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Las autolesiones no suicidas pueden generar una adicción de riesgo extremo en los adolescentes, según el psiquiatra e investigador de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) Hilario Blasco-Fontecilla.
Este investigador, junto a otros expertos internacionales, ha participado en un libro desarrollado por profesionales de la salud para dar luz y hacer una revisión a las últimas investigaciones sobre este tema.
Blasco-Fontecilla ha alertado de que «lo que puede empezar como un mecanismo de regulación emocional puede derivar en un mecanismo de recompensa», que «genera una resistencia y hace que cada vez se necesite más asiduidad o más intensidad en las autolesiones, pudiendo llevar al descontrol», ha detallado este miércoles la UNIR en una nota.
Algunos estudios, ha indicado, muestran cómo la subida de beta-endorfinas en sangre de las personas que se autolesionan puede ser similar al que se produce cuando se consume tabaco, alcohol o drogas, con lo que se puede generar una adicción.
Además, «el estado emocional que precede a las autolesiones no suicidas puede compartir los síntomas aversivos de abstinencia que experimentan otras adicciones», ha precisado.
La probabilidad de que un adolescente que se autolesiona pueda intentar el suicidio es de un 30 %, un riesgo que es aproximadamente el doble que el de un adulto.
«Es por ello por lo que los adolescentes con autolesiones no suicidas cumplen criterios suficientes para considerarlos como personas con riesgo de suicidio», ha indicado.
Ha explicado que «las autolesiones son como si el adolescente pusiera el semáforo en ámbar para pedir ayuda» y si no se acude a tiempo «el riesgo de que pase a un intento de suicidio es muy elevado».
Por ello ha incidido en la necesidad de un plan de formación específica para profesionales de Atención Primaria, por ser ellos quienes suelen detectar los primeros síntomas de autolesiones o ideación suicida entre los pacientes.
Sus datos indican que entre 2019 y 2022 un 44 % de los niños o adolescentes con conducta suicida recibió tratamiento psicológico; en esos años, el uso de las nuevas tecnologías en los intentos de suicidio aumentó del 33,5 al 51,5 %.
03 julio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Uno de los problemas que se multiplicó en las aulas tras la pandemia fueron los trastornos de conducta y de regulación emocional en niños y adolescentes y, para minimizar su impacto, se han impulsado aulas terapéuticas como solución temporal y transitoria para dar una respuesta integral y apoyo a alumnos que no están bien dentro de un entorno escolar normalizado.
En Cantabria, las Consejerías de Educación y Salud, tomando como ejemplo iniciativas más veteranas de otros territorios como Euskadi, pusieron en marcha el curso 2022-2023 el Aula Educativo-Terapéutica para poner el foco en la problemática de salud mental en la población infanto-juvenil.
Tras el incremento exponencial de casos a raíz de la pandemia, las cifras se han «estabilizado» y en el Gobierno de Cantabria están contentos de la evaluación de resultados en esta aula, dice a EFE el director de Planificación de la Consejería de Salud y psiquiatra, Óscar Fernández.
En el año previo a la crisis de la covid, en 2019, se derivaron cerca de 1 500 casos a salud mental infanto-juvenil de hospitales de Cantabria. Tras la pandemia, en 2022, se llegaron a derivar mil más y las cifras «parece» que al menos han dejado de crecer.
Los casos más frecuentes se derivan por problemas de comportamiento, ansiedad y déficit de atención.
Conscientes de la importancia de poner recursos para tratar de minimizar esta problemática, en Cantabria, en plena pandemia, se impulsó esta aula, que tiene a una decena de alumnos entre 13 y 16 años en seguimiento.
Para el próximo año académico, el Gobierno prevé ampliar con otra aula más para atender la etapa de Primaria.
Este recurso no pretende ser un aula permanente, sino que, al contrario, «debe ser una aula de estancia temporal donde los niños que se estabilizan y recuperan vuelven a su clase de origen con el resto de compañeros», señala Fernández.
Este alumnado presenta mucha fragilidad emocional «con dificultades para mantener una asistencia regular a los centros educativos y para establecer y consolidar relaciones con iguales».
El aula no se centra ni tiene como requisito tener un diagnóstico concreto de trastorno mental.
«Lo más relevante es la dificultad a nivel funcional que pueda tener el niño para adaptarse con sus iguales o con los docentes. Y ahí recoge todo el espectro de problemas de salud mental», dice Óscar Fernández.
Pone como ejemplo un niño con una fobia escolar, que no es capaz de acudir al colegio con la regularidad que se requiere.
Esta aula le «puede brindar un entorno más seguro con profesionales tanto del ámbito educativo, orientadores o psicopedagogos y a la vez personal sanitario, que pueden facilitar que venza esos miedos a estar en el entorno escolar y otras regulaciones emocionales o dificultades de conducta», destaca.
La labor curricular se realiza con profesores de ámbito y con el apoyo del maestro de Pedagogía Terapéutica e integradores sociales, de forma personalizada y en colaboración con los centros educativos de referencia.
La intervención clínica requiere de una atención individualizada y en ocasiones grupal por parte del psicólogo clínico y la enfermera.
Una tercera línea de intervención se desarrolla a través del diseño de diferentes talleres encaminados a mejorar funciones ejecutivas, competencias sociales y personales, como la autogestión, la autoestima, o el sentimiento de pertenencia.
Los resultados de la atención prestada en este recurso «han sido satisfactorios y alentadores en el camino que se está recorriendo», destacan sus responsables. De ahí, que esté en ciernes el proyecto de ampliar con otra aula para Primaria.
23 junio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2024. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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10
Las altas temperaturas, las sequías y otros efectos derivados del cambio climático tienen «graves repercusiones» sobre la salud mental y física de las embarazadas, los niños y la población de edad avanzada, alertó este viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos grupos están «especialmente expuestos» a los efectos del cambio climático, advirtió en rueda de prensa en Ginebra la experta de la OMS en Salud Materna, Recién Nacidos, Niños, Adolescentes y Mayores, Anayda Portela, quien pidió una mayor inversión para proteger a estas poblaciones.
Varios estudios publicados esta semana por la agencia sanitaria de la ONU arrojan datos alarmantes sobre el impacto de las altas temperaturas y la contaminación atmosférica en las embarazadas, como una mayor probabilidad de sufrir un parto prematuro, así como otros impactos negativos en el desarrollo cerebral y pulmonar del feto.
Además, las temperaturas inusualmente altas también estarían asociadas a la hipertensión y la diabetes gestacional en el embarazo.
En lo que respecta a la población infantil, la experta de la OMS advirtió que cada grado centígrado adicional de temperatura mínima diaria por encima de 23,9 °C aumenta el riesgo de mortalidad infantil hasta en un 22,4 %.
Además, el calor extremo también afecta gravemente a la población de edad avanzada, que tiene más probabilidades de sufrir infartos o problemas respiratorios durante las olas de calor.
Otros efectos del cambio climático, como la sequía en Somalia o las fuertes inundaciones en Pakistán o Brasil, también reducen el acceso al agua potable y al suministro de alimentos, lo que provoca un aumento de las enfermedades diarreicas y la malnutrición en los colectivos más vulnerables.
Ante esta situación, la experta de la OMS instó a los gobiernos a promover medidas específicas que protejan la salud en las distintas etapas de la vida, así como garantizar que los servicios sanitarios y asistenciales estén preparados para atender las necesidades de las personas más expuestas a los desastres climáticos.
07 junio 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia
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Un estudio basado en neuroimágenes de cientos de adolescentes indicó que los jóvenes diagnosticados hoy con adicción a Internet, poseen alteraciones en regiones del cerebro para controlar la atención y la memoria de trabajo.
La indagación, publicada en la revista PLOS Mental Health, analizó 12 estudios de neuroimagen de adolescentes de 10 a 19 años entre 2013 y 2022.
Además, los participantes diagnosticados clínicamente con adicción a Internet participaron en actividades regidas por la red de funciones ejecutivas del cerebro como comportamientos que requieren atención, planificación, toma de decisiones y control de impulsos.
Expertos señalaron que esas regiones del cerebro mostraron una alteración sustancial en su capacidad para trabajar juntas, en comparación con aquellos en sus pares sin adicción a Internet.
El profesor asociado de ciencias de la computación en la Facultad de Ciencias de la Computación Khoury de la Universidad Northeastern en Boston, Caglar Yildirim, explicó que los patrones de conectividad funcional en los cerebros de los participantes, de hecho, coinciden con los observados en personas con adicciones a sustancias.
«Los mecanismos subyacentes a la adicción a Internet se parecen más a un patrón emergente que a una imagen terminada. Todavía se está entendiendo mucha causalidad entre lo que sucede en el cerebro y lo que se muestra a través del comportamiento. A partir de ahora, la observación mediante biomarcadores, como la conectividad funcional, ayuda a cerrar esa brecha», indicó por su parte el autor principal del estudio Max Chang.
Explicó, además, que al igual que los trastornos por sustancias y el juego, la adicción a Internet reconfigura el cerebro, lo que hace que sea más difícil resistir los estímulos relacionados con estar conectado a la red.
«Sin embargo, a diferencia del juego o el consumo de sustancias, Internet es una parte importante de nuestras vidas. Equilibrar la utilidad y los peligros de Internet es un campo muy crucial en el futuro del desarrollo de los adolescentes», añadió.
La Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) incluyó a la adicción a las tecnologías como tema en su iniciativa presidencial para 2023 a 2024.
05 junio 2024|Fuente: Prensa Latina |Tomado de |Noticia
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Las experiencias estresantes en la mediana edad o durante la infancia pueden estar asociadas a un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer y neuroinflamación, respectivamente. Un estudio publicado en Annals of Neurology, que ha sido liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa», en colaboración con el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall.
Los acontecimientos vitales estresantes son aquellos en los que amenazas externas objetivas activan respuestas conductuales y psicológicas en nosotros, por ejemplo, la muerte de un ser querido, el desempleo o la enfermedad. Cada vez hay más pruebas de que el estrés podría estar asociado a un mayor riesgo de demencia y deterioro cognitivo.
El objetivo de esta investigación era evaluar si la acumulación de acontecimientos vitales estresantes a lo largo de la vida podría influir en el desarrollo de enfermedades relacionadas con el alzhéimer en etapas posteriores. Para ello, el equipo de investigación contó con 1290 personas voluntarias de la cohorte ALFA de Barcelona, también apoyada por la Fundación «la Caixa», todas ellas sin deterioro cognitivo en el momento del estudio, pero con antecedentes familiares directos de enfermedad de Alzheimer.
La mediana edad como periodo vulnerable
Los análisis estadísticos revelaron que la acumulación de acontecimientos estresantes durante la mediana edad se asociaba a niveles más elevados de proteína β-amiloide (Aβ), un factor clave en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Sabemos que la mediana edad es un periodo en el que empiezan a acumularse las patologías relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. «Es posible que estos años representen un periodo vulnerable en el que experimentar estrés psicológico pueda tener un impacto duradero en la salud cerebral», afirma Eleni Palpatzis, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
Estrés infantil y neuroinflamación
El equipo de investigación también descubrió que niveles más altos de experiencias estresantes en la infancia estaban asociados con un mayor riesgo de desarrollar neuroinflamación en edades más avanzadas. La inflamación se ha reconocido como una respuesta molecular clave en las enfermedades neurodegenerativas y estos resultados están en consonancia con las nuevas pruebas que sugieren que los traumas infantiles están relacionados con un aumento de la inflamación en la edad adulta.
La acumulación de acontecimientos vitales estresantes a lo largo de la vida se asoció con mayores niveles de proteína β-amiloide (Aβ) sólo en los hombres. En las mujeres, sin embargo, los investigadores observaron que un mayor número de experiencias estresantes a lo largo de la vida se asociaba a menores volúmenes de materia gris, lo que implica que el estrés puede tener efectos específicos según el sexo.
«Nuestros resultados sugieren que los mecanismos a través de los cuales los factores estresantes de la vida afectan a la salud cerebral de hombres y mujeres son diferentes: acumulación de proteína amiloide en los hombres y atrofia cerebral en las mujeres», afirma Eider Arenaza-Urquijo, investigadora de ISGlobal y última autora del estudio.
Efectos más fuertes en personas con antecedentes psiquiátricos
Las autoras encontraron que los acontecimientos vitales estresantes en personas con antecedentes de enfermedades psiquiátricas se asociaron con mayores niveles de proteínas Aβ y tau, neuroinflamación y con un menor volumen de materia gris. Esto sugiere que esta población podría ser más susceptible a los efectos de los acontecimientos vitales estresantes, por ejemplo, debido a una menor capacidad para afrontar el estrés que podría hacerles más vulnerables.
«Nuestro estudio refuerza la idea de que el estrés podría desempeñar un papel importante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer y aporta pruebas iniciales sobre los mecanismos que subyacen a este efecto, pero se necesitan investigaciones adicionales para replicar y validar nuestros hallazgos iniciales», afirma Eider Arenaza-Urquijo.
04 de abril de 2024|Fuente: Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología
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Unos 4,9 millones de niños murieron antes de su quinto cumpleaños a nivel mundial en 2022, una muerte cada seis segundos, lo que supone la tasa de mortalidad registrada en menores de cinco años más baja de la historia, reveló un informe publicado por agencias de Naciones Unidas. El estudio, con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), muestra que la mortalidad en niños menores de 5 años ha bajado un 51 % en lo que va de siglo. ‘Esto demuestra que es posible progresar cuando se asignan recursos suficientes a la atención primaria de salud, incluida la salud y el bienestar infantil’, destacó un comunicado de la OMS. No obstante, a pesar de estos avances, la OMS advierte que aún queda ‘un largo camino por recorrer’ para reducir el número de muertes registrado en 2022, donde casi la mitad de los cerca de 5 millones de fallecidos fueron de recién nacidos.
Más de dos millones de fallecidos entre 5 y 24 años, Además, el informe indica que otros 2,1 millones de niños, adolescentes y jóvenes de entre 5 y 24 años también murieron en ese año, muchos de ellos en las regiones de África subsahariana y Asia meridional. ‘El lugar donde nace un niño no debe determinar si vive o muere’, destacó en el comunicado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien recordó que es fundamental mejorar el acceso a servicios sanitarios de calidad para todas las mujeres y niños ‘incluso en emergencias y zonas remotas’.
La organización sanitaria también alertó de otros factores que amenazan actualmente a estos avances como el aumento de la desigualdad económica, los nuevos conflictos, la intensificación del impacto del cambio climático o las consecuencias de la covid-19. El riesgo de muerte se duplica en entornos pobres Así, los niños de hogares más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los de familias más ricas, mientras que los que viven en entornos frágiles o afectados por conflictos tienen casi el triple de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que niños de otros lugares.
La OMS recuerda que la mayor parte de estas muertes se deben a causas evitables como los partos prematuros, las complicaciones en el nacimiento o enfermedades infecciosas como la neumonía, la diarrea o la malaria. Para evitar estas muertes, las agencias de la ONU apuestan por aumentar las inversiones para dar unas condiciones dignas a los trabajadores sanitarios, los cuales, aseguran, deben recibir ‘una remuneración justa, una buena formación y los medios necesarios para prestar una atención de máxima calidad’. Advierten que, en caso de que la comunidad internacional no actúe rápidamente, unos 59 países podrían no cumplir el objetivo de la Agenda 2030 en este sentido, que es bajar la mortalidad en los menores de cinco años a 25 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, lo que podría suponer el fallecimiento de unos 35 millones de niños antes de cumplir los cinco años de aquí a 2030.
13 marzo 2024 | Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A