La insuficiencia cardíaca constituye un factor de riesgo independiente no reconocido para las fracturas osteoporóticas graves, según un estudio de cohorte canadiense.

“Los pacientes que padecen insuficiencia cardiaca tienen un riesgo doble, a los 5 años, de sufrir una fractura,” comparado con los que no padecen esta patología. Además, “los pacientes que padecen insuficiencia cardiaca tienen una menor densidad mineral ósea en cada punto esquelético en el momento de someterse a su primera prueba,” comparado con los que no padecen dicha patología. “Por último, ni las diferencias en la masa ósea ni los factores de riesgo compartidos bastan para explicar este mayor riego,” aseguró el Dr. Sumit Majumdar en el congreso anual de la Sociedad Americana para la Investigación del Metabolismo Óseo y Mineral (ASBMR).

Presentó un estudio de cohorte poblaciones que incluyó a todos los manitobenses > 50 años que se habían sometido a su primer test para calibrar la densidad mineral ósea entre 1998 y 2009. Estudio que le granjeó el Premio al Mejor Resumen Clínico de la ASBMR.

En líneas generales, el 4% de los casi 46 000 manitobenses que se sometieron a un test inicial para calibrar la densidad mineral ósea (DMO) durante los años que duró el estudio fueron identificados como pacientes con insuficiencia cardíaca de reciente aparición (esto es, insuficiencia cardíaca diagnosticada en algún momento dentro de los 2 años anteriores). Hubo 2703 nuevas fracturas en la población del estudio durante unos 5 años de seguimiento. El último grupo con insuficiencia cardíaca tenía una incidencia de casi el 10% de sufrir fracturas no traumáticas graves de las extremidades superiores, de las vértebras y de la cadera durante los 5 años siguientes al test para calibrar la DMO, comparado con la incidencia del 5% de los sujetos que no padecía insuficiencia cardíaca.

El tiempo medio transcurrido hasta la 1ª fractura del grupo con insuficiencia cardíaca fue de 3.6 años. Las curvas que describieron la incidencia de las fracturas pronto empezaron a divergir tras el primer test para calibrar la DMO y siguieron separándose durante los 10 años que duró el período de seguimiento, tal y como explicó el Dr. Majumdar, profesor de medicina interna general de la Universidad de Alberta (Edmonton).

Los pacientes con insuficiencia cardiaca tenían más factores de riesgo estándar para la osteoporosis (excepto el peso) que los sujetos sin dicha patología. Eran mucho más mayores (media de edad, 74  frente a 66 años) y el 21% de ellos había sufrido una fractura osteoporótica grave en el pasado, por el 13% de los sujetos que no padecía dicha patología. En torno al 12% de los pacientes con insuficiencia cardíaca habían tomado corticosteroides sistémicos durante más de 90 días, por sólo el 4% de los sujetos que no padecía dicha patología.

Además, el 40% de los pacientes con insuficiencia cardiaca tenían osteoporosis cuando se calculó su perfil de DMO (definido como una puntuación T < -2.5 en cualquier punto esquelético), por el 29% de los sujetos que no padecía dicha patología. Las puntuaciones fueron mucho más bajas en el grupo con insuficiencia cardíaca en todos los puntos en los que se llevaron a cabo mediciones.

Por otro lado, se ha demostrado que casi cada medicación usada para tratar la insuficiencia cardíaca aumenta la DMO y reduce el riesgo de fracturas, a excepción de los diuréticos de asa, que reducen la DMO.

Además, la osteoporosis y la insuficiencia cadíaca son patologías crónicas frecuentes que comparten varios factores de riesgo etiológico, incluida una mayor edad, un estado postmenopáusico, diabetes y tabaquismo, añadió.

El riesgo no ajustado de fractura osteoporótica grave aumentó 2.45 veces en pacientes con insuficiencia cardíaca. Pero tras el ajuste en un análisis multivariado de casi 30 posibles factores de confusión, incluida la edad, el sexo, los factores relacionados con la osteoporosis, los fármacos, las comorbididades y la DMO total de cadera, la insuficiencia cardíaca siguió asociándose, de forma independiente, a un mayor riesgo de fractura osteoporótica grave de casi el 28%.

Un hallazgo inquietante del estudio fue que tan sólo el 14% de los pacientes que padecían insuficiencia cardíaca y que sufrieron una fractura osteoporótica recibieron tratamiento con bisfosfonatos u otros tratamientos profilácticos óseos.

“Para los médicos, creo que nuestro estudio significa que tenemos que empezar a entender que el diagnóstico de la insuficiencia cardíaca presagia un mayor riesgo de fractura, mayor si cabe, que la artritis reumatoide o una fractura previa, en nuestros datos. Además, debemos entender que los pacientes que padecen insuficiencia cardíaca se diagnostican con facilidad y necesitan que prestemos mucha más atención en la salud de sus huesos,” advirtió el Dr. Majumdar.

Este estudio también abre nuevas oportunidades de investigación para los científicos que están en la mesa de trabajo, ya que la base de datos de Manitoba no contiene información sobre la aldosterona de los pacientes, sobre la hormona paratiroides, sobre los niveles de vitamina D, así como tampoco sobre ninguna otra variable que podría ofrecer una explicación de los mecanismos que subyacen en el nexo que existe entre la insuficiencia cardíaca y las fracturas osteoporóticas.

“El nuestro es un ejemplo de investigación realizada a pie de cama y trasladada directamente a la mesa de trabajo,” dijo.

En ese sentido, uno de los asistentes llamó la atención sobre la cuestión de que una mayor potencia adrenérgica es el sello distintivo de la insuficiencia cardíaca. Se preguntó si los pacientes con insuficiencia cardíaca a tratamiento con beta-bloqueadores tenían un menor riesgo de fractura. El Dr. Majumdar respondió diciendo que tanto él como sus compañeros de investigación tuvieron la misma idea. Sin embargo, cuando compararon, específicamente, a cerca del 35% de los pacientes con insuficiencia cardíaca que estaban a tratamiento con beta-bloqueadores con los pacientes que no recibían dicho tratamiento, vieron que los índices de fracturas de ambos grupos no eran muy distintos.
Octubre 3/2011 SAN DIEGO – (Family Practice News)

octubre 6, 2011 | Dra. María T. Oliva Roselló | Filed under: Cardiología, Ortopedia y Traumatología | Etiquetas: , , |

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