El llamado cuarteto de la muerte (obesidad, hipertensión arterial, aumento de los triglicéridos plasmáticos y disminución de colesterol HDL) ya hace acto de presencia en un relevante porcentaje de niños menores de diez años.

El síndrome metabólico, o X, genera un estado de resistencia insulínica periférica que conduce a una mayor secreción de esta hormona, de la producción de glucosa hepática y a un aumento de los ácidos grasos libres plasmáticos, que a su vez causan lipotoxicidad en el páncreas. Por ello, el síndrome, en una situación desbocada y sin freno alguno, termina en la diabetes mellitus tipo 2.

Sobre ello se ha hablado en el XI Congreso de la Federación Europea de Sociedades de Nutrición (FENS), que ha terminado el pasado fin de semana en Madrid. La alimentación inadecuada es uno de los factores que originan el síndrome, aunque también existe la predisposición genética, como ha matizado Ángel Gil, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada.

«Nuestro grupo ha identificado ciertos genes asociados, como el que codifica la tenomodulina (TNMD) y el del transportador del potasio. Además, no todos los obesos tienen síndrome metabólico». Gil ha sacado a colación los datos de un estudio de su equipo que acaba de publicarse en Ann Nutr Metab, donde, tras estudiar a 993 niños obesos de varias ciudades españolas, se concluye que «dependiendo de las clasificaciones empleadas y de los puntos de corte, entre el 10 y el 30% de los menores de diez años obesos tienen el síndrome». Gil advierte sobre la gravedad del hecho de que en niños tan pequeños ya se vea tal riesgo cardiovascular. «Son menores obesos que presentan unas alteraciones que antes solo se veían a partir de los 50 años. Asistimos a un aumento no solo de la obesidad, sino de las comorbilidades asociadas».

El síndrome se puede controlar con hábitos alimentarios y actividad física, pero sin desdeñar el factor de la susceptibilidad genética: «En este estudio, sugerimos que contrariamente a lo que indica la Federación Internacional de Diabetes, que no hay que buscar el síndrome en los niños, debe detectarse en los pequeños. Así lo creemos muchos investigadores, pues de lo contrario se corre el riesgo de retrasar un tratamiento necesario».

Disminuir la obesidad es la principal medida de atajarlo: muchos niños, al reducir su peso, ven mejoradas las características que componen el cuadro. No obstante, para otros, los que tienen un claro componente de influencia genética, no es suficiente con la alimentación y el ejercicio, y ahí puede ser necesario recurrir a la terapia farmacológica, con tratamientos antidiabéticos, explica Gil.

Respecto a los hábitos preventivos de la obesidad, y por ende, del síndrome X, suele olvidarse la ley de la termodinámica en la que intervienen tanto la energía que entra (ingesta) como la que sale (gasto, en este caso, actividad física): «El ejercicio realizado con periodicidad contribuye a la prevención de enfermedades. Cada vez hay más evidencias de su importancia en el control de la enfermedad crónica no transmisible, no solo cardiovascular, sino también de índole musculoesquelética, neurológica y psquiátrica».
octubre 30/2011 (Diario Médico)

Olza J, Gil-Campos M, Leis R, Bueno G, Aguilera CM, Valle M, Cañete R, Tojo R, Moreno LA, Gil A. Presence of the Metabolic Syndrome in Obese Children at Prepubertal Age. Ann Nutr Metab. 2011 octubre 13;58(4):343-350.

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