bebés, que eran de una media de cero.

Sin embargo, la puntuación media de dolor de los bebés que escucharon la canción de cuna fue significativamente menor durante e inmediatamente después del procedimiento, en comparación con los que no escucharon música.

Diferencias de dolor entre quienes escucharon la melodía

En concreto, las puntuaciones de dolor de los bebés que oyeron la melodía musical fueron de 4 durante la punción; 0 un minuto después y 0 dos minutos después. En cambio, en el grupo de los 46 restantes que no oyeron música, las puntuaciones de dolor fueron de 7; 5,5 y 2 en los mismos puntos temporales, según el estudio.

Tres minutos después del procedimiento, el equipo no observó diferencias significativas en las puntuaciones medias de dolor de los lactantes de ambos grupos.

«La intervención musical es una herramienta fácil, reproducible y barata para aliviar el dolor de procedimientos menores en recién nacidos sanos y a término», proponen los investigadores.

¿Cómo se sabe si un niño siente dolor?

Los niveles de dolor se determinaron en función de las expresiones faciales de los niños, el grado de llanto, los patrones de respiración, los movimientos de las extremidades y los niveles de alerta.

Los autores, que entre sus filas contaban con un investigador que llevaba auriculares con cancelación de ruido, tuvieron en cuenta la posible influencia de otros estímulos sensoriales en los niveles de dolor, realizando el procedimiento en una habitación silenciosa, poco iluminada y a temperatura ambiente, y no proporcionando a los recién nacidos chupetes ni consuelo físico.

Los autores sugieren que los próximos estudios podrían enfocarse en las grabaciones de las voces de los padres, que también pueden reducir el dolor en los recién nacidos durante procedimientos menores, así como explorar la influencia del consuelo físico de los cuidadores, además de la música, en los niveles de dolor.

Referencia

Anbalagan, S., Velasquez, J.H., Staufert Gutierrez, D. et al. Music for pain relief of minor procedures in term neonates. Pediatr Res (2023). https://doi.org/10.1038/s41390-023-02746-4.

https://www.nature.com/articles/s41390-023-02746-4

 

29/08/2023 (DW.com) Tomado   Ciencia Estados Unidos © 2023 Deutsche Welle


 

leche maternaHace mucho tiempo que se sabe que la lactancia materna ayuda a mantener a los recién nacidos sanos y protegidos frente a diversas enfermedades. Pero ciertos azúcares presentes en la leche materna también podrían ayudar a prevenir infecciones antes del nacimiento del bebé. Los investigadores que publican informes en ACS Central Science han descubierto que estos azúcares pueden detener una infección prenatal habitual que afecta a los tejidos humanos y a ratones preñados. Esto podría ayudar a evitar partos prematuros u otras complicaciones sin necesidad de suministrar antibióticos en el futuro.

Algunas bacterias que pueden afectar los embarazos de forma más frecuente son los estreptococos del grupo B (EGB). Las infecciones por EGB no tratadas pueden provocar efectos adversos, como neumonía neonatal o parto prematuro. Los tratamientos existentes se basan principalmente en antibióticos, que pueden dar lugar a cepas resistentes. Sin embargo, muchos de los compuestos ya presentes en la leche materna humana, como los oligosacáridos de la leche materna (HMO, por sus siglas en inglés), tienen efectos antibacterianos.

Steven Townsend, Jennifer Gaddy y sus colegas previamente exploraron los efectos antibacterianos de los HMO y descubrieron que podían inhibir el crecimiento de los EGB in vitro y en determinadas células reproductoras. Sin embargo, los investigadores debían demostrar cómo funcionan los azúcares en diferentes tejidos e in vivo antes de poder utilizar estos compuestos para potenciar los antibióticos existentes, o considerarlos como una nueva opción de tratamiento. Los investigadores pasaron entonces a estudiar la actividad de los HMO en las infecciones por EGB en ratones preñados y en tejidos humanos.

En primer lugar, analizaron los efectos protectores de los HMO en tejidos humanos infectados por EGB, utilizando tanto tejidos fetales vivos como un modelo organoide de la vagina. Al añadir un compuesto de HMO diseñado para imitar la composición de los azúcares de la leche materna, las bacterias no pudieron adherirse ni formar colonias.

A continuación, probaron el compuesto de HMO en ratones preñados infectados con EGB. Los ratones tratados presentaron un nivel de inflamación relativamente típico, cantidades reducidas de bacterias en distintos tejidos reproductivos y no hubo casos de partos prematuros, rotura de membranas ni muertes maternas. En su conjunto, estos resultados demuestran que los HMO pueden tener efectos antimicrobianos sin la administración de antibióticos adicionales. Los investigadores afirman que este trabajo podría permitir el uso de estos azúcares como opción viable de tratamiento para las infecciones por EGB y para prevenir resultados adversos en el embarazo.

Fuente: EurekaAlert

Referencia: Rebecca E. Moore, Sabrina K. Spicer, Jacky Lu, Schuyler A. Chambers, Kristen N. Noble, Jonathan Lochner, Rebecca C. Christofferson, Karla A. Vasco, Shannon D. Manning, Steven D. Townsend, and Jennifer A. Gaddy. The Utility of Human Milk Oligosaccharides against Group B Streptococcus Infections of Reproductive Tissues and Cognate Adverse Pregnancy Outcomes. ACS Central Science Article ASAP. Aug 2023. DOI: 10.1021/acscentsci.3c00101

 

niños obeso comidaLa obesidad infantil aumenta el riesgo de enfermedades cardiometabólicas, particularmente en el sexo femenino, debido a los niveles más altos de HOMA-IR (modelo homeostático para evaluar la resistencia a la insulina), triglicéridos/C-HDL y triglicéridos/glucosa y el tercil superior de la relación triglicéridos/C-HDL. Read more

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