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La exposición solar y ciertas prácticas en los meses de verano elevan el riesgo de tumores palpebrales y de alteraciones oculares. Ambos procesos se pueden prevenir y tratar.
Los ojos son una de las partes del cuerpo expuestas al sol, muy especialmente en los meses de verano, aunque muy a menudo no suelen estar todo lo protegidos que deberían. La piel que los recubre, como cualquier otra zona del organismo humano pueden ser asiento del desarrollo de diferentes tumores, tanto en párpados como en el el canto interno del ojo, conocidos como tumores palpebrales.
Los carcinomas basocelulares y escamosos suelen ser los más frecuentes y de mejor pronóstico oncológico, pero en el peor de los casos, también pueden aparecer melanomas, más agresivos. Por ello, los especialistas insisten en la importancia de proteger la mirada del sol, tanto por la posibilidad de daño directo en los ojos como en el tejido cutáneo que los recubre y protege.
Los tumores palpebrales son aquellas lesiones benignas o malignas localizadas en la piel que recubre el párpado tanto inferior como superior. Los de carácter maligno constituyen entre el 80-90 % de los cánceres de la región periorbitaria.
Las últimas estadísticas sugieren que el que con mayor frecuencia afecta a los párpados es el carcinoma basocelular, que constituye el 90 % de los tumores del párpado. Le siguen el escamocelular, que constituye el 5 % de estas lesiones, el carcinoma de células sebáceas con una incidencia inferior al 5 % y el melanoma, el menos común, con una frecuencia menor al 1 %. Read more
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18
Investigadores de la Universidad de Córdoba y otros centros andaluces han creado un sistema para clasificar melanomas a partir de imágenes dermatoscópicas, tomadas con un instrumento de microscopía de luz refleja. Read more
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9
Un grupo de científicos comenzará a realizar pruebas clínicas con un compuesto obtenido de una baya que crece en el noreste de Australia y que es capaz de eliminar los tumores que aparecen en el cuello y la cabeza, así como los melanomas, informaron medios locales.
La empresa biotecnológica QBiotics obtuvo el permiso para hacer las pruebas con este compuesto descubierto por el equipo liderado por Glen Boyle, del instituto de investigación médica OIMR Berghoder de la ciudad australiana de Brisbane.
Esas investigaciones que duraron 8 años permitieron elaborar un medicamento experimental denominado EBC-46 a través de un complicado proceso de purificación del compuesto hallado en la semilla de la baya que crece únicamente en la meseta de Atherton, en el estado de Queensland.
El compuesto químico ha sido probado en 300 animales, entre ellos caballos, gatos y perros, en experimentos en los que ha demostrado una efectividad de 75 % y ha logrado destruir los tumores sin provocar efectos secundarios.
«El compuesto opera principalmente de tres formas: mata las células del tumor, le corta el abastecimiento de sangre y activa el sistema inmune del cuerpo para arreglar el caos dejado (por el tumor)», explicó Boyle a la cadena local ABC.
El científico indicó que el medicamento comienza a funcionar cinco minutos después de ser ingerido y logra que los tumores desaparezcan en los siguientes días, un proceso que se distingue de otros tratamientos que tardan varias semanas.
«Lo más sorprendente para nosotros y que es algo que no ocurre con frecuencia es la velocidad con la que ocurre (la desaparición de los tumores)», enfatizó.
Los investigadores creen que las pruebas pre-clínicas sugieren que el medicamento puede ser efectivo en pacientes humanos, aunque su uso se circunscribiría a los pacientes con tumores a los que se puede acceder a través de una inyección y excluye a aquellos con metástasis.
octubre 8/2014 (EFE)
Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2014 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.
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