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La exposición a una mala calidad del aire se asocia a mayores tasas de trastorno bipolar y de depresión. Estos son los resultados de un estudio publicado en PLoS Biology, capitaneado por investigadores de la Universidad de Chicago, que está basado en el análisis de grandes conjuntos de datos de la población de los Estados Unidos y Dinamarca.
Nuestros estudios en los Estados Unidos y Dinamarca muestran que vivir en áreas contaminadas, especialmente cuando eres niño, es predictivo de trastornos mentales, explica el biólogo computacional Atif Khan, primer autor del nuevo estudio. Añade que estas enfermedades neurológicas y psiquiátricas, tan costosas tanto en términos financieros como sociales, parecen vinculadas al entorno físico, particularmente a la calidad del aire.
Además de Khan, los investigadores Andrey Rzhetsky, profesor de Medicina y Genética Humana, y Edna K. Papazian, autor principal del artículo, utilizaron una base de datos de seguros de salud de Estados Unidos con 151 millones de individuos (pacientes hospitalizados y ambulatorios) que llevaba once años reclamando por enfermedades neuropsiquiátricas.
Aumenta el trastorno bipolar si la calidad del aire disminiuye
Los investigadores compararon la geoincidencia de las reclamaciones con las mediciones de 87 contaminantes atmosféricos potenciales de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos. Los condados con la peor calidad del aire tuvieron un aumento del 27 por ciento en el trastorno bipolar y un aumento del 6 por ciento en la depresión en comparación con aquellos con la mejor calidad del aire.
El equipo también encontró una fuerte asociación entre el suelo contaminado y un mayor riesgo de trastorno de la personalidad. Debido a que estas correlaciones parecían inusualmente fuertes, el equipo buscó validar sus hallazgos aplicando la metodología en datos de otro país, Dinamarca, que rastrea los indicadores de calidad ambiental en áreas mucho más pequeñas que la EPA.
El equipo de la Universidad de Chicago colaboró con los investigadores daneses para examinar la incidencia de la enfermedad neuropsiquiátrica en adultos daneses que habían vivido en áreas con mala calidad ambiental hasta los diez años.
Datos en Dinamarca
Las asociaciones que el equipo encontró, especialmente para el trastorno bipolar, reflejaban las de los Estados Unidos: un aumento del 2 por ciento para los individuos que vivían en las zonas con una peor calidad del aire. Utilizando estos datos daneses más específicos, el equipo encontró que las exposiciones en la primera infancia se correlacionaron aún más con la depresión mayor (un aumento del 50 por ciento); con esquizofrenia (un aumento del 148 por ciento); y con trastornos de la personalidad (un aumento del 162 por ciento) sobre las personas que crecieron en áreas con la mejor calidad de aire.
Los investigadores sospechan que los factores genéticos y neuroquímicos interactúan a diferentes niveles para afectar en el inicio y en la progresión de las enfermedades neuropsiquiátricas
Hasta ahora, los científicos han encontrado asociaciones modestas entre las variantes genéticas individuales y la enfermedad neuropsiquiátrica: para los polimorfismos más comunes, el aumento del riesgo de enfermedad es pequeño, tal vez menos del 10 por ciento. Este hecho llevó a Rzhetsky, que ha estado estudiando las raíces genéticas de una amplia variedad de enfermedades neuropsiquiátricas durante más de dos décadas, a buscar otros factores moleculares que podrían desencadenar o contribuir al mecanismo de la enfermedad.
Khan, Rzhetsky y el equipo trabajaron en el proyecto durante más de dos años, mejorando sus modelos con análisis matemáticos adicionales. Sin embargo, sus hallazgos no están exentos de controversia: otros investigadores han notado que esta correlación sustancial aún no confirma que la contaminación realmente desencadene las enfermedades.
El trabajo previo de Rzhetsky sobre la correlación entre la calidad del aire y el asma, que utilizó una metodología similar, no encontró resistencia por parte de las revistas o la comunidad científica en general. Rzhetsky agrega que en experimentos con animales expuestos a la contaminación, los animales muestran signos de deterioro cognitivo y síntomas de comportamiento similares a la depresión.
Si bien el estudio no abordó la cuestión de cómo la contaminación del aire podría desencadenar efectos neuronales, una gran cantidad de estudios experimentales en modelos animales sugiere que los químicos contaminantes afectan las vías neuroinflamatorias y preparan el escenario para problemas posteriores del desarrollo neurológico, muchos de los cuales ocurren al final de la infancia cuando los niños se convierten en adultos.
Relacionan la contaminación del aire al riesgo de muerte prematura
La exposición a contaminantes tóxicos del aire está relacionada con el aumento de las tasas de mortalidad cardiovascular y respiratoria, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Monash, en Australia y publicado en el New England Journal of Medicine.
El estudio, dirigido por el Haidong Kan de la Universidad de Fudan en China, analizó datos sobre la contaminación del aire y la mortalidad en 652 ciudades en 24 países y regiones, y descubrió que los aumentos en las muertes totales están relacionados con la exposición a partículas inhalables (PM10) y partículas finas (PM2.5) emitido por incendios o formado a través de la transformación química atmosférica.
El profesor asociado Yuming Guo, de la Escuela de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad de Monash, explica que no hay un umbral para la asociación entre las partículas y la mortalidad, y que incluso los niveles bajos de contaminación del aire pueden aumentar el riesgo de muerte.
Los efectos adversos para la salud de la exposición a corto plazo a la contaminación del aire han sido bien documentados y se sabe que plantean preocupaciones de salud pública por su toxicidad y exposición generalizada, asegura.
diciembre 31/2019 (Diario Médico)