La inmunoglobulina E (IgE) específica a betalactoglobulina podría ser útil cuando el paciente no tiene síntomas cutáneos ni respiratorios, según un nuevo estudio.
«La prevalencia de la alergia a leche de vaca (APLV) -la hipersensibilidad alimentaria infantil más frecuente- varía, según los países, entre el 2 y el 7 por ciento de la población lactante, infantil y juvenil. En España, se observa en alrededor del 2 por ciento de lactantes en el primer año de vida, pero en más del 5 por ciento en edad escolar», según Victor Matheu, de la Unidad de Alergología-Norte del Hospital del Tórax, en Ofra (Santa Cruz de Tenerife).

Este alergólogo, junto con el laboratorio de Inmunología del Hospital Universitario de Canarias, ha descrito la inmunoglobulina E (IgE) específica a betalactoglobulina como posible marcador diagnóstico de pacientes que tienen fenotipo gastrointestinal y una prueba de provocación oral positiva con esta leche. Tras publicarlo en «Allergy, Asthma & Clinical Immunology«, lo presentaron el pasado fin de semana en el Congreso anual de la Academia Americana de Alergología e Inmunología, celebrado en Los Ángeles (Estados Unidos).

«La betalactoglobulina es una de las proteínas principales contenidas en el suero de la leche de vaca junto con la alfa-lactoalbúmina y la lactoferrina. Constituye sólo el 2 por ciento de las proteínas de leche de este animal, en contraposición al 80 por ciento que representan las caseínas. La determinación de la IgE específica a betalactoglobulina no está generalizada, pues la interpretación de su elevación no resulta clara, su papel no está determinado y no es primordial para el diagnóstico de APLV», afirma Matheu. Sin embargo, «este estudio propondría que su determinación fuera utilizada en pacientes con clínica digestiva dominante».

Fenotipo disgestivo
«Habitualmente, los pacientes con alergia digestiva acuden a la consulta del pediatra por un simple dolor abdominal tipo retortijón o por sensación de plenitud abdominal, principalmente por la mañana, inmediatamente después de desayunar un vaso o biberón de leche. Estos síntomas también pueden aparecer más tarde, si en lugar de desarrollarse la inflamación en el tracto gastrointestinal superior se da en el inferior. Otros posibles síntomas son náuseas, vómitos, diarreas o rechazo del alimento. Los pacientes no presentan ningún signo externo cutáneo ni síntomas respiratorios (típicos de las reacciones anafilácticas)», detalla Matheu. En su estudio, el número de pacientes con síntomas digestivos superó el 10 por ciento de los niños que consultan por alergia a alimentos. «En ellos, las pruebas cutáneas tuvieron baja sensibilidad diagnóstica».

Dicho esto, ¿el uso de la IgE específica a betalactoglobulina sería una prueba accesible? «Una de las características de la IgE específica es su disponibilidad en la mayoría de laboratorios hospitalarios de Inmunología. Está en la cartera de servicios de la especialidad, y su determinación no requeriría ninguna tecnología adicional al de otras IgE específicas. De todos modos, habría que considerar la evaluación de su uso generalizado con estudios mucho más amplios», reconoce el alergólogo.
Otro de los resultados es que «los pacientes alérgicos con este fenotipo digestivo no tenían intolerancia a la lactosa ni al gluten», destaca Matheu. Por eso, avanza que «una segunda fase del estudio intentará aclarar si dichos pacientes que presentan síntomas con la leche de vaca toleran otras proteínas lácteas».
marzo 18/2016 (Diario Médico)

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