En los meses tras la muerte de un cónyuge o un hijo, el cónyuge o padre superviviente podría enfrentarse a un mayor riesgo de ataque cardíaco o muerte por causa cardíaca repentina, sugiere una investigación. El riesgo tiende a disiparse en un plazo de seis meses, dijeron los autores del estudio.\»Aunque el enfoque en el momento del luto naturalmente se dirige a la persona fallecida, la salud y bienestar de los supervivientes afligidos también debe preocupar a los profesionales médicos, además de la familia y los amigos\», apuntó en un comunicado de prensa de la American Heart Association el autor líder del estudio Thomas Buckley, director en funciones de estudios de postgrado de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Sídney, en esa ciudad de Australia.
Añadió que \»algunas personas en luto, sobre todo las que ya tienen un mayor riesgo cardiovascular, podrían beneficiarse de una revisión médica, y deberían buscar ayuda médica ante cualquier posible síntoma cardíaco\».
Buckey y colegas presentaran sus observaciones en la reunión anual de la American Heart Association en Chicago.
Aunque investigaciones anteriores han indicado que la salud cardíaca podría verse afectada entre las personas en luto, no ha estado claro exactamente qué fomenta este aumento en el riesgo, ni por qué se reduce con el tiempo. El nuevo estudio sugiere que hay una dimensión psicológica en esta dinámica, centrada en el aumento temporal en la incidencia de estrés y depresión.
Los autores del estudio examinaron el tema dando seguimiento a 78 cónyuges y padres en luto que tenían de 33 a 91 años de edad (55 mujeres y 23 hombres) durante seis meses, a partir de un período de dos semanas tras la pérdida de su hijo o cónyuge.
Se dio seguimiento a los ritmos cardíacos y a las irregularidades del ritmo mediante monitores las 24 horas, mientras se documentaban fluctuaciones en el inicio de la depresión y la ansiedad. Entonces, se compararon los hallazgos con la condición médica de un grupo de hombres y mujeres que no habían experimentado la muerte de un ser querido.
Buckley y sus asociados encontraron que, en comparación con el grupo que no estaba de luto, los pacientes afligidos experimentaron dos veces el número de episodios de latidos cardíacos acelerados en las semanas inmediatamente posteriores a su pérdida. Los ritmos cardíacos promedio también eran relativamente mayores entre los pacientes en luto en el mismo período.
Seis meses tras la muerte del ser querido, ambas condiciones habían vuelto a la normalidad en el grupo de personas en luto, así que eran comparables o incluso menos problemáticas en comparación con el grupo que no estaba de luto, encontraron los investigadores.
Mientras tanto, al inicio los niveles de depresión parecían ser cuatro veces más altas entre los afligidos. Estas tasas comenzaron a declinar tras medio año, pero seguían siendo tres veces más altas que los niveles encontrados entre los participantes no enlutados.
\»Aunque nuestros hallazgos no establecen causalidad, concuerdan con la evidencia del desencadenamiento psicosocial de los eventos cardiovasculares\», señaló Buckley. \»Sugieren la necesidad de más investigación sobre la relación entre el luto y el riesgo cardiovascular, lo que incluye el potencial de medidas preventivas\».
Síndey, Australia, noviembre 20/2010(HealthDay)

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