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Un nuevo análisis muestra que el virus de la viruela del mono o mpox está divergiendo rápidamente en varios linajes caracterizados por mutaciones resultantes de la interacción continua con el sistema inmune humano, lo que sugiere que el virus ha estado circulando en humanos desde 2016.
«Estas observaciones de la transmisión sostenida de MPXV presentan un cambio fundamental en el paradigma percibido de la epidemiología de MPXV como una zoonosis y resaltan la necesidad de revisar los mensajes de salud pública en torno a MPXV, así como la gestión y el control de brotes», escriben los autores.
Históricamente, el MPXV se describió como una enfermedad zoonótica endémica de África occidental y central que se transmite a través del contacto con roedores. Los primeros casos humanos de la enfermedad se observaron en la década de 1970 y se han asociado predominantemente con bebés y niños. Desde entonces, la mayoría de los casos se han tratado en gran medida como eventos de desbordamiento independientes con bajos niveles de circulación entre la población humana.
Sin embargo, en 2022 surgió una epidemia internacional de MPXV y se detectaron casos de mpox humana fuera de los países con reservorios endémicos conocidos, lo que indica que no se trataba únicamente de una infección zoonótica. Las comparaciones de secuencias del genoma de MPXV de 2018 con secuencias de la epidemia de 2022 muestran una tasa de mutación mucho más alta de lo que se esperaría para virus ADN bicatenario.
La mayoría de las mutaciones fueron cambios dinucleotídicos característicos de la actividad de una enzima antiviral en el sistema inmunitario humano llamada APOBEC3, lo que indica una transmisión sostenida de mpox de humano a humano en lugar de un desbordamiento zoonótico repetido. Para abordar esta cuestión, Áine O’Toole y sus colegas desarrollaron un método de reloj molecular para evaluar la evolución de MPXV.
Los hallazgos confirman que el linaje B.1 ahora distribuido globalmente de mpox humana muestra muchas mutaciones que indican la exposición a APOBEC3 y que esta evolución impulsada por APOBEC3 es una firma de un cambio a la transmisión sostenida en el seno de la población humana. Además, suponiendo una tasa de unas 6 mutaciones de APOBEC3 por año, O’Toole et al. estiman que el reciente clado IIb de MPXV ha estado circulando en humanos al menos desde 2016.
«Aunque el linaje B.1 en todo el mundo ahora está disminuido –pero aún no erradicado–, la epidemia humana de la que surgió continúa todavía no ha cesado», escriben O’Toole et al. «La vigilancia debe ser global para que MPXV se elimine de la población humana y se evite que resurja posteriormente».
Referencia
O’Toole A, Neher RA, Ndodo N, Borges V, Gannon B, Gomes JP, et al. APOBEC3 deaminase editing in mpox virus as evidence for sustained human transmission since at least 2016.Science[Internet].2023[citado 8 nov 2023];382(6670): 595-600. DOI:10.1126/science. adg8116
9 noviembre 2023 | Fuente: EurekAlert
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La percepción olfativa es procesada por el cerebro de manera distinta según cada una de las fosas nasales a través de las cuales viaje el olor. La clave está en el interior de la corteza olfativa.
El cerebro humano procesa los olores de manera distinta según la fosa nasal a través de la cual sean percibidos los aromas. A tal conclusión llegaron científicos autores de un estudio publicado en la revista Current Biology y citado en Nature. O dicho de otro modo, el cerebro detecta de qué fosa nasal provienen los olores, e incluso registra información espacial relacionada con dichos olores y sus canales de llegada.
Dos cortezas cerebrales en juego
El hecho de que la percepción olfativa se produzca, literalmente, en dos canales, tiene como clave a la llamada corteza piriforme. Esta es parte de la corteza del cerebro encargada de procesar los olores, e involucra a ambos hemisferios cerebrales.
La corteza piriforme es una parte del cerebro que aún guarda muchos misterios a los científicos, y que apenas comienza a ser conocida a fondo. Se sabe, por ejemplo, que también se debe a ella la relación que percibimos entre ciertos olores y recuerdos muy precisos relacionados con tales aromas.
Según el estudio publicado esta semana, no estaba plenamente establecido si los dos hemisferios de la propia corteza pirifirme procesaban la información olfativa de manera independiente. Para echar luz sobre este aspecto, científicos realizaron lecturas de la actividad cerebral a través de electrodos en la corteza piriforme de pacientes, mientras estos recibían estímulos olfativos por medio de tubos colocados en cada una de las fosas nasales.
Dos versiones del mismo olor
Aparentemente, en el cerebro «se producen dos representaciones distintas de los olores, según la información olfativa proveniente de cada fosa nasal», afirma Gülce Naz Dikecligil, neurocientífica de la Universidad de Pennsylvania y co-autora del estudio.
Cuando los estímulos olfativos se producen en el mismo momento, existe un diferencial de tiempo que en parte determina cuál de los hemisferios de la corteza piriforme procesa primero el aroma.
Todavía hay mucho por averiguar en cuanto a la información que llega a la corteza piriforme, y cómo es procesada en cada hemisferio. Pero por lo pronto, el estudio científico estableció que la respuesta cerebral es distinta cuando el estímulo olfativo es simultáneo en ambas fosas nasales, o si se da de manera diferenciada en cada una de ellas.
Referencias
Dikeçligil GN, Yang AI, Sanghani N, Lucas T, Isaac Chen H, Davis KA, et al. Gottfried Odor representations from the two nostrils are temporally segregated in human piriform cortex. Curr Biol [Internet].2023[citado 7 nov 2023];9822(23)S0960-9822. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cub.2023.10.021
9 noviembre 2023 | Fuente: DW.COM| tomado de Ciencia| Global
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Una investigación dirigida por un equipo del Centro de Investigación de Lesiones Cerebrales de Mount Sinai y la Oficina del Médico Forense Jefe de la ciudad de Nueva York (EE.UU.), ha descubierto daños sustanciales por patología vascular y en la sustancia blanca del cerebro de mujeres que han experimentado violencia de género, además estas mujeres tenían importantes comorbilidades médicas, incluidas enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.
El estudio, que publica Acta Neuropathologica y ha contado con la colaboración de investigadores de la Universidad de Glasgow (UK) y la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), ha examinado los cerebros de más de 80 mujeres con antecedentes de violencia de pareja. No obstante, aunque todos tenían evidencia de lesión cerebral traumática no había evidencia de encefalopatía traumática crónica (CTE). La parte inicial de esta investigación se centró en 14 cerebros de mujeres con violencia de pareja documentada que se examinaron utilizando técnicas de patología y de imágenes cerebrales de última generación. Estos estudios revelaron que todos tenían evidencia de lesión cerebral traumática. Los hallazgos de esta serie de casos inicial se aplicaron luego a 70 casos archivados de violencia de pareja identificados en archivos de los servicios forenses de la provincia de Manitoba y de la principal colaboración CONNECT-TBI. Una vez más, el equipo de investigación encontró evidencia de patologías vasculares y de la sustancia blanca, pero solo patologías neurodegenerativas limitadas en los sujetos de mayor edad. Es importante destacar que ninguno contenía cambios neuropatológicos de CTE.
Los investigadores sugieren que estos hallazgos demuestran una necesidad urgente de considerar el amplio alcance de la patología que podría estar influyendo en las lesiones cerebrales relacionadas con la violencia de pareja, así como las comorbilidades médicas y psiquiátricas que contribuyen a la salud del cerebro durante la vida.
Referencia
Dams-O’Connor K, Seifert AC, Crary JF, Delman BN, Del Bigio MR, Kovacs GG, et al. The neuropathology of intimate partner violence. Acta Neuropathol[Internet]. 2023[citado 8 nov 2023]; 146:803–815. https://doi.org/10.1007/s00401-023-02646-1
9 noviembre 2023 | Fuente: Neurología.com| Tomado de Noticia
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Una investigación reciente ha demostrado que es posible frenar la respuesta inmunitaria causante de la enfermedad encefalitis experimental autoinmune en ratones, un modelo de estudio equivalente a la esclerosis múltiple humana.
Este prometedor avance se ha conseguido mediante una técnica denominada “vacunación inversa”. Intuitivamente, el término parece indicarnos que la vacuna induce un efecto que revierte algo, y así es. Analicémoslo en detalle.
Distintos tipos de vacunas según su uso
La vacunación es un procedimiento por el cual se introducen en nuestro organismo partes de un microorganismo patógeno (denominado antígeno), como una proteína o incluso un fragmento de ella. Puede insertarse directamente o en forma de ARN, como ocurre con las fórmulas de Pzifer-BioNtech y Moderna contra la covid-19.
Además, las vacunas contienen otros componentes (adyuvantes) destinados a potenciar la respuesta inmunitaria. Así se logra un efecto preventivo, pues preparan al sistema inmunitario frente a la posible infección con dicho patógeno. La mayoría de vacunas no evitan la infección, pero sí ayudan significativamente al sistema inmunitario a combatir mejor al agente infeccioso. Estas serían las denominadas vacunas profilácticas: nos protegen antes de la infección.
Nuestra misión es compartir el conocimiento y enriquecer el debate.
También existen las vacunas terapéuticas, cuyo fin es preparar al sistema inmunitario para responder mejor frente a un patógeno determinado cuando ya estamos infectados por el mismo. Por ejemplo, se han intentado desarrollar este tipo de vacunas frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), para tratar a los individuos crónicamente infectados. Con ellas se pretende “reavivar” la respuesta inmunitaria contra el virus.
Más recientemente, se ha comenzado a usar el término “vacuna” en otros contextos, aplicado a los procedimientos que ayuden a nuestro sistema inmunitario a combatir las enfermedades, bien sean producidas por patógenos o por alteraciones del equilibrio (homeostasis) del organismo. Por ello hoy en día se habla también de vacunas contra el cáncer, que en realidad son una forma de potenciación del sistema inmune (inmunoterapia).
Y por si fuera poco, ahora surge el concepto de vacunación inversa para tratar las enfermedades autoinmunes.
Así actúan las vacunas inversas
Este término y su uso en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes surgió en 2010. Su objetivo es apagar o revertir la respuesta inmunitaria frente a los autoantígenos, antígenos de nuestro propio organismo frente a los cuales se desata una respuesta inmunitaria no deseada y dañina. Una manera de conseguirlo sería que la vacuna induzca tolerancia inmunitaria, es decir, “señal de reconocer pero no actuar”.
La idea parte de la suposición de que se puede lograr la tolerancia haciendo que el autoantígeno introducido en la vacuna, adecuadamente modificado, sea procesado en el hígado. Y así ha sido.
En el nuevo estudio, los investigadores modificaron el autoantígeno con un azúcar (N-acetilgalactosamina) unido a un conector. Como autoantígeno propiamente dicho usaron una proteína de mielina, la capa que envuelve los nervios y es destruida por la acción del sistema inmunitario en la esclerosis múltiple.
La “dulce señal” hace que el antígeno sea captado por ciertas células del hígado, que lo muestran o presentan a los linfocitos. Pero dicha señal también funciona como una marca de “no ataque”.
El efecto obtenido se debe a varios mecanismos. Entre ellos, al agotamiento y la anergia (no respuesta) de los linfocitos específicos para destruir a ese antígeno, que producen una falta de reacción tras reconocer al supuesto enemigo. Paralelamente se observó un aumento de moléculas de superficie de los linfocitos con función supresora (PD-1, Lag-3 y CTLA4).
Los autores de la investigación fueron más allá. En otro modelo de primates infectados con el virus de inmunodeficiencia en simios (VIS, equivalente al VIH), vacunados previamente, revirtieron la respuesta inmunitaria de la vacuna frente a la proteína Nef del patógeno. Lo interesante es que también detectaron la aparición de linfocitos reguladores (Treg), que actúan frenando la reacción de otras células inmunitarias contra el antígeno.
Aunque existen estudios similares, como el realizado con la artritis reumatoide, este ha sido uno de los que más claramente ha demostrado que se puede poner freno a una respuesta inmunitaria específica de un antígeno o autoantígeno ya iniciada.
Ventana a la esperanza para otras enfermedades autoinmunes
La ventaja frente al tratamiento con fármacos tradicionales, como los corticoides, consiste en que solo se suprime la respuesta frente a un autoantígeno concreto, sin bloquear el resto de las acciones del sistema inmunitario. De esta forma se evita la inmunosupresión generalizada, que conlleva mayor riesgo de infecciones y cáncer, así como otros efectos secundarios. Además, se originan un tipo de linfocitos (Treg memoria) que garantizan la permanencia de la respuesta en el tiempo.
Basándose en los nuevos hallazgos, ya se han puesto en marcha sendos estudios clínicos para tratar la enfermedad celíaca y la esclerosis múltiple.
La limitación de esta estrategia es que para poder tratar cualquier enfermedad autoinmune (y existen aproximadamente 80 descritas) se debe conocer el autoantígeno fundamental implicado en la patología, y no siempre es el caso. La solución es promover más investigación básica sobre los mecanismos moleculares de las enfermedades autoinmunes, para que avances como la vacuna inversa sean plenamente efectivos.
Referencia
Tremain AC, Wallace RP, Lorentz KM, Thornley TB, Antane JT, Raczy MR, et al. Synthetically glycosylated antigens for the antigen-specific suppression of established immune responses. Nat Biomed Eng[Internet]. 2023[citado 7 nov 2023];7(9):1142-1155. doi: 10.1038/s41551-023-01086-2. Epub 2023 Sep 7. PMID: 37679570.
9 noviembre 2023 | Fuente: The conversation
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A medida que el Parkinson avanza se utilizan terapias más invasivas y cuando estos ya no producen los resultados deseados, los médicos suelen concluir que las opciones de tratamiento están agotadas
A medida que el Parkinson avanza se utilizan terapias más invasivas y cuando estos ya no producen los resultados deseados, los médicos suelen concluir que las opciones de tratamiento están agotadas; sin embargo, investigadores alemanes han observado que estos pacientes pueden beneficiarse de un cambio de tratamiento.
El estudio realizado por un equipo que trabaja con el profesor Paul Lingor, codirector del Centro Ambulatorio de Parkinson en el Hospital universitario de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) Klinikum rechts der Isar, recopila datos de 22 centros de tratamiento de toda Alemania en la Competence Network Parkinson (Kompetenznetz Parkinson, KNP) que abarcan el período de 2005 a 2021.
«Entre las aproximadamente 11.000 personas que se sometieron a tratamientos avanzados en esos centros durante el período del estudio, pudimos identificar a 116 personas en las que los tratamientos avanzados fueron reemplazados o combinados con un método adicional«, señala el primer autor, el doctor Dominik Pürner. Debido a que algunos pacientes se sometieron a más de un cambio de tratamiento, los investigadores pudieron analizar un total de 148 casos.
El análisis de los datos muestra que la mayoría de estas intervenciones tuvieron éxito. Por ejemplo, los médicos y los pacientes informaron de una mejora subjetiva en la movilidad que también se reflejó en las pruebas objetivas.
«Dado que las personas viven más tiempo, nos enfrentaremos cada vez más a la pregunta de qué podemos hacer por las personas cuando un tratamiento avanzado falla. Pudimos demostrar que la mejora para los pacientes con un cambio de tratamiento es casi la misma que cuando se introduce el tratamiento original. Este es un beneficio enorme«, señala el investigador.
Hasta la fecha se han realizado muy pocos estudios sobre cambios en el tratamiento en Alemania u otros países. Los investigadores creen que su estudio ha mejorado enormemente la situación de los datos, facilitando, por ejemplo, determinar qué grupos de pacientes se beneficiarán más de cada estrategia. Esto permite seleccionar un cambio de tratamiento en función de las quejas dominantes.
«Basándonos en los resultados de nuestro estudio, ahora podemos hacer una recomendación clara de acción. Si un tratamiento avanzado no produce resultados ni produce los efectos deseados, se debe considerar un cambio de tratamiento. Esta idea está lejos de ser trivial, porque habría sido muy posible que todos los tratamientos disponibles fallaran en una etapa avanzada de la enfermedad«, ha añadido.
En el futuro, los investigadores desean crear un registro en toda Alemania que incluya los datos de todos los pacientes de Parkinson sometidos a tratamientos basados en dispositivos para desarrollar directrices científicamente sólidas para la combinación de tratamientos avanzados.
8 noviembre 2023|Fuente: IM Médico
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A medida que envejecemos, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos neurodegenerativos.
Las personas que tienen una edad biológica superior a su edad cronológica real presentan un riesgo significativamente mayor de sufrir ictus y demencia, especialmente demencia vascular, según un estudio del Instituto Karolinska de Suecia publicado en el ´Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry´.
El estudio, dirigido por Sara Hägg, profesora asociada, y Jonathan Mak, estudiante de doctorado del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Instituto Karolinska, muestra que el mayor riesgo persiste incluso si se tienen en cuenta otros factores de riesgo como la genética, el estilo de vida y la socioeconomía.
A medida que envejecemos, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos neurodegenerativos. Tradicionalmente, los investigadores se han basado en la edad cronológica -el número de años que lleva viva una persona- como medida aproximada de la edad biológica. «Pero como las personas envejecen a ritmos diferentes, la edad cronológica es una medida bastante imprecisa«, puntualiza Sara Hägg.
Para medir la edad biológica y su relación con las enfermedades, los investigadores utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido. Estudiaron una cohorte de 325.000 personas que tenían entre 40 y 70 años en el momento de la primera medición.
La edad biológica se calculó a partir de 18 biomarcadores, como los lípidos en sangre, la glucemia, la presión arterial, la función pulmonar y el IMC. A continuación, los investigadores estudiaron la relación entre estos biomarcadores y el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como demencia, ictus, ELA y enfermedad de Parkinson en un periodo de nueve años.
En comparación con la edad cronológica real, la edad biológica elevada se relacionó con un riesgo significativamente mayor de demencia, sobre todo vascular, e ictus isquémico (es decir, coágulo de sangre en el cerebro). «Si la edad biológica de una persona es cinco años superior a su edad real, la persona tiene un riesgo un 40% mayor de desarrollar demencia vascular o sufrir un ictus«, afirma Mak.
Al tratarse de un estudio observacional, no pueden establecerse relaciones causales. Sin embargo, los resultados indican que, si se ralentizan los procesos de envejecimiento del organismo en función de los biomarcadores medidos, puede ser posible reducir o retrasar la aparición de enfermedades. «Varios de los valores pueden influirse mediante el estilo de vida y la medicación«, añade Hägg.
Los resultados son especialmente interesantes porque el estudio incluyó a un grupo muy
amplio de personas. Esto permite desglosar el material en fragmentos más pequeños y captar diagnósticos menos comunes, como la ELA.
El riesgo de desarrollar ELA también aumenta con la edad biológica. Sin embargo, no se observó tal aumento del riesgo en el caso de la enfermedad de Parkinson. «Ya sabemos que la enfermedad de Parkinson es un poco única también en otros contextos, por ejemplo, cuando se trata de fumar«, dice Sara Hägg.
Los investigadores ahora investigarán la conexión entre la edad biológica y otras enfermedades como el cáncer.
8 noviembre 2023|Fuente: IM Médico