aire contaminadoSe ha sabido desde hace tiempo que la contaminación del aire perjudica el corazón y los pulmones, pero una nueva investigación sugiere que también podría aumentar el riesgo de cáncer de mama.

Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de EE.UU. (NIEHS, por sus siglas en inglees) y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) descubrieron que los mayores incrementos en la incidencia de cáncer de mama estaban entre las mujeres que, en promedio, tenían niveles más altos de contaminación por material particulado de 2.5 micrómetros (PM2.5) cerca de su hogar en los años anteriores a su registro en el estudio.

Las partículas se liberan a través del escape de vehículos motorizados, la quema de petróleo o carbón, el humo procedente de la quema de madera o vegetación y las emisiones industriales. Estas partículas son lo suficientemente pequeñas para ser inhaladas profundamente en los pulmones.

“Observamos un aumento del 8 % en la incidencia de cáncer de mama al vivir en áreas con mayor exposición a PM2.5. Aunque este es un aumento relativamente modesto, estos hallazgos son significativos dado que la contaminación del aire es una exposición omnipresente que afecta a casi todos”, dijo la autora del estudio Alexandra White, jefa del Grupo de Epidemiología del Cáncer y Medio Ambiente en el NIEHS, en un comunicado de prensa del instituto. «Estos hallazgos se suman a un creciente literatura que sugiere que la contaminación del aire está relacionada con el cáncer de mama».

Para el estudio, los investigadores utilizaron datos del Estudio sobre Dieta y Salud NIH-AARP, que inscribió a más de 500 000 hombres y mujeres entre 1995 y 1996 en California, Florida, Pennsylvania, Nueva Jersey, Carolina del Norte y Luisiana, así como en las ciudades de Atlanta y Detroit.

Las mujeres en el grupo tenían, en promedio, unos 62 años. La mayoría eran blancas.

Los investigadores siguieron a estas mujeres durante aproximadamente 20 años, durante los cuales encontraron más de 15 800 casos de cáncer de mama.

El equipo estimó las concentraciones históricas anuales promedio de PM2.5 en los sitios de residencia de cada participante. Estaban particularmente interesados en las exposiciones a la contaminación del aire durante un período de 10 a 15 años antes del registro en el estudio, teniendo en cuenta el tiempo que lleva el desarrollo de algunos cánceres.

La mayoría de los estudios anteriores han evaluado el riesgo de cáncer de mama en relación con la contaminación del aire en el momento de la inscripción al estudio y no han considerado exposiciones anteriores, señalaron los autores del estudio.

«La capacidad de considerar niveles históricos de contaminación del aire es una fortaleza importante de esta investigación», dijo la autora principal, Rena Jones, investigadora principal del estudio en el NCI. “Puede llevar muchos años desarrollar cáncer de mama y, en el pasado, los niveles de contaminación del aire tendían a ser más altos, lo que puede hacer que los niveles de exposición anteriores sean especialmente relevantes para el desarrollo del cáncer».

Los científicos también consideraron cómo la relación entre la contaminación del aire y el cáncer de mama variaba según el tipo de tumor. Evaluaron los tumores con receptores de estrógenos positivos (ER+) y negativos (ER-) por separado, encontrando que las PM2.5 se asociaban con una mayor incidencia de cáncer de mama ER+, pero no ER-.

Esto sugiere que la disrupción endocrina está involucrada. Los tumores ER+ son los tumores de mama más frecuentemente diagnosticados entre las mujeres en Estados Unidos.

Los hallazgos fueron publicados el 11 de septiembre en la revista Journal of the National Cancer Institute.

Más información

Las personas que viven en los Estados Unidos pueden encontrar información sobre la calidad del aire en su localidad ingresando su código postal en el sitio web Air Now de la Agencia de Protección Ambiental.

Referencia

Alexandra J White, Jared A Fisher, Marina R Sweeney, Neal D Freedman, Joel D Kaufman, Debra T Silverman, Rena R Jones, Ambient fine particulate matter and breast cancer incidence in a large prospective US cohort, JNCI: Journal of the National Cancer Institute, 2023;, djad170, https://doi.org/10.1093/jnci/djad170

14/09/2023

Fuente: (HealthDay News)

ola de calorLos picos de mortalidad durante las olas de calor son cada vez más frecuentes y acabarán siendo habituales en el futuro. Así lo revela un análisis probabilístico realizado por investigadores europeos, con datos de ciudades como París y Barcelona.

La mortalidad relacionada con el calor se ha identificado como uno de los principales extremos climáticos que suponen un riesgo para la salud humana. Las investigaciones actuales se centran sobre todo en cómo aumenta esta mortalidad con el aumento de la temperatura media mundial.

Sin embargo, estos cambios están fuertemente impulsados por eventos extremos que se vuelven más frecuentes e intensos, hasta ahora invisibles, que alcanzan territorios inexplorados.

Así lo muestra un nuevo estudio publicado en Nature Communication, liderado por centros de investigación suizos y en el que participa el investigador Dominic Royé de la Fundación para la Investigación del Clima (FIClima), donde se cuantifican los cambios en la frecuencia de eventos extremos por calor y la mortalidad asociada.

La mortalidad por calor de un evento de uno cada 100 años a principios de este siglo se espera una vez cada diez o veinte años en el clima actual

A través de un análisis probabilístico, los autores combinan, por una parte las relaciones entre el calor y la mortalidad para 748 localidades de 47 países, y por otra, los datos de grandes conjuntos de modelos climáticos, para identificar probables eventos estivales pasados y futuros de gran impacto.

Así, en la mayoría de los lugares, la mortalidad por calor de un evento de uno cada 100 años en el año 2000 o principios de este siglo se esperaría una vez cada diez o veinte años en el 2020 o el clima actual.

Bajo estas condiciones se prevé que estos periodos de retorno se acortan aún más bajo niveles de calentamiento de 1,5 °C y 2 °C, donde los extremos de mortalidad por calor del clima pasado acabarán convirtiéndose en habituales si no se produce ninguna adaptación.

Los resultados subrayan la urgente necesidad de una fuerte mitigación y adaptación para reducir los impactos sobre la vida humana.

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dormir-bienLa nueva investigación guiada por expertos de la Universidad de Harvard sugiere un rango de grados para garantizar una mejor calidad del sueño. Las temperaturas más altas podrían tener efectos negativos en el descanso.

¿Existe una temperatura ideal para poder descansar bien? Un grupo de investigadores reclutó a 50 voluntarios, todos mayores de 60 años y residentes en Boston, Estados Unidos, para intentar responder a esta pregunta, y la conclusión es que la mejor temperatura para poder dormir bien es de 20 a 25 grados centígrados, según se detalla un estudio publicado por la revista Science of Total Evironment.

«El sueño tiende a ser más fácil y a menudo más profundo y reparador en un ambiente más fresco», escribió el principal autor, Amir Baniassadi, en un comunicado codifundido por la Universidad de Harvard y la organización sin fines de lucro Hebrew SeniorLife.

«Esto no es arbitrario, sino que tiene su origen en nuestra biología. Nuestra temperatura corporal desciende de forma natural por la noche, lo que ayuda a iniciar y mantener el sueño. Cuando el ambiente en el que dormimos es demasiado cálido, puede interferir en este descenso de la temperatura y alterar el sueño», agregó el investigador de salud.

Importancia de dormir bien para la salud

Estudios previos han mencionado la importancia de dormir bien para mantener una buena salud y calidad de vida. La falta de horas de sueño, las interrupciones y en esta oportunidad, la temperatura, podrían jugar en contra de una buena calidad del descanso.

«Las alteraciones del sueño pueden provocar problemas de memoria, mayor riesgo de caídas y menor capacidad para realizar las actividades cotidianas. También puede afectar a nuestro estado de ánimo y a nuestra sensación general de bienestar», añadió Baniassadi.

Reducción de hasta un 10 % en la calidad del sueño

Los científicos detectaron con monitores de sueño portátiles y sensores ambientales que, en el rango de temperatura de 25 a 30 grados centígrados, los participantes experimentaron una baja de hasta en un 10% en la eficiencia del sueño, un porcentaje que no debe ser subestimado.

«Nuestros hallazgos demostraron que el sueño era más eficiente y reparador cuando la temperatura ambiente nocturna oscilaba entre 20 y 25 °C, con una caída clínicamente relevante del 5-10 % en la eficiencia del sueño cuando la temperatura aumentaba de 25 °C a 30 °C», señaló el equipo en el estudio.

Énfasis en el cambio climático y el aumento de las temperaturas

Los especialistas hacen también un llamado a preparar mejor las residencias para ancianos y las propiedades privadas debido al aumento de las temperaturas que el cambio climático trae consigo.

«Estos resultados ponen de relieve el potencial para mejorar la calidad del sueño en los adultos mayores mediante la optimización de los ambientes térmicos del hogar y hacen hincapié en la importancia de los ajustes personalizados de temperatura basados en las necesidades y circunstancias individuales», destacaron.

«Además, nuestro estudio subraya el impacto potencial del cambio climático en la calidad del sueño de los adultos mayores, en particular los de nivel socioeconómico más bajo, y apoya el aumento de su capacidad de adaptación frente a un clima cambiante», concluyeron.

Referencia: Amir Baniassadi, Brad Manor, Wanting Yu, Thomas Travison, Lewis Lipsitz. Nighttime ambient temperature and sleep in community-dwelling older adults. Science of The Total Environment.  2023; 899, 165623 https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.165623.

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0048969723042468

31/08/2023(DW.com) Tomado Salud Global © 2023 Deutsche Welle

septiembre 4, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Cambio Climático, Medio Ambiente, Temperatura | Etiquetas: , , , , , , |

Un estudio observacional longitudinal examina la relación entre la temperatura nocturna del dormitorio y la calidad del sueño en una muestra de personas mayores que viven en la comunidad.

sueno_personas_mayoresUna nueva investigación de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) revela que el sueño puede ser más eficiente y reparador para los adultos mayores cuando la temperatura ambiente nocturna del dormitorio oscila entre 20 y 25 °C, según publican sus autores en la revista ´Science of The Total Environment´.

Los investigadores observaron una tendencia general que indica que un descenso del 5-10 % en la eficiencia del sueño a medida que la temperatura ambiente nocturna aumenta de 25 a 30 °C. Además, revela diferencias sustanciales entre individuos en cuanto a la temperatura óptima del dormitorio.

«Estos resultados ponen de relieve la posibilidad de mejorar la calidad del sueño de las personas mayores optimizando el ambiente térmico del hogar y subrayando la importancia de ajustar la temperatura de forma personalizada en función de las necesidades y circunstancias individuales», afirma el investigador principal, Amir Baniassadi, del Instituto Hinda y Arthur Marcus de Investigación sobre el Envejecimiento de Hebrew SeniorLife y de la Facultad de Medicina de Harvard.

«Además, el estudio subraya el impacto potencial del cambio climático en la calidad del sueño de los adultos mayores, en particular los de nivel socioeconómico más bajo, y apoya el aumento de su capacidad de adaptación a medida que aumentan las temperaturas nocturnas en las ciudades de todo el país», añade Baniassadi.

Este estudio observacional longitudinal examina la relación entre la temperatura nocturna del dormitorio y la calidad del sueño en una muestra de personas mayores que viven en la comunidad.

Utilizando monitores de sueño portátiles y sensores ambientales, los investigadores controlaron la duración del sueño, la eficiencia y la inquietud durante un período prolongado en los hogares de los participantes, al tiempo que controlaban los posibles factores de confusión y las covariables.

El estudio recopiló casi 11.000 noches-persona de sueño y datos ambientales de 50 adultos mayores. Las asociaciones fueron principalmente no lineales, y se observaron variaciones sustanciales entre sujetos.

Las personas mayores suelen tener un sueño inadecuado, agitado e interrumpido, lo que a su vez influye en muchos resultados relacionados con su salud y bienestar, como la función cognitiva y física, el estado de ánimo y el afecto, la irritabilidad y la reacción al estrés, la productividad, el control de la diabetes y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

De hecho, dormir mal es desproporcionadamente más frecuente entre los adultos mayores. Mientras tanto, la investigación sobre sus causas se ha centrado sobre todo en factores fisiológicos y conductuales, a pesar de las pruebas que sugieren que el entorno en el que duerme la persona puede ser igual de influyente.

Como resultado, mientras que se han desarrollado numerosas intervenciones médicas y conductuales para mejorar los resultados relacionados con el sueño, el potencial de las intervenciones ambientales se ha pasado por alto en gran medida.

En este contexto, la relación entre la temperatura ambiente del hogar y el sueño en los adultos mayores puede ser un objetivo potencial para mejorar el sueño, lo que motivó a los investigadores a realizar este estudio. Los autores planean continuar esta línea de trabajo centrándose en el impacto potencial del cambio climático sobre el sueño en adultos mayores con bajos ingresos y desarrollando intervenciones para optimizar su entorno.

28 de agosto 2023,  IMMÉDICO 

agosto 29, 2023 | gleidishurtado | Filed under: Envejecimiento, Medio Ambiente, Temperatura | Etiquetas: , , |

Estas dolencias en la faringe y la laringe se suman a que el aire acondicionado origina uno de cada cinco procesos víricos del verano.

aire acondicionadoLa logopeda del Hospital Universitario del Vinalopó de Elche (Alicante), Elena Gras, ha alertado de la afección del aire acondicionado sobre «el timbre, sonoridad y calidad de la voz», ya que «al respirar aire seco, que es el que produce la climatización, se resecan las mucosas de faringe y laringe». Read more

ola de calorLos expertos han advertido durante mucho tiempo que las olas de calor golpearán con mayor frecuencia y temperaturas más altas a medida que el mundo se calienta, pero el futuro ha llegado más rápido de lo que los investigadores temían y estimaban, particularmente en Europa occidental, que es un punto crítico para las olas de calor.

Ha habido un aumento particularmente significativo de las temperaturas extremas en Europa desde la ola de calor mortal del verano de 2003, que causó un exceso de muertes estimado en 70 000, pero la tendencia al alza continúa sin cesar. De hecho, en junio de 2023, los indicadores climáticos clave, incluidas las temperaturas globales del aire y de la superficie del mar, batieron todos los récords anteriores. A medida que las temperaturas globales continúan aumentando, los científicos del clima reiteran la importancia de reducir las emisiones de carbono y aumentar la capacidad de las personas para adaptarse a las temperaturas extremas, que se cree que son un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociadas.

Calor extremo y mecanismos de respuesta en personas sanas

El estrés por calor puede provocar efectos graves en la salud debido a la exacerbación aguda de enfermedades ya existentes. La exposición al calor ejerce una presión adicional sobre el corazón y puede provocar un golpe de calor si el sistema cardiovascular no regula adecuadamente la temperatura corporal central. Los estudios de cambios fisiológicos en personas expuestas a temperaturas ambiente crecientes (a partir de una línea de base de 28 °C durante 1 hora) han mostrado un aumento de 35 % en el metabolismo en reposo de sujetos sanos durante el periodo de exposición a 40 °C, con un aumento adicional de 15 % en un ambiente a 50 °C.[6]

El estrés por calor en ambientes con una humedad relativa del 50 % aumenta la frecuencia cardiaca (64 %; p = 0,000), la ventilación por minuto (78 %; p = 0,000) y la tasa de sudoración desde el inicio (74 %; p = 0,0001). La carga de trabajo del miocardio (definida como el producto de la presión arterial por la frecuencia) fue aproximadamente 12 % mayor que la basal a 40 ºC y aproximadamente 26 % mayor a 50 ºC, independientemente de la humedad ambiental. La base fisiológica de este aumento es atribuible a la vasodilatación periférica mediada por el calor y la reducción de la presión arterial, con la consiguiente activación de los barorreceptores y la estimulación simpática de la frecuencia cardiaca. En condiciones normotérmicas de reposo, el sistema vascular cutáneo recibe de 5 % a 10 % del gasto cardiaco, mientras que en respuesta al estrés térmico aumenta hasta 6 a 8 l/min lo que representa de 50 % a 70 % del gasto cardiaco.

Así, cuando la temperatura ambiente aumenta, el cuerpo humano activa dos mecanismos principales para regular la temperatura central: la sudoración y el aumento del flujo sanguíneo a la piel. El aumento de la demanda metabólica requiere del incremento en la frecuencia cardiaca, lo que obliga al corazón a trabajar más, pero esencialmente extrae sangre de él, y esto representa una tensión cardiaca que los expertos creen que es mayormente inofensiva para los adultos jóvenes sanos, pero potencialmente letal para las personas mayores o las personas con problemas cardiacos preexistentes.

Aumento de la temperatura y riesgo cardiovascular

Varios estudios epidemiológicos han mostrado hallazgos consistentes sobre los efectos de la exposición al calor en la mortalidad cardiovascular, mientras que los hallazgos sobre las asociaciones entre la exposición al calor y la morbilidad cardiovascular revelaron una gran variabilidad entre los estudios y las ubicaciones geográficas.

Una revisión sistemática y metanálisis buscó arrojar luz sobre esta área investigando los efectos en la salud de las enfermedades cardiovasculares por la exposición al calor ambiental en diferentes zonas climáticas. Un aumento de 1 °C en la temperatura se asoció con un aumento de 2,1 y de 0,5 % en la mortalidad y la morbilidad relacionadas con enfermedades cardiovasculares, respectivamente. Se encontró una asociación positiva constante en todos los diagnósticos de enfermedad cardiovascular considerados para la mortalidad, con los mayores efectos para el ictus (3,8 %) y la enfermedad coronaria (2,8 %).

Las temperaturas elevadas aumentaron el riesgo de morbilidad por arritmias y parada cardiaca (1,6 %), evidenciándose un aumento del riesgo de morbilidad por parada cardiaca extrahospitalaria (2,1 %).

Las olas de calor también se han asociado con desenlaces adversos para la salud cardiovascular, con un aumento del 11,7 % en el riesgo de mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares y un mayor efecto a medida que aumenta la intensidad de la ola de calor.

Las condiciones climáticas regionales subyacentes desempeñan un papel importante y deben tenerse en cuenta al evaluar el riesgo de mortalidad y morbilidad por enfermedades cardiovasculares relacionadas con el calor. Las personas para las que la exposición al calor se asoció con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad fueron: mujeres, personas mayores de 65 años, personas que viven en climas tropicales y aquellos en países de bajos y medianos ingresos.

El calor extremo y los adultos mayores

Ante la situación de calentamiento global, las definiciones binarias que se utilizan a menudo para identificar a las comunidades de mayores «vulnerables», como las personas de más de 65 años, pueden llevar a subestimar los riesgos futuros del clima extremo. Dentro del gran grupo de adultos mayores, aquellos de edades más avanzadas no solo muestran una mayor vulnerabilidad a los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, sino que también crecerán en número rápidamente.

En los últimos años se ha demostrado que la proporción de muertes por enfermedades cardiovasculares atribuibles al calor extremo en España es 3 veces superior en personas mayores de 90 años que en las de 60 a 74 años, mientras que las de 75 a 89 años tienen el doble de muertes frente a la cohorte de edad más joven.

En el futuro, las tasas de crecimiento proyectadas para los mayores de 65 años pueden variar significativamente: se prevé que los países de ingresos altos experimenten un aumento de 70 % en la población mayor de 65 años para fines de siglo, mientras que los países de ingresos medios-altos, medios-bajos y bajos tendrán respectivamente un crecimiento de 2,5, 5 y 14 veces para el 2100.

Referencia: Rousi, E., Kornhuber, K., Beobide-Arsuaga, G. et al. Accelerated western European heatwave trends linked to more-persistent double jets over Eurasia. Nat Commun 13, 3851 (2022). https://doi.org/10.1038/s41467-022-31432-y      https://www.nature.com/articles/s41467-022-31432-y

Fuente: Medscape

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