El estudio de los mecanismos inmunológicos implicados en su desarrollo sugiere investigar en terapias más específicas que las administradas actualmente.

ciclo adenovirusUna carta que publica el The England Journal of Medicine, ha vuelto a poner sobre la mesa la implicación de ciertas familias de virus, en este caso concreto del enterovirus D68, en el desarrollo de enfermedades como la mielitis flácida aguda (AFM) -que afecta específicamente a los niños causando parálisis- y mucho más importante: ¿por qué solo lo hace en una pequeña proporción de los niños a los que infecta?, un fenómeno que parece reproducirse en el actual brote de hepatitis aguda de origen desconocido infantil.

«Hay muchos paralelismos entre las investigaciones iniciales de estos casos de hepatitis de origen desconocido y nuestras investigaciones iniciales de casos de AFM», según Kevin Messacar, de la División de Enfermedades Infecciosas pediátricas del Hospital Infantil de Colorado (Estados Unidos), y profesor asociado de la universidad del citado estado, que durante los últimos ochos años intentan descifrar el misterio médico relacionado con los casos de AFM.

La AFM es una enfermedad que cursa con síntomas y signos de parálisis, similar a la poliomielitis que aparece en los niños. Desde el brote de AFM en Estados Unidos en 2014 al que se refería el profesor de la Universidad de Colorado, y más recientemente en España en 2016, con un brote de 60 casos de infección vírica por enterovirus con cuadro neurológico en Cataluña, se han ido recopilando datos más sólidos que sugieren que el enterovirus D68 (EV-D68) causa AFM.

Diferencias entre subtipos

Los enterovirus pertenecen a una familia de patógenos a la que pertenecen, entre otros, el virus causante de la poliomielitis.

La mayoría de sus más de cien serotipos se manifiestan en forma de infecciones respiratorias o digestivas de poca gravedad, pero el D68 es el subtipo más grave porque puede llegar a originar afecciones del SNC, como meningitis linfocitarias, de menor gravedad que las víricas, o encefalitis de evolución incierta.

El virus se ha detectado en muestras respiratorias obtenidas de pacientes con AFM, pero muy raramente en el fluido cerebroespinal. Han sido pocos los estudios y datos derivados de autopsias y su patogenia se ha reportado principalmente en modelos ‘in vivo’ o ‘in vitro’ de infección por enterovirus D68 o a través de comparaciones históricas con infección por poliovirus.

La información que aporta el documento, que ahora publica The New England Journal of Medicine, supone un nuevo avance al identificar un caso publicado anteriormente de un niño de 5 años que murió de una enfermedad similar a la AFM en 2008 en el que detectó enterovirus D68 en el líquido cefalorraquídeo y se dispuso de tejido de autopsia preservado fijado en formalina e incluido en parafina para su evaluación.

Los hallazgos respaldan la teoría de que la infección por enterovirus D68 es una causa de AFM, según Matthew R. Vogt, de la Universidad y de la Escuela de Medicina de Chapel Hill, en Carolina del Norte, en Estados Unidos, primer firmante de la citada carta y coordinador del equipo que ha reportado la nueva información.

«La patogenia de la AFM puede involucrar una combinación de los efectos directos de la infección viral de las neuronas motoras de la médula espinal y el daño resultante de la inflamación local. Estas observaciones son compatibles con los cambios de señal en el asta anterior de la médula espinal en imágenes de resonancia magnética en niños con AFM», indica el investigador, quien subraya que los datos «validan algunas características detectadas en modelos murinos de AFM asociada a enterovirus-D68 y que muestran infección de las neuronas de la médula espinal e inflamación perineural principalmente con macrófagos y células T». 

Tropismo y otros virus 

Estos datos, sin embargo, contrastan con los modelos ‘ex vivo‘ e ‘in vitro’ de infección por enterovirus D68 que han demostrado infección de astrocitos. «Dado que el material en el informe actual captura solo un único punto de tiempo en una infección única, se sugiere que enterovirus D68 puede tener tropismo por células no neuronales, hecho que no se ha detectado, así como la posibilidad de encontrar otros virus implicados en la enfermedad». 

La relevancia clínica del análisis transcriptómico de muestras de autopsia de pacientes con AFM, prosigue este autor, es que «podría ayudar a identificar tratamientos relacionados con el sistema inmunitario más específicos que los glucocorticoides y la inmunoglobulina intravenosa utilizados actualmente para el tratamiento del trastorno», señala Vogt.

La metodología del trabajo se centró en una reconsideración del caso citado, en el que se detectó ARN y proteína de enterovirus D68 en neuronas motoras del asta anterior y sus axones en una sección de la médula espinal cervical que se examinaron mediante hibridación ‘in situ’ y métodos inmunohistoquímicos.

«El nivel axial concreto de la sección de la médula espinal cervical no se detectó adecuadamente debido al tiempo transcurrido entre la obtención del material de autopsia y la realización de este examen patológico. Asimismo, no se pudo examinar completamente otra sección de la médula espinal torácica, pero tenía evidencia inmunohistoquímica de enterovirus D68″, indica Vogt.

Genes inflamatorios 

Se encontraron infiltrados de células T CD8+ y macrófagos CD68+ en regiones infectadas con enterovisus-D68 y la clínica reportó que la debilidad asimétrica del brazo estaba presente al inicio del síndrome, dos días antes de que el paciente comenzara a tener dificultad para caminar.

Según Tristan De Buysscher, miembro del equipo de citada universidad estadounidense, una comparación de transcritos cuantificados relacionados con procesos oncológicos e inmunológicos en regiones inflamadas y de control de la médula espinal puso de manifiesto que en el examen microscópico se observaron «transcritos de genes inflamatorios elevados en tejidos inflamados; particularmente transcritos involucrados en el procesamiento de antígenos para su presentación en moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad I»

junio 05/2022 (Diario Médico)

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