corazón afligidoVicente Palop, asesor médico del grupo Ribera Salud, compagina su labor asistencial, en especial en enfermos con fibromialgia, con actividades que, desde una vertiente formativa, humanista y artística, amplían su visión sobre la medicina y su práctica.

 


PREGUNTA. Ha participado recientemente en el curso de verano El amor: anatomía, medicina, historia y política, de la Complutense de Madrid, con la ponencia Pinceladas sobre el amor y la salud. ¿Qué conexiones reales hay en este binomio?

RESPUESTA. El amor es uno de los principales aliados para la supervivencia a lo largo de la vida de la humanidad. Sin embargo, hay una gran controversia sobre el amor y la salud, dos términos muy polisémicos y complejos. El mayor sufrimiento que presenta el ser humano es la falta de afecto, desamor o la pérdida de un ser querido; pero también el amor patriarcal, disruptivo o tóxico crea importantes problemas emocionales que suponen, en muchas ocasiones, visitas médicas y se manifiestan por ansiedad, alteraciones del estado de ánimo, taquicardia, dolor precordial, mareos, insomnio, fatiga, problemas digestivos, intentos de suicidio o suicidios y muerte. Al mismo tiempo, el amor bueno que se da desde la igualdad, permite autonomía emocional, independencia sentimental y es correspondido (con ternura, empatía, generosidad, solidaridad, compañerismo, buen trato y respeto mutuo), actúa como una vivencia subjetiva y una experiencia personal positiva (emoción positiva) que, a través de distintos neurotransmisores del sistema nervioso central (endorfinas, cortisol, dopamina, oxitocina, norepinefrina, melatonina, estrógenos), mejora nuestras defensas, incrementa la sensación de felicidad, disminuye el estrés y el riesgo cardiovascular, mejora el sueño, la autoestima y la vitalidad, nos hace más guapos y, en resumen, da más salud (ayuda a establecer vínculos y mejorar las relaciones sociales, hacer proyectos y facilitar el rendimiento, favorecen el manejo del estrés, aumentan nuestra creatividad y nos ayudan a avanzar).

El amor disruptivo o tóxico crea a veces problemas emocionales que suponen, en ocasiones, visitas médicas

P. Como médico, ¿puede confirmar o rechazar que se puede morir de amor?

R. La frase tengo el corazón roto es un simbolismo que refleja una ruptura sentimental, un amor no correspondido o la pérdida de un ser querido que se trasforma en una alteración emocional que, en ocasiones, puede ser muy grave. No nos podemos olvidar que una de las primeras causas de suicidio o intento de suicidio en adolescentes y jóvenes (tercera causa de muerte en esta edad) son los desamores, las rupturas amorosas o los conflictos de pareja.

P. También es referente nacional en fibromialgia y ha participado en el documental Consulta 32 en el que se aborda, desde el punto de vista de la medicina narrativa, el estigma de las enfermas que la padecen. ¿Por qué son importantes este tipo de iniciativas?

R. En estos momentos trabajo en el Hospital de Denia en una consulta de referencia para enfermos con síndrome de fibromialgia. En España hay alrededor de un millón y medio de mujeres que lo sufren desde la incomprensión, el rechazo y el maltrato del sistema sanitario, de la inspección médica y de la sociedad, lo que incrementa su dolor y sufrimiento. La medicina narrativa, como complementaria de la basada en datos, aborda la enfermedad de estas personas desde su experiencia de vida y enfermedad; partiendo de una relación empática médico- paciente en la que se muestra interés por la persona, reconocimiento de la enfermedad y de cómo esta afecta a su vida personal, familiar y social, desde el respeto, el cariño y el buen trato. Este enfoque da lugar a una medicina más humana que empodera a las enfermas para que tengan autonomía en el manejo de su propia enfermedad. El documental ha sido dirigido por la cineasta Ruth Somalo, producido por Horns and Tails Production y se ha realizado con el apoyo del grupo Histex, que lidera el profesor Javier Moscoso (CSIC de Humanidades de Madrid) y Ribera Salud. El objetivo principal de este documental es dar visibilidad a un problema de salud pública muy frecuente que afecta fundamentalmente a mujeres y que, con un abordaje adecuado, puede mejorar de forma importante la calidad de vida de las enfermas.

Un amor no correspondido o la pérdida de un ser querido son causa de graves alteraciones emocionales

P. ¿Qué le aportan como médico este tipo de actividades?

R.Tener en cuenta las emociones de las enfermas y cómo viven la enfermedad le da una perspectiva más humana a mi trabajo. La razón de ser de la Medicina, su origen histórico y la esencia de la profesión médica es cuidar al enfermo. Esto supone una perspectiva humanista de la profesión, lo cual exige al profesional sanitario, además de tener conocimientos técnicos, ser capaz de entender al enfermo como ser humano que tiene sentimientos, busca una explicación a su enfermedad y requiere amparo en su sufrimiento. En la actualidad, esta visión de la profesión sitúa al enfermo en el centro de la atención sanitaria y hace que, junto al médico, participe en la toma de decisiones sobre su enfermedad.

Con el documental Consulta 32 hemos querido dar visibilidad a la fibromialgia, un problema de salud muy femenino

P. Y a la inversa, ¿qué conocimientos y experiencias médicas le ayudan a la hora de desarrollar estas actividades?

R. Nosotros hemos estudiado las respuestas de las enfermas que han participado en el documental Consulta 32, analizando todos los constructos que determinan la gravedad de la enfermedad de fibromialgia y hemos podido observar una gran mejoría en todos los aspectos clínicos, personales y sociales y, sobre todo, un incremento de la autoeficacia, de la capacidad para conseguir los objetivos que se proponen para vivir más felices.

P. Da la impresión de que los médicos cada vez son más receptivos a ampliar su campo de acción. ¿Cómo lo ve usted?

R. Pues la verdad es que tengo mis dudas, ya que creo que en la actualidad hay una medicina más tecnocratizada, más intervencionista, más medicalizada y que psiquiatriza más los problemas banales de la vida cotidiana. Creo que, durante el periodo de especialización, el médico especialista en medicina familiar y comunitaria tiene que formarse más en ciencias sociales y humanistas para dar respuesta a los problemas de salud actuales. Trabajar como lo hace el grupo Ribera Salud en colaboración con el grupo de humanidades Hixtes es apostar por este camino y por la felicidad de las personas.

octubre 31/2019 (Diario Médico)

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