Las técnicas invasivas para tratar la hipertensión arterial, como la denervación de las arterias renales o la estimulación de los barorreceptores en las arterias carótidas, ofrecen una esperanza para mejorar la evolución de los pacientes refractarios, según se puso de manifiesto durante la XVI Reunión  Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión y la Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial, SEH-Lelha, que se celebra en Barcelona. Estas alternativas, que aun están en fase de investigación y todavía no han sido aprobadas para su uso clínico, están mostrando muy buenos resultados, especialmente en el caso de la denervación renal, que consiste en destruir con radiofrecuencia los nervios que llegan a los riñones por medio de un catéter, explicó Alex Roca i Cusachs, presidente del comité organizador del congreso. La estimulación de los barorreceptores consiste en colocar un sensor en ambas carótidas y realizar estimulación continua durante muchos días. Aunque los resultados con esta intervención son buenos en los pacientes refractarios, su efecto no se mantiene en el tiempo, lo que representa una limitación, especialmente en los enfermos jóvenes. Se estima que un 10 % de los hipertensos son refractarios, es decir, que no responden de manera adecuada a tres diferentes fármacos y un diurético, por lo que se piensa que podrían ser tributarios de alguna de estás técnicas en el futuro. La investigación en tratamientos farmacológicos actualmente se centra en el desarrollo de los inhibidores de la renina y su combinación con diuréticos y antagonistas del calcio, que parecen mejorar el control de la enfermedad. Además, se está poniendo especial atención en la asociación de los antihipertensivos tradicionales con inhibidores de la absorción de las grasas o de la glucosa, comentó José Luis Rodicio, presidente en funciones de la SEH-Lelha.
Uno de los aspectos en los que han insistido los especialistas es que, a pesar de que la hipertensión arterial constituye uno de los factores de riesgo cardiovascular de más alta prevalencia a nivel mundial y en España afecta a más de 11 millones de personas (40% de la población), el grado de vigilancia de la patología continúa siendo insuficiente, ya que solo el 36,7 % de los casos están correctamente controlados. En el caso de Cataluña, la proporción es un poco más baja y se sitúa en el 30,5 % de los pacientes, según cifras del estudio Disehtae. Durante su intervención, Isabel Ribas, delegada de Salud del Ayuntamiento de Barcelona y presidenta de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), ha insistido en la prevención y ha explicado que una de las prioridades en esta línea de trabajo es prevenir la obesidad y el sobrepeso tanto en niños como en adultos y fomentar la práctica de actividad física entre la población. Además, añadió, que promover la alimentación sana en las escuelas es fundamental. La falta de adherencia terapéutica por parte de algunos pacientes, que abandonan el tratamiento en cuanto notan una leve mejoría y no modifican sus hábitos de vida, que no siguen una dieta adecuada, no incorporan el ejercicio a su rutina diaria y continúan fumando, conforma una de las principales causas de mal control de la hipertensión arterial, según Roca. José Luis Rodicio, presidente en funciones de la SEH-Lelha, piensa que los profesionales sanitarios tienen parte de culpa, ya que \»la falta de tiempo obliga a que no se preste la atención necesaria para monitorizar a cada paciente y explicarle bien los graves riesgos de abandonar la medicación\». En el desarrollo del riesgo cardiovascular, los factores genéticos y hereditarios juegan un papel fundamental, ha comentado José Ramón Rodríguez, del Hospital Universitario Dr. Negrín, de Gran Canaria, durante su participación en el cónclave. Se sabe que haber padecido un evento vascular antes de los 50 años se considera un factor de riesgo para los descendientes. Y el hecho de que uno o los dos progenitores padezcan diabetes se asocia con un mayor riesgo de hipertensión arterial entre los hijos. Rodríguez ha precisado que \»el riesgo cardiovascular se puede desencadenar incluso durante el proceso de gestación, ya que diversos estudios han hallado una asociación significativa entre la talla pequeña o el peso bajo al nacer con una mayor probabilidad de padecer hipertensión arterial e incluso hipertensión renal crónica\».
Marzo 2, 2011 Diario Médico

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