Durante 2020, la crisis de la covid-19 y otros factores arrastraron a la inseguridad alimentaria a 161 millones de personas más que el año anterior, según un nuevo informe de la FAO publicado recientemente.

hambre en el mundoEl documento anual Estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición 2021, de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que entre 720 y 811 millones de personas se vieron afectadas por el hambre en 2020.

«Trágicamente, las mujeres y los niños a menudo soportaron la peor parte de la crisis», señala el informe.

El texto reiteró que alrededor de tres mil millones de personas están privadas de permitirse una dieta saludable para protegerse contra la malnutrición y alerta que otros mil millones corren igual peligro si alguna perturbación redujera sus ingresos en un tercio.

Proporcionalmente, muchos más individuos en los países de ingresos bajos no podrían permitirse ni siquiera una dieta suficiente en cuanto a energía, apunta el informe y señala que esos «riesgos son inaceptables en un mundo que produce alimentos suficientes para toda su población».

Desde el prólogo, firmado por el director general de la FAO, QU Dongyu, se destaca que los cierres de fronteras y toques de queda para contener la propagación del coronavirus SARS-CoV-2, las restricciones a la circulación de personas y bienes, en particular en las etapas iniciales de la pandemia, obstaculizaron el flujo de insumos a los agricultores y el de sus productos a los mercados.

Allí donde se bloquearon la recolección y el transporte, se dejaron pudrir enormes cantidades de frutas y hortalizas frescas en los campos, cita el texto.

Limitaciones que, apunta, perjudicaron no solo al comercio, las cadenas de suministro y los mercados agroalimentarios, sino también a la vida, los medios de subsistencia y la nutrición de los ciudadanos.

Muchas personas de las zonas rurales se vieron impedidas de viajar para realizar labores estacionales, una importante fuente de ingresos en las comunidades pobres.

De igual modo, debido a la inmovilidad por los confinamientos, los hogares urbanos de ingresos bajos contemplaron caer bruscamente su renta y su gasto en alimentos.

El documento de FAO reconoce que, incluso antes de la pandemia, el mundo no estaba en vías de cumplir el compromiso común de poner fin al hambre y la malnutrición en todas sus formas para 2030, meta de la ONU que en este caso se alejó aún más.

Asimismo, señala que cada vez más las cadenas de suministro de alimentos y los medios de vida de los actores de los sistemas agroalimentarios se ven alterados por perturbaciones —desde sequías e inundaciones hasta conflictos armados y subidas de los precios — y por tensiones a largo plazo, como el cambio climático y la degradación ambiental.

QU Dongyu concluye en su presentación que la FAO está firmemente comprometida a aprovechar la oportunidad que ofrecen eventos como la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios y otros para pasar de los compromisos a la acción.

Ello con el propósito de que los sistemas agroalimentarios sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles en aras de una mejor producción, nutrición, medio ambiente y «una vida mejor para todos, sin dejar a nadie atrás».

noviembre 24/2021 (Prensa Latina) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

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