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El pescado de forraje, como arenques, sardinas y anchoas, es una alternativa prometedora a la carne roja y su mayor consumo podría ofrecer importantes beneficios para la salud pública, evitando entre 500 000 y 750 000 muertes en 2050 en todo el mundo.
El estudio es un análisis de datos dirigido por el Instituto Nacional de Estudios Medioambientales de Tsukuba (Japón), el cual agrega que se podría reducir significativamente la prevalencia de discapacidad por enfermedades relacionadas con la dieta. Las posibles muertes evitadas estarían relacionadas, en particular, con cardiopatías coronarias y además ahorraría entre 8 y 15 millones de años de vida vividos con discapacidad, la mayoría concentrados en países de renta baja y media. El pescado de forraje sólo puede sustituir una fracción, aproximadamente el 8 %, de la carne roja mundial debido a su oferta limitada, pero podría aumentar el consumo mundial diario de pescado per cápita cerca del nivel recomendado, así como reducir en un 2 % las muertes por cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares, diabetes y cáncer de intestino en 2050.
Adoptar este tipo de dieta sería especialmente útil para los países con predominio de salarios bajos y medios, donde estos pescados son baratos y abundantes, y donde el número de víctimas de las enfermedades cardiacas, en particular, es elevado.
La investigación que publica BMH Global Health se basa en bancos de datos sobre las previsiones de carne roja para 2050 en 137 países y datos históricos sobre las capturas de peces forrajeros en hábitats marinos. Cada vez hay más pruebas que relacionan el consumo de carne roja y procesada con un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, que representaron alrededor del 70 % de todas las muertes en el mundo en 2019. De ellas, precisan en el estudio, las cardiopatías coronarias, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y el cáncer de intestino representaron casi la mitad (44 %) de esta cifra, y las enfermedades de las arterias coronarias se llevaron la mayor parte.
Los peces forrajeros marinos son ricos en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, cuya ingesta puede prevenir cardiopatías coronarias y son abundantes en calcio y vitamina B12. Además, tienen la huella de carbono más baja de todas las fuentes alimentarias animales. En la actualidad, recuerdan los investigadores, tres cuartas partes de las capturas, incluida una cantidad significativa pescada frente a las costas de países que sufren inseguridad alimentaria y malnutrición, se trituran para obtener harina y aceite de pescado, que se utilizan, sobre todo, en piscicultura destinada a consumidores con ingresos elevados. Los investigadores crearon cuatro escenarios distintos, cada uno de los cuales representaba un patrón diferente de asignación de peces forrajeros a escala mundial. El análisis mostró que, si se adoptara de forma generalizada para el consumo humano directo, el pescado forrajero podría aportar importantes beneficios para la salud pública, sobre todo en términos de reducción de la incidencia de cardiopatías coronarias, resume BMJ. Para los países sin litoral, el estudio indica que habría que ampliar la comercialización y el comercio mundial de pescado forrajero.
10 abril 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
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Un equipo de científicos desarrolló unos micromateriales compuestos únicamente de proteínas, capaces de entregar de forma prolongada en el tiempo nanopartículas que pueden dirigirse a células cancerosas específicas y destruirlas, se conoció hoy.
Según publicó la revista Advanced Science, los micromateriales imitan a los gránulos secretores naturales del sistema endocrino y fueron probados con éxito en ratones modelo de cáncer colorrectal.
La tecnología utilizada para la fabricación de estos gránulos, patentada por los investigadores, es relativamente simple e imita la organización de los gránulos secretores del sistema endocrino humano, destacó el artículo.
Desde el punto de vista de la estructura química implica la coordinación del zinc iónico con dominios ricos en histidina, un aminoácido esencial para los seres vivos y por tanto, no tóxico.
Los nuevos micromateriales desarrollados por los científicos están formados por unas cadenas de aminoácidos denominadas polipéptidos, que son funcionales y están biodisponibles en forma de nanopartículas para ser liberadas y dirigirse a tipos específicos de células cancerosas para su destrucción selectiva.
El equipo de investigación analizó la estructura molecular de estos materiales, así como la dinámica del proceso de secreción tanto in vitro como en animales.
En un modelo animal de cáncer colorrectal CXCR4+, el sistema mostró un alto rendimiento tras la administración subcutánea y se observó cómo las nanopartículas de proteína liberadas se acumulan en los tejidos tumorales de los ratones.
Es importante destacar que dicha acumulación es más eficaz que cuando la proteína se administra en el torrente sanguíneo, afirmó Antonio Villaverde, profesor del Instituto de Biotecnología y de Biomedicina y del Departamento de Genética y de Microbiología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
«Este hecho ofrece una nueva e inesperada forma de garantizar altos niveles locales de fármaco y una mejor eficacia clínica, evitando regímenes de administración intravenosa repetida», añadió.
Explicó que en el contexto clínico, el uso de estos materiales en el tratamiento del cáncer colorrectal debería mejorar en gran medida la eficacia del fármaco y el confort del paciente, al tiempo que minimizaría los efectos secundarios no deseados.
08 abril 2024|Fuente: Prensa Latina|
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Un estudio de más de 350,000 biopsias de pacientes revela que una copia mutada del gen asociado con el cáncer colorrectal, también aumenta el riesgo de otros tumores sólidos. La vía de reparación de ADN alterada puede conducir a mutaciones adicionales. Se sugiere investigar implicaciones terapéuticas.
Un gen asociado con el cáncer colorrectal parece desempeñar también un papel en el desarrollo de otros tumores sólidos, según un estudio de más de 350.000 muestras de biopsias de pacientes realizado por investigadores del Centro Oncológico Kimmel de Johns Hopkins (Baltimore, EEUU).
Desde principios de la década de 2000, los científicos saben que heredar dos copias mutadas del gen MUTYH aumenta 93 veces el riesgo de cáncer colorrectal y es una de las principales causas de ese cáncer en personas menores de 55 años. El nuevo estudio, publicado en ´JCO Precision Oncology´, es el análisis más grande hasta la fecha para investigar si una sola copia mutada de MUTYH también afecta el riesgo de desarrollar cáncer.
Sabemos que dos copias faltantes de MUTYH aumentan en gran medida el riesgo de cáncer de colon, y ahora parece que faltar solo una copia puede aumentar ligeramente el riesgo de otros tipos de cáncer», dice el autor principal del estudio, director de investigación clínica del cáncer de próstata y profesor asociado de oncología en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Channing Paller.
El gen MUTYH codifica una enzima crítica en la vía de reparación por escisión de bases (BER), que repara el daño del ADN en las células humanas. Cuando la vía BER no funciona, el daño rutinario del ADN no se repara, lo que provoca mutaciones adicionales en el ADN o muerte celular.
Desde 2021, Paller colidera PROMISE, un registro genético de pacientes con mutaciones hereditarias en cáncer de próstata. Cuando uno de sus pacientes preguntó si su mutación MUTYH, de la que tenía una copia defectuosa en lugar de dos, afectaba su agresivo cáncer de próstata, no había suficientes datos sobre las variantes MUTYH para responder la pregunta, dice Paller. Estudios anteriores alcanzaron resultados contradictorios sobre si una única mutación heterocigótica de MUTYH podría predisponer a una persona al cáncer.
En busca de una respuesta, Paller se acercó a Foundation Medicine, una empresa de elaboración de perfiles genómicos con sede en Massachusetts que mantiene una de las bases de datos genómicas del cáncer más grandes del mundo. Con investigadores de Foundation Medicine; Alexandra Maertens, del Centro de Alternativas a la Experimentación con Animales de la Escuela de Salud Pública Bloomberg; y otros, el equipo aplicó un algoritmo avanzado para analizar los datos genéticos de 354.366 biopsias de tumores sólidos almacenadas en la base de datos de la Fundación.
Dentro de esa población de muestras de tumores, 5.991 tenían una versión funcional y una versión mutada de MUTYH. De ellos, 738 (alrededor del 12%) habían perdido su copia funcional del gen, dejándolos solo con la copia mutada. Aquellos con una única copia mutada de MUTYH mostraron una firma genética, como una huella digital, de mutaciones genéticas adicionales y una vía BER defectuosa.
Los individuos con esa firma genética tuvieron un modesto aumento en la susceptibilidad a un subconjunto de tumores sólidos, incluidos los cánceres de glándula suprarrenal y los tumores de células de los islotes pancreáticos. Sin embargo, no tenían un mayor riesgo de cáncer de mama o de próstata, lo que resolvió la pregunta del paciente original.
«Los resultados sugieren que las variantes de MUTYH podrían estar involucradas en una gama de cánceres más amplia de lo que se conocía anteriormente», dice Paller. «La siguiente pregunta es si este hallazgo tiene implicaciones terapéuticas. ¿Podemos apuntar a la vía BER para posibles sensibilidades a medicamentos?» De ser así, los médicos podrían añadir un nuevo enfoque terapéutico a su arsenal de herramientas contra los cánceres sólidos», añade.
Ver artículo: Peller C, Tukachinsy H, Maertens A, Decker B, Sampson JR, Cheadle JP, et al. Pan-Cancer Interrogation of MUTYH Variants Reveals Biallelic Inactivation and Defective Base Excision Repair Across a Spectrum of Solid Tumors. JCO Precision Oncology [Internet].2024[citado 01 abr 2024]; 8. https://doi.org/10.1200/PO.23.00251
01 abril 2024|IMMédico| Tomado de | Noticia
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Crece 20,5 % la mortalidad por cáncer colorrectal en función del estado socioeconómico de los países
Entre 1990 y 2019, el incremento de la mortalidad por cáncer colorrectal en América Latina fue del 20,5 % con tendencia al aumento en la mayoría de los países de la región; los datos de crecimiento enfrentan la tendencia global que ha sido a la baja por influencia de los países con altos ingresos.
El estudio Colorectal cancer disparities in Latin America: Mortality trends… publicado en la revista virtual Plos One, describe las tendencias de la mortalidad por cáncer colorrectal en América Latina durante 30 años, con diferenciación de las categorías según los desarrollos humanos por país.
El reconocimiento de las desigualdades regionales causadas por las diferencias en el desarrollo es fundamental para descentralizar las acciones para que sean más efectivas, sin perder de vista las disparidades sociales para garantizar la equidad en la gestión de las políticas de salud. De esta manera, incluir el contexto socioeconómico -y sus consecuencias, como la desigualdad- es necesario para un seguimiento adecuado y la prestación de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la carga de enfermedad a nivel mundial.
Además de describir las tendencias de la mortalidad por la enfermedad en América Latina, la investigación llevada a cabo por investigadores de la Escuela Nacional de Salud Pública (Ensp/Fiocruz), el Instituto Nacional del Cáncer (Inca) y la Universidad de California, San Diego, EE.UU. relacionó los datos con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los países.
El aumento de la mortalidad en la región, la más desigual del planeta, se observó de forma heterogénea. La investigación confirmó que existe un vínculo entre las tendencias de mortalidad por cáncer colorrectal y el desarrollo socioeconómico de los países latinoamericanos. Sin embargo, los autores aclaran que esta relación no es lineal.
Los países con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) bajo tienen una menor mortalidad por cáncer colorrectal. ¿¿Los factores que influyen en esta relación son principalmente el infradiagnóstico y el menor acceso a factores de riesgo conocidos, como el consumo de alimentos ultraprocesados ??y carnes rojas.
Tendencia general y casos particulares
Los países de desarrollo medio, padecen por su parte de un acceso tardío al diagnóstico y dificultades para recibir un tratamiento oportuno, factor que reduce la supervivencia de los enfermos. Además, tienen una mayor exposición a factores de riesgo, como es el caso de Brasil.
Por el contrario, los países altamente desarrollados diagnostican la enfermedad antes y la población tiende a adoptar patrones de alimentación más saludables.
“Es interesante observar que la desigualdad entre países es tan llamativa que hay algunos, como Uruguay y l Argentina, que se encaminan hacia una disminución de la mortalidad por cáncer colorrectal. A pesar de tener un alto consumo de carnes rojas, son capaces de diagnosticarla y tratarla oportunamente, previniendo muertes.
Los países centroamericanos muestran un escenario diferente: la alimentación implica menos riesgo, pero hay subdiagnóstico y poco acceso al tratamiento”, explicó uno de los autores, Raphael Guimarães, del Departamento de Ciencias Sociales de la Ensp/Fiocruz.
El investigador afirmó que, en las áreas investigadoras del cáncer, es una tendencia mundial ahondar en el conocimiento de los llamados efectos contextuales, especialmente los socioeconómicos. “La investigación sobre el cáncer ha buscado ir más allá de los factores biológicos, que ya son bien conocidos. Actualmente hay muchos esfuerzos en esa dirección”, explicó.
En Brasil se están desarrollando investigaciones en la misma línea, afirmó Guimarães.
“Elegimos analizar América Latina precisamente por la desigualdad que existe entre los países que la componen. Esta realidad de la región como bloque es similar a la que tiene Brasil internamente. Por lo tanto, tenemos otras investigaciones en marcha para replicar el estudio. De manera preliminar, podemos afirmar que existe la misma asociación con factores socioeconómicos, la misma paradoja entre el IDH y la mortalidad por cáncer colorrectal”.
La tasa de mortalidad ajustada por edad se extrajo del estudio Carga Global de Enfermedad (CGE) de 22 países, subregiones y grupos de países latinoamericanos previamente clasificados por el estudio según el Índice Sociodemográfico (IDE) en el período analizado. El estudio de la CGE mide la salud poblacional en todo el mundo de forma anual y sus resultados están disponibles por país.
Los investigadores aplicaron un modelo de regresión a la tasa de mortalidad segmentada para analizar la tendencia temporal.
En las conclusiones de la investigación, los autores recomiendan realizar estudios que evalúen los contextos sociales y económicos de los países para una evaluación y provisión robusta de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la mortalidad por cáncer en América Latina.
El estudio del cáncer y su distribución demográfica refleja las condiciones de vida de las poblaciones y el desarrollo de la sociedad. Pueden producirse desigualdades socioeconómicas en el tratamiento de algunos tipos de cáncer; en este sentido, el cáncer colorrectal es uno de los más sensibles a las desigualdades en salud.
La relación entre estos dos fenómenos (cáncer y desarrollo humano) se extiende a la exposición a factores de riesgo conocidos del cáncer colorrectal y a las oportunidades diagnósticas y terapéuticas.
Por lo tanto, reconocer las desigualdades regionales causadas por las diferencias en el desarrollo es fundamental para descentralizar las acciones para que sean más efectivas, considerando las disparidades sociales para garantizar la equidad en la gestión de las políticas de salud. De esta manera, incluir el contexto socioeconómico y sus reveses, como la desigualdad, es necesario para un seguimiento adecuado y la prestación de servicios preventivos, diagnósticos y curativos para reducir la carga de enfermedad a nivel mundial.
Referencia
Muzi CD, Banegas MP, Guimarães RM. Colorectal cancer disparities in Latin America: Mortality trends 1990–2019 and a paradox association with human development. PlosOne[Internet].2023[citado 23 oct 2023]. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0289675
24 octubre 2023| Fuente: SIIIC Salud| Tomado de Noticias biomédicas
oct
4
Uno de los mecanismos de resistencia a quimioterapia de las células tumorales es entrar en un estado de proliferación reducida o ciclo celular lento para evitar la muerte celular inducida por el fármaco.
La quimioterapia ataca a las células que proliferan de forma descontrolada. Algunas células tumorales son capaces de enlentecer su ciclo celular de manera que evitan la acción del tratamiento. No sólo adquieren esta quimioresistencia sin necesidad de mutaciones genéticas, sino que son capaces de una vez acabado el tratamiento, incluso años más tarde, recuperar la velocidad de proliferación provocando la progresión del tumor y la recaída del paciente.
Investigadores del Vall d´Hebron Instituto de Oncología (VHIO), que forma parte del Campus Vall d´Hebron, coliderados por el jefe del Grupo de Células Madre y Cáncer, el Dr. Hector G. Palmer, y la investigadora sénior del mismo grupo, la Dra. Isabel Puig, han identificado el factor DPPA3 como la molécula encargada de regular la adquisición de un ciclo celular lento por parte de las células tumorales de cáncer colorrectal y, por lo tanto, hacerlas resistentes a la quimioterapia. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Cell Reports.
«La mayoría de los pacientes con cáncer colorrectal adquieren resistencia a la quimioterapia de forma relativamente rápida y acaban sufriendo recaídas» explica el Dr. Hector G. Palmer. «Una de nuestras líneas de investigación es descubrir los mecanismos que regulan la progresión de la enfermedad y la adquisición de resistencias para tratar de hallar nuevos biomarcadores y dianas terapéuticas que eviten las recaídas».
Reactivar la proliferación de las células tumorales
El estudio que ha publicado la revista Cell Reports es el resultado de los trabajos de tesis de las investigadoras Estefanía Cuesta y Cándida Salvans en el Grupo de Células Madre y Cáncer del VHIO.
«Estudiamos la sobreexpresión de DPPA3 en muestras de tumores primarios y metástasis de pacientes con cáncer colorrectal» afirma la Dra. Estefanía Cuesta primera autora del estudio junto a Cándida Salvans «y observamos que los pacientes que tenían niveles altos de DPPA3 recaen más a menudo que los que no, por lo tanto, es un factor capaz de predecir la recaída no por mutaciones genéticas sino por plasticidad celular. Además, aquellos pacientes que expresaban altos niveles de DPPA3 en el tumor primario dejaron de expresarlo en la metástasis. Esto sugiere que DPPA3 se desactiva en algún momento durante la progresión de la enfermedad para permitir a las células metastáticas que han resistido a la quimioterapia volver a proliferar».
Los investigadores plantearon dos posibles estrategias para controlar las recaídas. «Por un lado, si durante el tratamiento con quimioterapia somos capaces de bloquear este factor y evitar que las células adopten el estado durmiente, seguirán siendo sensibles a la quimioterapia que será más efectiva. La otra estrategia sería mantener la sobreexpresión de DPPA3 una vez acabado el tratamiento para evitar que recuperen el ciclo de proliferación y se mantengan latentes, evitando la recaída» explica la Dra. Isabel Puig.
Sin embargo, según modelos computacionales, debido a su estructura desordenada, actualmente no es viable diseñar un fármaco que se una e inhiba el factor DPPA3. «Por ese motivo decidimos estudiar las vulnerabilidades de las células que expresan este factor para tratar de bloquearlo de forma indirecta» afirma el Dr. Palmer.
Círculo vicioso entre células durmientes e hipoxia
El Grupo de Células Madre y Cáncer ha diseñado dos modelos celulares que replican las condiciones de los tumores de los pacientes que expresan altos niveles DPPA3 y resisten a la quimioterapia. «Gracias a estos modelos hemos sido capaces de descubrir el eje hipoxia-DPPA3, un círculo vicioso en el que niveles elevados de la proteína HIF1 (regulador de la hipoxia) mantienen niveles elevados de DPPA3 y viceversa, haciendo que las células tumorales continúen dormidas y adquieran resistencia a la quimioterapia» describe Cándida Salvans.
Este estudio ha permitido identificar el factor DPPA3 como biomarcador que predice quimioresistencia y recaída de los pacientes y HIF1 como potencial diana terapéutica para desactivar el estado de latencia de las células y hacerlas sensibles a la quimioterapia.
Dado que actualmente los inhibidores de HIF1 son todavía muy tóxicos, el siguiente paso del equipo de investigadores tras descubrir este mecanismo es «utilizar estos modelos celulares para descubrir otras formas de romper este círculo vicioso entre DPPA3 y HIF1 que permitan sensibilizar estas células a la quimioterapia» sugiere la Dra. Puig.
«Mediante el uso de ratones avatar,» concluye el Dr. Héctor G. Palmer «sería muy interesante enfocar experimentos preclínicos para evaluar la eficacia terapéutica de combinar el bloqueo del eje DPPA3-HIF1 con quimioterapia en réplicas de tumores de pacientes con altos niveles de DPPA3″.
Esta investigación ha sido posible gracias al apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer, la Fundación «la Caixa», la Fundación FERO, la Agencia Estatal de Investigación y el Instituto de Salud Carlos III, CIBERONC (Centro de Investigación Biomédica en Red Cáncer), la Fundación Olga Torres y el Programa Horizon 2020 de la Unión Europea.
Referencia
Cuesta-Borràs E, Salvans C , Arqués O, Chicote I, Ramírez L, Cabellos L, et al. DPPA3-HIF1α axis controls colorectal cancer chemoresistance by imposing a slow cell-cycle phenotype. Cell Reports[Internet].2023[citado 3 oct 2023] 42(8)8: 112927. DOI:https://doi.org/10.1016/j.celrep.2023.112927.
3 octubre 2023 |Fuente: IMMedico | Tomado de Oncología
may
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La incidencia del cáncer colorrectal sigue en aumento en ambos sexos, y, de forma preocupante, entre la población menor de 50 años. Los programas de cribado han contribuido a una detección del cáncer en sus fases más incipientes, no obstante, un número nada desdeñable de pacientes se diagnostica con la enfermedad avanzada.
Según DM Elena Élez, jefa del Grupo de Cáncer Colorrectal del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y oncóloga médica en el Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona “la terapia dirigida es bastante limitada en el cáncer colorrectal, y en la inmensa mayoría de pacientes se utilizan dos líneas de tratamiento. Por tanto, hay una cantidad reseñable de pacientes con cáncer colorrectal metastásico refractario”.
Un nuevo esquema de tratamiento vendría a reforzar el abordaje de estos pacientes. La combinación se ha analizado en el estudio Sunlight, un ensayo clínico multicéntrico internacional de fase III coordinado por Josep Tabernero, director del VHIO, y liderado en el Hospital Universitari Vall d’Hebron por Elena Élez.
El nuevo esquema
El ensayo demuestra que sumar trifluridina/tipiracilo más bevacizumab mejora la supervivencia en pacientes con cáncer de colon metastásico tratados con dos regímenes de quimioterapia estándar, respecto a los pacientes tratados únicamente con trifluridina/tipiracilo, “una opción de acceso variable en España”, asociada a características clínicas de los pacientes, que en determinadas comunidades autónomas se indica en enfermos que cumplen criterios de buen pronóstico.
Por otra parte, el anticuerpo monoclonal antiangiogénico bevacizumab se administra en combinación en primera y segunda línea de tratamiento, pero “hasta ahora no existía ningún estudio que demostrase su eficacia en la enfermedad refractaria”, recuerda la especialista.
Los resultados definitivos del estudio Sunlight que respaldan esta nueva opción de tratamiento combinado para pacientes de cáncer colorrectal metastático refractario a las terapias estándar, se publican en el número de esta semana de la revista The New England Journal of Medicine. Además, se presentarán los datos en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO), el próximo junio en Chicago, tras el avance ya expuesto en la reunión sobre Tumores Gastrointestinales de la ASCO el pasado enero.
“Los resultados del estudio Sunlight podrían representar un avance significativo en el tratamiento de los pacientes con cáncer colorrectal metastásico que han progresado después de dos tratamientos de quimioterapia estándar”, afirma Josep Tabernero, jefe del Servicio de Oncología médica del Hospital Universitari Vall d’Hebron que ha dirigido este estudio clínico.
En total, se reclutaron a 492 pacientes con cáncer colorrectal metastásico que habían recibido dos regímenes de quimioterapia estándar. A la mitad de los enfermos se les trató con trifluridina/tipiracilo más bevacizumab y a la otra mitad con la monoterapia de trifluridina/tipiracilo.
Los enfermos que recibieron la combinación terapéutica alcanzaron una supervivencia global media de 10,8 meses tras el inicio del abordaje frente a los 7,5 meses de los pacientes que solo recibieron los citotóxicos. También se observaron mejoras significativas en la supervivencia sin progresión que pasó de 2,4 meses con el tratamiento estándar a 5,6 meses en el nuevo esquema.
“El estudio es clínicamente relevante, porque logramos superar la eficacia de la quimioterapia (trifluridina/tipiracilo) en monoterapia al asociarla al antiangiogénico bevacizumab. Es una combinación muy bien tolerada que duplica los beneficios de lo que se considera el tratamiento estándar. Es un paso adelante muy importante porque tenemos a muchos enfermos en esta situación. Además, el tratamiento preserva la calidad de vida de los pacientes”. De hecho, aumentó el tiempo que pasa hasta que el estado de salud del paciente y su calidad de vida se deterioran. Medido con la escala de ECOG (0-4), se observó que los pacientes tratados con trifluridina/tipiracilo más bevacizumab presentaban un deterioro clínico categorizado de ECOG 2 a los 9,3 meses frente a los 6,3 meses en el caso de los que reicibieron monoterapia.
Elena Élez añade que el tratamiento quimioterápico se administra por vía oral, como pastillas, y el anticuerpo monoclonal bevacizumab requiere una administración endovenosa cada dos semanas, “lo que reduce la necesidad de visitas al hospital”.
En cualquier perfil molecular
“Estas mejoras se observaron en todos los subgrupos de pacientes independientemente de la lateralidad o el perfil molecular del tumor” explica Tabernero, “lo que indica que Trifluridine/tipiracil más bevacizumab es una opción para todos los subgrupos clínicamente relevantes”.
Por ello, el tratamiento, apunta Elena Élez, “no necesita de un biomarcador molecular; los pacientes pueden responder igual independientemente de su tipo de tumor. Además, el beneficio obtenido de este nuevo esquema no está limitado a los pacientes de buen pronóstico, algo que puede abarcar una proporción mayor de pacientes, y que es de esperar que contribuya a una mayor y más equitativa accesibilidad”.
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