Un estudio del Departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con investigadores de Psicología de esta misma universidad y colaboradores externos nacionales e internacionales, ha demostrado que los escolares que hacen ejercicio son más inteligentes y rinden más académicamente.

niño memoriaFrancisco Ortega, catedrático de la Universidad de Granada e investigador responsable del estudio, detalla a este medio que el trabajo, publicado en JAMA Network Open, se ha llevado a cabo con una muestra de cien niños, la mitad de los cuales formó parte de forma aleatorizada del grupo control, y el resto, del grupo intervención.

«El grupo control hizo su vida normal, con sus clases de educación física, y se le dio un panfleto con recomendaciones de actividad física y dieta saludable, mientras que el grupo intervención recibió lo mismo y, además, hacía entre tres y cinco sesiones de 90 minutos cada una a la semana», que implicaba correr en una pista exterior y trabajo de fuerza con el propio peso corporal y de compañeros, por lo que no requería equipamiento avanzado, y se hacía a través de juegos grupales. Todo, con una intensidad relativamente alta, alcanzando el 70 % de la frecuencia cardiaca máxima de los niños.

«Todos los participantes, de entre 8 y 12 años, tenían la característica común de tener sobrepeso u obesidad», explica el autor. «Nos centramos en este grupo de población porque la obesidad infantil en España tiene unas dimensiones especialmente preocupantes, situándose en los primeros puestos de los rankings de obesidad infantil de toda Europa junto con Italia y Grecia. Tanto es así, que uno de cada tres niños en la escuela tiene sobrepeso u obesidad, por eso es importante contrarrestar con el ejercicio físico los efectos negativos que tiene la obesidad en las diferentes variables de la salud física y mental».

La inteligencia se puede mejorar

Según los resultados obtenidos, en esta etapa de crecimiento y desarrollo cognitivo y cerebral como es la niñez, el ejercicio físico practicado de forma regular durante casi medio año mejora la inteligencia a nivel general y, especialmente, la inteligencia cristalizada. Como detalla el experto, para medirlo se usó el test de Kaufman de inteligencia. «Es relativamente breve y mide la inteligencia global y dos dimensiones de la inteligencia, que son la inteligencia fluida, que es la abstracta, la no lógica, y la cristalizada, que es la aprendida, todo aquello que vamos acumulando a lo largo de la vida en el ámbito escolar y familiar y en el resto de contextos diarios. Esta última inteligencia está relacionada con la capacidad de memorizar, el aprendizaje y el almacenaje de la información», comenta Ortega, quien destaca el «aumento muy significativo» de esta inteligencia observado en aquellos que realizaron ejercicio físico versus los que siguieron su vida normal. «Esto es muy novedoso -argumenta-, porque se creía que la inteligencia era algo relativamente estable en la persona, se nace inteligente y se muere inteligente, y que era poco modificable. Sin embargo, en una etapa sensible de la vida, como es la infancia, donde hay cambios y desarrollo cerebral importantes, parece que es posible, al menos, mediante el ejercicio físico, estimular de forma positiva las mejoras de la inteligencia».

Además, el programa de ejercicio mejoró de forma significativa la flexibilidad cognitiva, definida por el investigador como «la capacidad que tiene un individuo de desplazar su atención de una tarea a la siguiente de forma rápida y eficiente y procesar información en paralelo ante diferentes tipos de estímulos». Según Ortega, esto hace que «la persona sea más capaz de afrontar los retos cognitivos que aparecen tanto en el ámbito académico como en otros ámbitos de la vida». A su juicio, el valor de este estudio es que «se ha demostrado de forma consistente y robusta que el ejercicio físico es capaz de mejorarla en este grupo de niños», como han constatado en los test empleados, que son «de una gran fiabilidad y validez para este grupo de población y que están traducidos y adaptados a la población española». Concretamente, han utilizado dos, el Design fluency test y el Trail Making Test.

Más allá de las notas

Respecto a la mejora del rendimiento académico observado, el autor aclara a CF que no se han basado en las notas que los profesores ponen al final de curso, por los sesgos que tienen (diferencias entre colegios, entre profesores…), sino que recurrieron a una prueba que cada niño tenía que hacer de forma individual y que duraba dos horas, con la que de forma validada y estandarizada se valoraba su capacidad para rendir en diferentes dimensiones académicas, como escritura, lectura, lenguaje, idiomas, matemáticas, resolución de problemas, etc. «Al final, sale un índice global de rendimiento académico total que nuestro programa de rendimiento físico mejoró significativamente comparada con el grupo control», resalta. Aquí vieron que la mejora se obtenía sobre todo en matemáticas y resolución de problemas». 

Un mensaje claro

Ortega hace hincapié en que el mensaje que se debe transmitir a los padres es que a los niños que sacan malas notas o disminuyen su rendimiento académico no hay que castigarles impidiendo que practiquen su deporte favorito, sino justo lo contrario. En su opinión, es muy importante tener en cuenta que, «igual que todos los días tenemos que comer para estar vivos y sanos, el ejercicio físico es una parte esencial del ser humano a lo largo de miles y miles de años de evolución, y más en los últimos años, debido al tiempo que los niños pasan en el colegio, el tiempo de deberes, el que se pasa delante de las pantallas, tablets, videojuegos… que hace que pueda pasar a lo largo del día la mayor parte del tiempo sentado».

Por ello, hay que concienciar a las familias para fomentar la actividad física de sus hijos y hay varias formas, apunta, como «intentar, en la manera de lo posible, hacer un desplazamiento activo al colegio» o, a la hora de planificar las actividades extraescolares, escoger aquellas que la desarrollen. «Se les puede apuntar a inglés, música…, que está bien, pero haría que el escolar estuviera aún más horas sentado», reconoce. Y añade: «Hemos visto que el ejercicio físico es necesario y no solo es bueno para disminuir el riesgo de desarrollar grasa corporal excesiva, sino que también previene la obesidad, la diabetes y la hipertensión futura. Incluso estudios a largo plazo demuestran que disminuye el riesgo de enfermedades 30 y 40 años después». Y un argumento más que se puede esgrimir gracias a este estudio: «El ejercicio físico mejora el rendimiento cognitivo, la inteligencia y el rendimiento académico de los pequeños».

septiembre 08/2022 (Diario Médico)

Referencia:

Ortega, F. B., Mora-Gonzalez, J., Cadenas-Sanchez, C., Esteban-Cornejo, I., Migueles, J. H., Solis-Urra, P., … & Catena, A. (2022). Effects of an Exercise Program on Brain Health Outcomes for Children With Overweight or Obesity: The ActiveBrains Randomized Clinical Trial. JAMA Network Open, 5(8), e2227893-e2227893.

septiembre 9, 2022 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Investigaciones, Neurología, Pediatría, Psicología, Psiquiatría, Puericultura, Salud Pública | Etiquetas: , , , , |

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