dolor odontologico1Los antiinflamatorios no esteroideos, paracetamol o los dos tipos de fármacos a la vez pueden tratar eficazmente el dolor odontológico agudo de la población pediátrica como medida provisional, hasta que se disponga de un tratamiento definitivo, según una nueva guía.

Esta guía, publicada en el número de septiembre de Journal of the American Dental Association, no recomienda los opiáceos para el dolor dental o tras una extracción dental en este grupo de pacientes.

La prescripción de opiáceos a la población pediátrica conlleva riesgos de hospitalización y muerte; sin embargo, algunos dentistas siguieron prescribiéndolos a niños pequeños a pesar de una advertencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos en 2017 sobre el uso de tramadol y codeína en esta población, señala la guía.

La prescripción de opioides a los niños también continuó después de que la American Academy of Pediatric Dentistry recomendara en 2018 paracetamol y antiinflamatorios no esteroideos como medicamentos de primera línea para el tratamiento del dolor y señalara que el uso de opioides debería ser «poco frecuente».

Aunque la nueva guía, que también abarca el tratamiento del dolor tras la extracción de una pieza dental, está dirigida a los odontólogos generales, podría ayudar a los médicos de urgencias y a los médicos de atención primaria a tratar el dolor de los niños cuando no se disponga inmediatamente de un tratamiento definitivo, observaron los autores.

El tratamiento definitivo podría tratarse de una pulpectomía, una endodoncia no quirúrgica, una incisión para drenar un absceso o la extracción de la pieza dental. Si no son posibles los cuidados definitivos en 2 a 3 días, los padres deben hacérselo saber al equipo asistencial, afirma la guía.

«Estas estrategias farmacológicas aliviarán la odontalgia temporalmente hasta que se disponga de una derivación para un tratamiento dental definitivo», escribieron los autores.

La American Dental Association (ADA) respaldó la nueva guía, elaborada por investigadores del Science & Research Institute de la ADA, la University of Pittsburgh School of Dental Medicine y el Center for Integrative Global Oral Health de la University of Pennsylvania School of Dental Medicine, en Filadelfia, Estados Unidos.

En la guía se recomienda ibuprofeno y, para la población pediátrica mayor de 12 años, naproxeno como opciones de antiinflamatorios no esteroideos. El uso de naproxeno en menores de 12 años para este fin no aparece en el prospecto, acotaron.

La guía recomienda dosis de paracetamol y antiinflamatorios no esteroideos en función de la edad y el peso, que pueden diferir de las que figuran en los envases de los fármacos.

«Cuando se administran paracetamol o los antiinflamatorios no esteroideos según las indicaciones, el riesgo de daño para la población pediátrica por cualquiera de los dos fármacos es bajo», afirma la guía.

«Si bien la prescripción de opiáceos a la población pediátrica se ha vuelto menos frecuente en general, esta guía garantiza que tanto los dentistas como los padres dispongan de recomendaciones basadas en evidencia para determinar el tratamiento más adecuado de la odontalgia», afirmó en un comunicado de prensa de la American Dental Association el autor principal de la guía, Paul Moore, doctor en medicina dental, Ph. D., maestro en salud pública, profesor emérito de la University of Pittsburgh’s School of Dental Medicine.[4] «Los padres y cuidadores pueden estar tranquilos sabiendo que los medicamentos ampliamente disponibles que no tienen potencial de abuso, como paracetamol o ibuprofeno, son tolerables y eficaces para ayudar a sus hijos a encontrar alivio del dolor dental a corto plazo».

Una revisión de 2018 realizada por Moore y sus colaboradores reveló que el uso de antiinflamatorios no esteroideos, con o sin paracetamol, era eficaz y minimizaba los efectos adversos, en comparación con los opiáceos, para la odontalgia aguda en todas las edades.[5]

Las nuevas recomendaciones para la población pediátrica “permitirán un mejor tratamiento de este tipo de dolor” y “ayudarán a prevenir la prescripción innecesaria de medicamentos con potencial de abuso, incluidos los opiáceos”, afirmó en el comunicado de prensa la Dra. Patrizia Cavazzoni, directora del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.

El informe es el resultado de una beca para preparar una guía de práctica asistencial para el tratamiento del dolor agudo en odontología en niños, adolescentes y adultos. Las recomendaciones para adolescentes y adultos están aún en fase de desarrollo.

Referencia

Carrasco-Labra A, Polk DE, Urquhart O, Aghaloo T, Claytor W, Dhar V, et al. Evidence-based clinical practice guideline for the pharmacologic management of acute dental pain in children: A report from the American Dental Association Science and Research Institute, the University of Pittsburgh School of Dental Medicine, and the Center for Integrative Global Oral Health at the University of Pennsylvania. J Am Dent Assoc. Sep 2023;154(9):814-825.e2. doi: 10.1016/j.adaj.2023.06.014. PMID: 37634915.

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0002817723003902?via%3Dihub

08/09/2023 Fuente: (Medscape en español) Tomado- Noticias y Perspectivas Copyright © 1994-2023 by WebMD LLC.

septiembre 11, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Odontología, Pediatría | Etiquetas: , , , , , , , |

ninos1Los niños y niñas de 19 meses ya aplican un pensamiento lógico natural, incluso antes de aprender a hablar, para enfrentarse a las incertezas que tienen sobre el mundo. Esta lógica natural contribuye a su proceso de aprendizaje.

¿Cómo aprendemos a hablar durante la infancia o cómo adquirimos conocimientos sobre el mundo que nos rodea? Las interacciones sociales de los niños y niñas más pequeños en su entorno social y familiar y en los centros educativos contribuyen a ello, pero no explican por si solos el proceso de aprendizaje.  Un pensamiento lógico natural, que se manifiesta desde edades muy tempranas y no depende de los conocimientos lingüísticos, también facilita el proceso de aprendizaje, según un estudio liderado por el Center for Brain and Cognition de la UPF y cuyos resultados se acaban de publicar este viernes, 1 de septiembre, por la tarde en la revista Current Biology.

El estudio se centra en una cuestión que aún genera debate entre los neurocientíficos: si los niños y niñas pequeños que no han aprendido a hablar (o están desarrollando el habla) son capaces de razonar lógicamente. Ante esta incógnita, esta investigación pionera demuestra que este razonamiento lógico natural existe al menos desde los 19 meses de edad, no depende de los conocimientos lingüísticos y se desarrolla principalmente a través de la estrategia de la exclusión por eliminación. Es decir, ante una realidad desconocida, los niños y niñas pequeños tratarían de analizarla y llegar a alguna conclusión al respecto, a través del descarte de las opciones que, de acuerdo con su nivel de conocimiento en cada momento, no son posibles.

Los resultados del artículo se exponen en el artículo titulado The scope and role of deduction in infant cognition, elaborado por Kinga Anna Bohus, Nicolo Cesana-Arlotti, Ana Martín-Salguero y Luca Lorenzo Bonatti. El investigador principal, L.Bonatti (ICREA), es el director del grupo de investigación Reasoning and Infant Cognition (RICO) del Center for Brain and Cognition (CBC) de la UPF, al cual también pertenece Kinga Anna Bohus (autora principal).  N. Cesana-Arlotti y Ana Martín-Salguero, anteriormente vinculados al CBC de la UPF, actualmente son investigadores en la Universidad de Yale (EEUU) y en la École Normale Supérieure de París, respectivamente.

Los niños y niñas pequeños tienden a resolver incertezas descartando opciones imposibles de acuerdo al nivel de conocimiento que tienen en cada momento

El estudio analiza la importancia de dos estrategias de los niños y niñas de edades tempranas para enfrentarse a las incertezas: la asociación y la exclusión (o disyunción por eliminación). La primera estrategia implicaría que los niños, al escuchar una palabra nueva que puede referirse a dos objetos desconocidos que están viendo, asocien mentalmente el término a cada uno de ellos. Posteriormente, asociarían el término con el objeto con el que les encajara mejor esta denominación. La segunda estrategia (exclusión) explica cómo, a partir de un razonamiento lógico por eliminación de alternativas, un niño o niña pequeño puede aprender una nueva palabra. Por ejemplo, si ve dos objetos (A y B) y escucha un término desconocido que sabe que no es de A (porque conoce el nombre de A), determinará que es la denominación de B. Esta es la estrategia predominante, según los resultados del estudio.

Dos experimentos para analizar la lógica natural de los niños y niñas pequeños ante objetos y términos conocidos o desconocidos

El equipo de investigación ha realizado dos experimentos diferentes. En el primero de ellos, han participado 61 niños y niñas de 19 meses (26 monolingües y 35 bilingües). En el segundo, la muestra la han formado 33 participantes de esta misma edad (19 monolingües y 14 bilingües).  El análisis de ambos grupos era fundamental para determinar si los procesos deductivos dependen de las experiencia lingüística.

En el primer experimento, se mostraban dos objetos a los participantes, que tenían que relacionar con alguna de las palabras que escuchaban, a través de diferentes pruebas. En la primera de ellas, tenían que observan dos objetos que conocían (por ejemplo una cuchara y una galleta) y, al escuchar un término (por ejemplo cuchara) asociarlo a uno de los dos. En la segunda prueba, se mostraba a los niños pequeños un objeto que conocían (por ejemplo una manzana) y otro que desconocían (por ejemplo, un carburador), y escuchaban la palabra correspondiente al objeto conocido (manzana), que tenían que identificar. La tercera prueba era igual que la segunda, excepto por el hecho que el término escuchado correspondía a la palabra desconocida (siguiendo con el ejemplo anterior, carburador).

En el segundo experimento, se usaban dos objetos o seres animados (por ejemplo, un paraguas y la figura de un chico), asociados cada uno de ellos a un sonido. Posteriormente, se cubrían los dos objetos de modo que el niño no los veía y uno de ellos se metía en una copa. Al descubrirlos, sólo veía uno de los dos objetos y debía adivinar, por eliminación, cuál se encontraba dentro de la copa.  En una prueba posterior (con los dos objetos cubiertos y sin variar su posición), escuchaba el sonido asociado a uno de ellos y se analizaba si dirigía la mirada hacia el objeto correcto.

En todas estas pruebas, se evaluaban los patrones del movimiento de su mirada. Por ejemplo, al hacer un razonamiento por exclusión, lo que hacen los niños y niñas pequeños es dirigir la mirada al objeto A y, si descartan que el término que han escuchado se refiera a él, entonces giran la mirada hacia B. Es lo que se conoce como estrategia de doble revisión.

No hay diferencias relevantes entre la lógica de los niños pequeños monolingües y bilingües

La autora principal de la investigación, Kinga Anna Bohus, resume así las principales conclusiones del estudio: “Hemos analizado la presencia del concepto de disyunción lógica en lactantes de 19 meses. En una tarea de mapeo de palabras referentes, tanto los bebés bilingües como los monolingües muestran un patrón de inspección oculomotora que previamente se había encontrado como un sello distintivo del razonamiento disyuntivo en adultos y niños”.

En definitiva, los resultados del estudio no muestran diferencias relevantes entre el razonamiento lógico de los niños y niñas pequeños monolingües y bilingües, lo que constata que no depende de los conocimientos lingüísticos. Este pensamiento lógico natural podría estar presente antes de los 19 meses de edad, si bien aún no existen suficientes evidencias científicas para demostrar su presencia en edades más tempranas.

Artículo de referencia:

Bohus, K.A. , Cesana-Arlotti, N., Martín-Salguero, A., Bonatti, L.L. (2023). The scope and role of deduction in infant cognition. Current Biology 33, 1–7. https://doi.org/10.1016/j.cub.2023.08.028.   DOI

10.1016/j.cub.2023.08.028 

04/09/2023(EurekAlert) Tomado - News Releases     Copyright © 2023 by the American Association for the Advancement of Science (AAAS)

DengueLa mayoría de los pacientes cursaron la fiebre dengue de manera leve; solo uno de los descritos por el artículo requirió ingreso a la unidad de terapia intensiva pediátrica.

El exantema, los vómitos y la irritabilidad, además de la fiebre, constituyen las manifestaciones habituales de la fiebre dengue en lactantes. La investigación destaca que no ocurrieron fallecimientos.

El ensayo Características de la Fiebre Dengue en niños menores de 6 meses… que publica la revista Pediatría (Asunción) evalúa las características clínicas y epidemiológicas de los lactantes menores de 6 meses con diagnóstico de fiebre dengue.

La Nación / Hospital Acosta Ñu inaugura importantes mejoras con G. 34 mil  millones de inversión.

Las autoras informan que  la institución recibe aproximadamente 110 000 pacientes al año.

Descripción de la enfermedad

El dengue aparece en picos epidémicos cada 3 o 4 años debido a los nuevos serotipos que reinstalan la infección. Después de la pandemia recobró a su prevalencia anterior con más de 2 millones y medio de casos reportados en América, con un millón de fallecidos y una cifra de graves que superó los cuatro mil.

La enfermedad causada por un arbovirus, el virus del dengue, presenta cuatro serotipos DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4. Es transmitido por la picadura del mosquito hembra Aedes aegypti.

El dengue puede cursar con formas subclínicas o leves, o presentarse con formas graves hasta llegar al shock o falla multiorgánica.

Si bien la presentación asintomática puede darse en un 50 a 80% de los casos, en el algoritmo de manejo se distinguen formas clínicas del dengue:

la clásica, o fiebre dengue, sin signos de alarma, caracterizada por fiebre brusca, escalofríos, mialgias, artralgias, anorexia, cefalea y dolor retro orbitario;

dengue con signos de alarma como dolor abdominal intenso y sostenido, vómitos persistentes, ascitis, derrames serosos, sangrado de mucosas, letargo, irritabilidad, hepatomegalia, hipotensión postural, hematocrito aumentado y

dengue grave que implica shock o dificultad respiratoria, sangrado y daño orgánico grave.

La gran mayoría de los casos de dengue se registran en niños menores de 15 años. Las diferencias clínicas de su manisfestación en niños y en adultos indican que en los primeros se presenta con más vómitos y rash cutáneo, mientras en los adultos predominan artralgias, dolor retro orbital y mialgias.

Los datos de laboratorio encuentran más casos de trombocitopenia, hemoconcentración y elevada ALT (alanina aminotransferasa).

Experiencias descritas

Las características del dengue también fueron cambiando en las últimas décadas, tanto en la forma de presentación, como en la severidad y el riesgo vital.

De acuerdo a un informe nicaragüense publicado en 2005, un mayor porcentaje de dengue grave se vio en lactantes de 4 a 9 meses.

Un estudio de Brasil fechado en 2018 reportó que en los mayores de 5 años el dolor abdominal y la hepatoesplenomegalia fueron factores asociados a la severidad del dengue. Otro trabajo -en este caso de Paraguay- con un grupo pequeño de lactantes, mostró que presentaban menos leucopenia que los demás grupos etarios sin observarse incrementos de la gravedad.

Diseño y población del estudio

Ensayo observacional, descriptivo, de corte transversal, retrospectivo comprendido entre enero de 2017 y diciembre del 2021.

De los 48 869 pacientes menores de 6 meses que consultaron el servicio de urgencias del Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu, el estudio incluyó 172 lactantes con diagnóstico de fiebre dengue, equivalentes al 0,35 % de la población consultante total.

Las autoras consideran como posible que la baja cantidad esté relacionada con la situación epidemiológica de la infección, ya que tanto en las epidemias periódicas de dengue, como en los periodos de endemia, la afectación de mujeres embarazadas en ocasiones conduce a la infección del feto, por transmisión vertical o al neonato. En este último caso, los anticuerpos maternos pueden tener efectos protectores para el lactante durante un periodo de 6 a 12 meses.

Consecuencias de la investigación

Un escaso porcentaje de la población estudiada presentó signos de alarma, siendo los más frecuentes, vómitos e irritabilidad. Según el artículo, estos hallazgos difieren de manera notable con los registrados por el estudio del 2013 a 60 pacientes del mismo hospital que encontró signos de alarma en el 56,6 % de los lactantes. La diferencia, aclaran, podría deberse al escaso número de participantes del anterior estudio, es decir a un error aleatorio.

Con relación a los métodos auxiliares de diagnóstico, la mayoría de los pacientes presentaron una prueba positiva, ya sea NS1 o serología, datos similares a una investigación de 156 pacientes realizada en la Argentina, en que el 52,5 % fue diagnosticado por virología.

Estos reactivos para antígeno viral NS1 pueden arrojar resultados rápidos, con baja sensibilidad, pero con elevado valor predictivo positivo. Por tanto, un resultado negativo, no descarta la enfermedad, sin embargo, si es positivo, prácticamente la confirma, en atención a la elevada prevalencia del dengue en el país.

En lactantes con 5 meses de edad media, los síntomas predominantes de la fiebre dengue, además de la fiebre misma, fueron exantema, vómitos e irritabilidad. El estudio no observó marcada leucopenia ni plaquetopenia. La mayoría curso levemente la enfermedad y solo un paciente requirió ingreso a la unidad de terapia intensiva pediátrica. No se registraron fallecidos.

Referencia

Casartelli Vall D, Godoy Sánchez L, Mesquita Ramírez M. Características de la Fiebre Dengue en niños menores de 6 meses, un estudio retrospectivo. Pediatría (Asunción), 50(1), 20 – 26.  https://doi.org/10.31698/ped.50012023005

https://www.revistaspp.org/index.php/pediatria/article/view/743

 

01/09/2023(Siic Salud) Tomado- Noticias biomédicas Pediatría 

septiembre 4, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Dengue, Fiebre, Pediatría, Problemas de Salud, Riesgo a la Salud | Etiquetas: , , , |

Inhibidores1Investigadores franceses advirtieron sobre el uso excesivo de fármacos supresores de la acidez en lactantes tras descubrir que están asociados a un aumento del riesgo de infecciones graves a una edad posterior.

La atención prestada al uso de inhibidores de la bomba de protones durante la lactancia se debe a que está aumentando el uso de estos fármacos en niños pequeños en Francia, Nueva Zelanda, Escandinavia y Estados Unidos. Gran parte de este uso no es para tratar casos confirmados de reflujo gastroesofágico, sino más bien para calmar el nerviosismo de los padres de bebés con molestias, según los investigadores, que han estudiado los patrones nacionales de prescripción. Además de la preocupación por las infecciones, el uso inadecuado o prolongado de los supresores de la acidez también se asocia a un aumento del riesgo de afecciones como la lesión renal aguda intrahospitalaria y las enfermedades inflamatorias intestinales en los niños.

Los inhibidores de la bomba de protones como omeprazol son eficaces para reducir el ácido gástrico en lactantes con enfermedad por reflujo gastroesofágico, pero los investigadores advierten contra el uso de los fármacos para controlar la regurgitación y el babeo normales que se habrían resuelto por sí solos de todos modos.

«En este estudio, el uso de inhibidores de la bomba de protones en niños pequeños se relacionó con un mayor riesgo de infecciones graves, en general y para diversos sitios y patógenos. En esta población, los inhibidores de la bomba de protones no deberían utilizarse sin una indicación clara», informaron en JAMA Pediatrics la epidemióloga Marion Lassalle, doctora en farmacia, Ph. D., de EPI-PHARE en Saint-Denis, Francia, quien dirigió el estudio, y sus colaboradores.

A partir de los datos de un registro nacional de nacimientos, Lassalle y sus colaboradores compararon las tasas de infección en más de 1,2 millones de lactantes que recibieron un inhibidor de la bomba de protones a una edad promedio de 88 días con las tasas de infección en los niños que recibieron otro tipo de supresor de la acidez (un antagonista de los receptores de histamina o un antiácido) a una edad promedio de 82 días. Más de 600.000 niños formaron parte de cada grupo.

Algo más de la mitad de los participantes eran de sexo masculino y se realizó un seguimiento de los niños hasta una edad máxima de 9 años. Para los que utilizaron un inhibidor de la bomba de protones en lugar de otro supresor de la acidez hubo una tasa global más alta de infecciones graves que requirieron hospitalización (hazard ratio ajustado [HRa]: 1,34; IC de 95 %: 1,32 a 1,36). Hubo mayores tasas de infecciones en el tubo digestivo; oído, nariz y garganta; riñones o vías urinarias; vías respiratorias bajas, y sistema nervioso.

Las infecciones graves aparecieron por primera vez 9,7 meses (intervalo: 3,9 a 21,3) después de que un niño dejara de utilizar un inhibidor de la bomba de protones, un lapso que el grupo de Lassalle determinó basándose en que había un retraso de al menos 90 días en surtir una receta de inhibidores de la bomba de protones.

Posibles factores de confusión

«El estudio muestra asociación, no causalidad», afirmó la Dra. Rina Sanghavi, gastroenteróloga pediátrica del UT Southwestern Medical Center de Dallas, Estados Unidos. La Dra. Sanghavi observó que los niños que siguieron tomando inhibidores de la bomba de protones estaban por lo general más enfermos en su primer año de vida, como demuestran las mayores tasas de enfermedades respiratorias y de uso de corticoesteroides. Esto podría significar que las infecciones que acabaron padeciendo tenían muchas causas y no necesariamente el inhibidor de la bomba de protones.

Del mismo modo, la Dra. Sophia Patel, gastroenteróloga pediátrica de la Cleveland Clinic de Ohio, señaló el intervalo promedio de casi diez meses entre la interrupción de un inhibidor de la bomba de protones y la aparición de una primera infección grave. Ese intervalo es tan largo que es posible que la infección se haya debido a otra cosa, apuntó la Dra. Patel .

A pesar de las limitaciones del estudio, las doctoras Sanghavi y Patel afirmaron que los hallazgos son un buen recordatorio para que los médicos utilicen los inhibidores de la bomba de protones solo cuando sea necesario y limiten su uso una vez iniciado. La base general de evidencia para limitar el uso de inhibidores de la bomba de protones es sólida, señalaron ambas médicas, aunque este estudio no demuestre una causalidad directa entre el uso de inhibidores de la bomba de protones y las tasas de infección.

«Preguntese: ‘¿Necesita este niño un inhibidor de la bomba de protones?'», recomendó dijo la Dra. Sanghavi. Si es así, dijo, ella suele recetarlo durante un periodo de 2 semanas a un máximo de 2 meses y nunca autoriza surtidos automáticos. Con este enfoque, los padres y el niño volverán a la clínica con frecuencia, lo que en la mayoría de los casos permite una reducción más rápida del fármaco.

Lassalle, Ph. D., y las doctoras Sanghavi, y Patel han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Referencia

Lassalle M, Zureik M, Dray-Spira R. Proton Pump Inhibitor Use and Risk of Serious Infections in Young Children. JAMA Pediatr. 2023; e232900. doi: 10.1001/jamapediatrics.2023.2900. PMID: 37578761.       https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37578761/

01/09/2023 (Medscape en Español) Tomado- Noticias y Perspectivas  Copyright © 1994-2023 by WebMD LLC.

Un estudio publicado en JAMA Pediatrics asocia el uso de pantallas a un mayor riesgo de retraso en las habilidades comunicativas y la capacidad para resolver conflictos.

ninos_pantallas1La Organización Mundial de la Salud, al igual que distintas sociedades pediátricas, recomienda no exponer a los bebés a pantallas durante su primer año de vida y limitar el consumo de televisión, tablets, móviles u otros dispositivos electrónicos a los niños de entre dos y cuatro años a un máximo de una hora al día.

Distintos estudios han asociado la sobreexposición a las pantallas con problemas del desarrollo; una evidencia a la que se suman ahora los resultados de una investigación liderada por Taku Obara, investigador de la Universidad Tohoku de Sendai (Japón), que ha realizado un seguimiento a 7 097 familias. Los detalles del trabajo se encuentran en el último número de JAMA Pediatrics. https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics

Según sus datos, cuanto mayor sea la exposición de los bebés de un año a las pantallas, mayor será también su riesgo de sufrir problemas de retraso en la comunicación y en la resolución de problemas a las edades de 2 y 4 años.

A través de cuestionarios a las familias, los autores de la investigación comprobaron que, en la población estudiada, 3 440 niños (48,5 %) estaban delante de una pantalla menos de una hora al día; 2 095 (29,5 %) lo hacían entra una y dos horas a lo largo de la jornada; 1 272 (17, 9 %) pasaban entre dos y cuatro horas frente a una pantalla cada día y, finalmente, 290 (4,1 %) niños estaban cuatro o más horas al día frente al televisor, el ordenador, la tablet o el móvil. De los 7 097 niños estudiados, 3 674 eran varones (el 51,8 % de la muestra analizada) y 3 423 eran niñas (48.2 %).

Al estudiar, a medida que los pequeños crecían, distintos aspectos relacionados con el desarrollo, los investigadores comprobaron que existía una asociación entre el tiempo de exposición a pantallas a la edad de un año con un mayor riesgo de retraso en las habilidades comunicativas y la capacidad para resolver conflictos a las edades de dos y cuatro años.

Este riesgo era mayor cuanto mayor había sido también la exposición a las pantallas, subrayan los investigadores, quienes aclaran que «en particular, más de cuatro horas de tiempo de exposición a las pantallas al día se asoció con retraso en la comunicación y en la resolución de problemas a los dos y a los cuatro años de edad».

«Los resultados de nuestro estudio apoyan los de investigaciones previas, que también han mostrado una asociación entre el tiempo de exposición a las pantallas con consecuencias en el desarrollo», señalan los investigadores  en la revista científica.

En la última actualización de sus guías, la Academia Americana de Pediatría recomienda que antes de los 18 meses, la exposición de los bebés a pantallas sea nula, a excepción de videollamadas y siempre acompañados de un adulto.

La inmovilización provocada por el exceso de pantallas favorece la e-trombosis entre jóvenes

Primer centro público en España para tratar las adicciones a las nuevas tecnologías

El móvil, llamado a ser un aliado en la prevención del suicidio

Otro efecto de la pandemia: aumentan los casos de adicción a videojuegos

Para los niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años, el consejo es que el tiempo de pantallas durante la semana no supere la hora diaria. Según sus recomendaciones, nunca deben usarse pantallas durante las comidas, ni como ‘niñera’ o para calmar una rabieta. También es aconsejable que no haya dispositivos electrónicos con pantalla en las habitaciones de los niños y, en cualquier caso, que no se expongan a estos aparatos entre 30 minutos y una hora antes de dormir.

Recientemente, un estudio elaborado por Qustodio señaló que durante el verano los menores pasan un 30 % más de tiempo en las pantallas.

Referencia

Ippei Takahashi, Taku Obara, Mami Ishikuro, Keiko Murakami, Fumihiko Ueno,  Aoi Noda, Tomomi Onuma, Genki Shinoda, Tomoko Nishimura, Kenji J. Tsuchiya, Shinichi Kuriyama. Screen Time at Age 1 Year and Communication and Problem-Solving Developmental Delay at 2 and 4 Years.  JAMA Pediatr, 2023. doi:10.1001/jamapediatrics.2023.3057. doi:10.1001/jamapediatrics.2023.3057 https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2808593?resultClick=1

Diario Médico – Tomado -Medicina Pediatría

trauma infancia1JACKSONVILLE, Florida — Uno de cada tres niños vivirá, al menos, una situación estresante o traumática en la infancia, como el divorcio de su padre y madre, o que un miembro de la familia tenga problemas con el consumo de drogas o alcohol, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud Infantil. En un nuevo estudio, los investigadores de Mayo Clinic descubrieron que estas situaciones adversas pueden relacionarse con la inactividad sexual y la disfunción sexual en las mujeres en etapas posteriores de su vida. Los hallazgos del estudio están publicados en la revista The Journal of Sexual Medicine.

Los investigadores recomiendan a los proveedores de atención médica que examinen a sus pacientes con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento.

Acerca del estudio

Los investigadores estudiaron un grupo de más de 1500 mujeres de mediana edad (entre 40 y 65 años, con una edad media de 53 años) que visitaron la Clínica de Menopausia y Salud Sexual Femenina en la sede de Mayo Clinic en Minnesota entre el 2015 y el 2016 por preocupaciones relacionadas con la menopausia y la salud sexual. Se les pidió a las mujeres que completaran una encuesta antes de las visitas, que incluía preguntas sobre cualquier antecedente de situaciones adversas en la infancia, junto con la función sexual, los abusos recientes, su estado de ánimo, la ansiedad, los síntomas de la menopausia y la satisfacción en las relaciones interpersonales.

La información recopilada se incluyó en el Registro de Experiencias de Envejecimiento, Menopausia y Sexualidad (DREAMS), un registro de Mayo Clinic sobre la salud femenina. Los investigadores analizaron la relación entre la disfunción sexual femenina y las situaciones adversas en la infancia, definidas en el estudio como situaciones traumáticas que suceden durante la infancia y la adolescencia e implican abusos físicos, emocionales o sexuales; o crecer en un hogar con violencia, consumo de drogas, problemas de salud mental; o inseguridad debido a la separación o el divorcio del padre y la madre, o encarcelamiento.

¿Qué descubrieron los investigadores?

Descubrieron que las mujeres que vivieron cuatro o más situaciones adversas en la infancia tenían casi el doble de probabilidad de ser sexualmente inactivas en comparación con las mujeres que no vivieron situaciones adversas en la infancia y tenían el doble de probabilidades de tener disfunciones sexuales en la mediana edad. El estudio define la disfunción sexual femenina como un trastorno que implica problemas persistentes con el deseo sexual, la excitación, la lubricación, la satisfacción, el orgasmo o el dolor sexual que se asocia con una angustia personal para la mujer que presenta estos síntomas.

“Esta asociación parecía ser independiente de otros factores que también afectan la función sexual femenina, como la edad, el estado menopáusico, el uso de terapia hormonal, la ansiedad, la depresión, la satisfacción marital y los antecedentes de abusos recientes”, afirma la Dra. Mariam Saadedine, médica “fellow” en Mayo Clinic en Florida y primera autora del estudio.

“Esta investigación se suma a la bibliografía que explora la función sexual en las mujeres”, afirma la Licenciada en Medicina y Cirugía, Ekta Fapoor, directora asistente del Centro para la Salud Femenina de Mayo Clinic y autora principal del estudio. “La disfunción sexual tiene un impacto significativo en la calidad de vida de una mujer. De acuerdo con estos hallazgos, recomendamos a los proveedores de atención médica que examinen a las mujeres con disfunción sexual en busca de situaciones adversas en la infancia y les ofrezcan un tratamiento multidisciplinario que incluya la remisión a servicios de asesoramiento. Si las consecuencias de las adversidades en la infancia no se abordan de forma adecuada, otras intervenciones para mejorar la función sexual podrían no funcionar”.

Los próximos pasos de esta investigación consisten en evaluar las asociaciones entre las situaciones adversas en la infancia y la disfunción sexual femenina en un grupo de mujeres más diverso, incluidas las de estado socioeconómico más bajo y las que tienen acceso limitado a la atención médica.

Consulte el artículo para acceder al estudio completo, la lista de autores y los conflictos de interés.

Referencia

Mariam Saadedine, Stephanie Faubion, Sheryl Kingsberg, Felicity Enders, Carol Kuhle, Juliana M Kling, et al. Adverse childhood experiences and sexual dysfunction in midlife women: Is there a link?, The Journal of Sexual Medicine, Volume 20, Issue 6, June 2023, Pages 792–799, https://doi.org/10.1093/jsxmed/qdad053

https://academic.oup.com/jsm/article-abstract/20/6/792/7146045?redirectedFrom=fulltext&login=true

 

30/08/2023(EurekAlert) Tomado – News Releases 

septiembre 1, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Pediatría, Problemas de Salud, Riesgo a la Salud, Sexología | Etiquetas: , , , , |

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