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Un grupo de científicos japoneses ha demostrado que el injerto de piel desarrollado a partir de células iPS puede revertir el mielomeningocele en fetos de roedores.
En el experimento, los investigadores generaron primero piel artificial a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPS), y luego trasplantaron injertos de esa piel en fetos de rata con mielomeningocele.
El tratamiento actual de la espina bífida es quirúrgico en determinados casos de fetos y recién nacidos con espina bífida. La cirugía fetal mejora los resultados neurológicos en comparación con la intervención tras el nacimiento, pero también se asocia con mayores tasas de parto prematuro y otras complicaciones graves, lo que subraya la necesidad de encontrar nuevas terapias fetales.
El grupo de Akihiro Umezawa, del Instituto Nacional de Salud del Niño de Japón, propuso un enfoque mínimamente invasivo donde se genera e injerta piel para cubrir los defectos de mielomeningocele durante el embarazo, mejorando potencialmente los resultados a largo plazo y reduciendo los riesgos quirúrgicos.
En este estudio, los investigadores primero desarrollaron células iPS a partir de células de líquido amniótico que obtuvieron de un feto con síndrome de Down y de una gestación con el síndrome de transfusión feto-fetal. A continuación, con factores específicos diferenciaron a las células iPS en células de la piel y trataron a estas células con compuestos adicionales, como el factor de crecimiento epidérmico para promover su crecimiento en diferentes capas cutáneas. En total, tardaron 14 semanas desde la preparación del líquido amniótico hasta la obtención de piel tridimensional, lo que permitiría que un eventual injerto de esta terapia celular se llevase a cabo en la ventana terapéutica de las 28-29 semanas de gestación.
Los investigadores japoneses trasplantaron los injertos de piel tridimensional en 20 fetos de rata a través de una pequeña incisión en la pared uterina. La piel artificial cubrió parcialmente los defectos mielomeningocele en ocho de las ratas recién nacidas y cubrió completamente los defectos en cuatro de las ratas recién nacidas.
Además, la piel injertada se regeneró con el crecimiento del feto y, a lo largo de todo el embarazo, se aceleró la cobertura de los defectos. Las células cutáneas trasplantadas no favorecieron la formación de tumores, pero el tratamiento redujo significativamente el peso al nacer, así como la longitud corporal.
«Estos resultados nos animan y creemos que nuestra terapia de células madre fetales tiene un gran potencial para convertirse en un nuevo tratamiento para el mielomeningocele», dice Umezawa. «Sin embargo, hacen falta más estudios, en animales más grandes, para demostrar que nuestra terapia de células madre fetales promueve a largo plazo la regeneración de la piel y la mejora neurológica con seguridad».
junio 7/2017 (diario médico)