Un estudio muestra que, aparte de posibilitar la disminución de peso, la acción interdisciplinaria mejora la calidad de vida y el comportamiento alimentario, y contiene los síntomas depresivos.

obesidadLa calidad de vida relacionada con la salud física y psicológica puede constituir un elemento fundamental en el tratamiento de los adultos con obesidad. Por eso, las acciones clínicas que incluyan en forma interdisciplinaria terapias cognitivas y conductuales pueden arrojar resultados más significativos con esas personas, no solamente para bajar de peso, sino también para contener los síntomas depresivos.

Esta es la principal conclusión de una investigación realizada en Brasil por el Grupo de Estudios de la Obesidad (GEO) de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en su campus de Baixada Santista, y publicada en la revista científica Frontiers in Nutrition.

Se considera que la obesidad constituye uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, que se duplicó con creces en Brasil en el transcurso de 17 años, llegando también y cada vez más a niños y jóvenes. Entre 2002 y 2019, el porcentaje de adultos obesos aumentó del 12,2 % al 26,8 %. Entre las mujeres, este índice llegó al 29,5 % (frente al 21,8 % en el sexo masculino). Al contabilizarse a los adultos con exceso de peso, la tasa creció del 43,3 % al 62,1 %, lo que representa prácticamente a los dos tercios de los brasileños, de acuerdo con la Investigación Nacional de Salud de 2019.

El programa de terapia interdisciplinaria y cognitivo-conductual fue más eficaz que los de ejercicios físicos y de educación y salud. Este programa promovió mayores cambios conductuales que los otros dos en factores relevantes para el control de peso: el nivel de actividad física y la ingestión alimentaria.

También se observaron alteraciones en casi todas las variables, incluyendo el índice de masa corporal (IMC), la masa grasa absoluta y la reducción de las circunferencias de la cintura, de la cadera y del cuello. Se mostró eficaz en la elevación de la calidad de vida en todos los dominios (físico, psicológico, social y ambiental) y en la disminución de los síntomas depresivos”, culminan diciendo los investigadores en el artículo.

Participaron en este estudio profesionales de las áreas de nutrición, psicología, educación física y fisioterapia. El mismo contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos, de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes) y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), estos dos organismos ligados a los ministerios de Educación y de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil respectivamente.

Para Amanda dos Santos Moraes, primera autora de la investigación, los aspectos psicológicos se muestran como esenciales en el tratamiento de la obesidad. “Esto constituye un factor innovador: la unión de la terapia interdisciplinaria con el abordaje cognitivo-conductual en el tratamiento de la obesidad. Los aspectos cognitivos se están teniendo en cuenta cada vez más en el tratamiento de adultos con obesidad”, dice la investigadora.

Y añade: “La terapia cognitivo-conductual es la intervención más aceptada para la pérdida de peso en la práctica clínica de la psicología. Este abordaje trabaja fundamentalmente con los pensamientos y con los sistemas de creencias centrales de individuos que pueden mantener sentimientos y comportamientos inadecuados, desencadenados por pensamientos disfuncionales con relación al peso corporal y a la obesidad. En nuestro estudio, observamos que el grupo con el cual se aplica la terapia cognitivo-conductual mostró una mayor aceptación de las intervenciones terapéuticas, como así también una mayor disminución de los síntomas depresivos que los otros dos grupos”.

La profesora Danielle Arisa Caranti, una de las supervisoras del estudio junto con Ricardo José Gomes, afirma que el tratamiento interdisciplinario aún se aplica escasamente en la red nacional de salud pública de Brasil (conocida por sus siglas SUS: Sistema Único de Salud), pero sería importante que el enfoque recayera sobre la inter profesionalidad y sobre la cuestión de la salud mental con miras a la implementación de futuras políticas públicas de combate contra la epidemia de obesidad.

“La realidad actual en el SUS es muy diferente. Contamos con pocos profesionales de la educación física, por ejemplo. Aparte de tener un costo mayor, la terapia interdisciplinaria requiere que se tenga conocimiento de la inter profesionalidad, a los efectos de trabajar de manera integrada, con articulación de objetivos y prácticas colaborativas. Al pensar en la aplicabilidad del estudio, esa es una vertiente que debe trabajarse con miras a la implementación de modelos de atención en salud y tratamiento de enfermedades crónicas”, sostiene Caranti.

En el artículo, los investigadores destacan que los tratamientos para la obesidad constituyen un gran gasto en los sistemas de salud de varios países. Estimaciones de la Federación Mundial de Obesidad apuntan que las consecuencias médicas de la enfermedad costarán más de un billón de dólares en 2025. Según la entidad, hay alrededor de 800 millones de obesos en el mundo.

En el caso de Brasil, los costos de los procedimientos asociados al sobrepeso y a la obesidad están estimados en 2 100 millones de dólares por año. Solamente en 2019, por ejemplo, el Sistema de Información para la Atención Básica en Salud del Ministerio de Salud apuntó que, de las más de 105 millones de consultas, el 20,6 % de las condiciones o problemas evaluados correspondía a hipertensión arterial, el 8,3 % a diabetes y el 2,5 % a obesidad.

Características

La obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. Para su diagnóstico en adultos, el parámetro más común es el del IMC, que se obtiene al dividir el peso del paciente por su altura elevada al cuadrado. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con exceso de peso tienen un IMC entre 25-29,9, y las obesas uno igual o superior a 30.

El IMC elevado constituye un importante factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, trastornos musculoesqueléticos (especialmente osteoartritis), problemas psicológicos, cáncer y, más recientemente, el agravamiento del COVID-19 en pacientes obesos.

Varios factores son señalados como causas de la obesidad, incluidos los genéticos, individuales/ conductuales y ambientales. Otros elementos que han contribuido para con el alza de la prevalencia de la enfermedad son la reducción o la ausencia de hábitos alimentarios sanos y de la práctica regular de actividades físicas.

 “El paradigma más común con relación a la pérdida de peso es el desequilibrio entre la ingestión de alimentos y la actividad física, y el balance energético positivo constituye la principal causa del sobrepeso y de la obesidad. Así y todo, esta visión sencilla no tiene en cuenta muchos otros factores, tales como la influencia del estilo de vida moderno, que estimula la alimentación basada en alimentos ultra procesados, o el papel del tejido adiposo en la homeostasis corporal y en el equilibrio energético”, escribe el grupo en el artículo.

De acuerdo con los investigadores, “es fundamental desarrollar estrategias más potentes para enfrentar esta epidemia de obesidad y ayudar a las personas a adelgazar, como así también ayudarlas a adoptar y mantener un estilo de vida sano en un ambiente obeso génico, que promueve el consumo excesivo de alimentos”.

Un reciente meta análisis en el cual se examinó la prevalencia mundial de tentativas de control de peso mostró que el 42 % de la población general de adultos estaba intentando perder peso y un 23 % mantenerlo. Otros estudios también demostraron que una disminución del 5 % del peso mejora los resultados en la salud.

La metodología

El estudio del grupo brasileño incluyó una investigación cuantitativa y cualitativa, y tuvo un formato de ensayo clínico aleatorizado. Analizó y comparó los efectos de tres diferentes tratamientos a largo plazo sobre los perfiles antropométricos, los comportamientos alimentarios y los niveles de ansiedad y depresión, aparte de la calidad de vida.

El Grupo de Estudios de Obesidad, del Laboratorio Interdisciplinario de Enfermedades Metabólicas de la Unifesp, reclutó a los voluntarios. De los 150 postulantes iniciales, se seleccionaron 98 tras la aplicación de los criterios fijados en la investigación.

La franja etaria fue de los 30 a los 50 años, y el IMC varió entre los 30 y los 39,9. La muestra era predominantemente de mujeres, generalmente más inclinadas a buscar tratamiento contra la obesidad que los varones.

Los voluntarios quedaron divididos aleatoriamente en tres grupos: el de educación y salud (que asistió a charlas sobre temas de salud), el de ejercicios físicos (que realizó entrenamiento físico) y el de terapia interdisciplinaria y cognitivo-conductual (que realizó entrenamiento físico, recibió orientación nutricional e hizo terapia física y psicológica).

Fueron 43 voluntarios los que permanecieron hasta el final al cabo de 30 semanas. En el grupo de educación y salud, la calidad de vida aumentó de manera relevante. En tanto, el de ejercicios físicos registró una merma significativa de peso además de la mejoría de la calidad de vida.

El grupo de terapia interdisciplinaria y cognitivo-conductual fue el que obtuvo los cambios más significativos: hubo una mejoría del perfil antropométrico y de la calidad de vida en todos los dominios (físico, psicológico, social y ambiental), aparte de un cambio positivo en los comportamientos alimentarios y una disminución de la depresión. También registró la menor tasa de abandono (alrededor del 42 %).

 junio 05/2021 (Dicyt)

junio 8, 2021 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Endocrinología, Enfermedades Nutricionales, Nutrición, Psicología, Psiquiatría | Etiquetas: , , , , |

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