El trabajo, presentado en unas jornadas de Neuropsicofarmacología celebradas en Amsterdam, concluye que ni beber abundante agua después de la intoxicación ni comer antes reducen significativamente los síntomas del malestar.

Una investigación sobre qué sucede la mañana siguiente a un consumo excesivo de alcohol concluye que no hay personas inmunes a la resaca y que comer o beber agua después de una gran ingesta de bebidas con alcohol no la previene. Sus autores, un grupo de científicos internacionales de Países Bajos y Canadá, analizaron los hábitos de consumo de un grupo de estudiantes para entender las consecuencias de la bebida al día siguiente.

El consumo excesivo de alcohol tiene consecuencias familiares, muchas de ellas muy perjudiciales. Si una persona no experimenta una resaca -el 25 y el 30 % de los bebedores la padecen regularmente- pueden ser más propensos a seguir bebiendo, por lo que estos expertos entendían que hacía falta una buena investigación sobre los resultados de beber en exceso.

Para ello, encuestaron a 789  estudiantes canadienses acerca de su consumo de alcohol durante el mes anterior y sobre el número de bebidas, el plazo del consumo y la gravedad de su resaca. Los investigadores calcularon la concentración estimada alcohol en la sangre en los que experimentaron las resacas y los que no las tuvieron y encontraron que las cuatro quintas partes (79) de los que afirmaron no experimentar resacas tenían un nivel de alcohol en sangre estimada de menos de 0, 10  %.

«Hemos estado trabajando con estudiantes canadienses y holandese. En general, hallamos una relación bastante directa: cuanto más se bebe, más probabilidades hay de tener resaca. La mayoría de los que dijeron no tener nunca resaca tendían a beber menos, tal vez menos de lo que ellos pensaban que lleva a una resaca», resalta el doctor Joris Verster, de la Universidad de Utrecht, Países Bajos.

Por otra parte, el equipo analizó si comer o beber agua directamente después de beber alcohol te hace menos propenso a experimentar una resaca. Para ello, preguntaron a 826 estudiantes holandeses sobre su última sesión de consumo excesivo de alcohol y si habían tomado comida o agua tras la ingesta de alcohol. Un total de 449 estudiantes (54, 4  %) comieron después de beber. Se pidió a los estudiantes que calificaran su resaca de ausente a extrema, siendo la resaca no muy diferente entre los dos grupos.

«Los que tomaron agua o alimentos mostraron una ligera mejora estadística en cómo se sentían frente a aquellos que no lo hicieron, pero esto realmente no se traduce en una diferencia significativa. Por lo que sabemos de las encuestas hasta ahora, la única forma práctica de evitar una resaca es beber menos alcohol», concluye Verster.

septiembre 01/ 2015 (JANO)

 

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