mar
22
Los virus son las entidades biológicas más abundantes de la Tierra y se encuentran en casi todos los ecosistemas. Se trata de pequeños agentes infecciosos que se multiplican dentro de las células de todo tipo de seres vivos, desde plantas y hongos hasta bacterias, e incluso otros virus. Hasta nosotros, los seres humanos, ofrecemos un ecosistema ideal para su multiplicación.
No todos los virus provocan enfermedades. Algunos forman parte de nuestra flora microbiológica natural y nos ayudan a realizar distintas funciones, al igual que lo hacen las bacterias que forman parte de nuestro sistema digestivo.
En cuanto a los que nos hacen enfermar, suelen tener un gran impacto, tanto en términos de salud como económicos. Prevenir y controlar las enfermedades que causan es una prioridad para muchos países, sobre todo tras la pandemia de covid-19 ocasionada por el SARS-CoV-2.
Lo que ocurre durante las infecciones virales
Nuestro sistema inmune trata de protegernos de los virus que nos rodean. Cuando enfermamos (infecciones agudas), se dedica a producir anticuerpos y células para combatir la infección. En la mayoría de las ocasiones, nuestro cuerpo logra vencer al virus y nos recuperamos. Este es el caso de las infecciones causadas por el virus de la gripe, el virus SARS-CoV-2 (covid-19) o el rotavirus (causante de gastroenteritis), entre otros.
¿Quiénes somos?
Sin embargo, en algunas ocasiones nuestro sistema inmune no es capaz de eliminar estos virus, que permanecen en nuestro organismo durante largos periodos de tiempo, a menudo años, o incluso durante toda la vida. Hablamos entonces de infecciones crónicas, entre las que podemos destacar a las infecciones por el virus de la hepatitis C o el virus del sida.
En otros casos, los virus pueden esconderse de nuestro sistema inmune y permanecer en un estado inactivo denominado “latencia” dentro de las células o en localizaciones de difícil acceso al sistema inmune como el sistema nervioso central (médula espinal o cerebro). En algunas ocasiones, pueden activarse y causar recidivas, como ocurre en el caso del virus de Epstein-Barr, o enfermedades crónicas, como el virus de la hepatitis B.
Afortunadamente, hoy en día existen tratamientos para combatir algunas de estas infecciones graves, ya sea para eliminar el virus causante de la infección o para controlar su replicación en caso de que no sea posible eliminarlo.
Qué ocurre después de eliminar la infección: huella viral
Hablamos de memoria inmunológica para referirnos a la capacidad que tienen algunas de las células producidas por nuestro sistema inmune de permanecer tras la infección para, en futuras infecciones, responder de manera más rápida. Coloquialmente se conoce como “hacerse inmune”, y es la base de la inmunidad adquirida.
Sin embargo existe un concepto que va aún más lejos: la huella viral. Se trata de una serie de respuestas inmunológicas a largo plazo, incluso años después de que la infección se haya resuelto o el virus haya entrado en estado de latencia, que pueden desequilibrar nuestro sistema inmune, haciéndolo más débil (inmunosupresión) o más reactivo de lo normal.
También se ha observado que los virus pueden acelerar los procesos de envejecimiento del sistema inmune (inmunosenescencia), donde hay una acumulación progresiva de células envejecidas que no son capaces de cumplir correctamente su función inmune.
Estos procesos relacionados con el envejecimiento forman parte de un círculo vicioso que deteriora el funcionamiento del sistema inmunitario. Por un lado, las células senescentes acumuladas liberan moléculas que provocan inflamación, entre otros efectos. Por otro, la inflamación que se produce altera al sistema inmune, contribuyendo a la inmunosenescencia.
La huella viral puede condicionar el riesgo de futuras enfermedades
Todo este impacto en el sistema inmune deja a las personas en situación de vulnerabilidad frente a otras infecciones. Además, y más allá del conocido síndrome de fatiga posviral, aumenta el riesgo de desarrollar distintas enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, trastornos neurológicos y desarrollo de tumores, entre otras.
Estas enfermedades se han relacionado con una gran variedad de virus. Por ejemplo, el virus Epstein-Barr, el virus de la hepatitis C o el VIH/SIDA pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Otros, como el virus de la gripe o el virus Epstein-Barr, se han visto asociados a trastornos neurológicos como la depresión, la esquizofrenia, el alzhéimer y la esclerosis múltiple.
Algunos virus también aumentan el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Es el caso del virus del sida (asociado a cáncer de hígado, pulmón o linfoma de Hodgkin), los virus de la hepatitis B y C (asociado a carcinoma hepatocelular, linfoma no-Hodgkin o cáncer de cabeza y cuello), el papilomavirus (asociado a carcinoma cervical, esofágico o anal), el virus Epstein-Barr (asociado a carcinoma nasofaríngeo, cáncer de colon y linfoma de Burkitt) o el virus linfotrópico de células T humanas (asociado a varios tipos de leucemias y linfomas).
Para colmo, las infecciones virales pueden dejar huellas de formas más sutiles. Por ejemplo, se ha observado que algunas infecciones virales pueden alterar la microbiota intestinal. Esta microbiota está muy relacionada con el sistema inmunitario, y cambios en ella pueden aumentar el riesgo de enfermedades autoinmunes y alergias a largo plazo.
Actualmente, muchos investigadores estudian cómo los virus dejan huellas duraderas en nuestro cuerpo y su relación con la salud a largo plazo. Invertir en esta línea de investigación resulta crucial para saber cómo las infecciones virales afectan a nuestro sistema inmunitario a corto, medio y largo plazo. Pero también para encontrar nuevos biomarcadores para identificar a las personas que tienen más riesgo de sufrir complicaciones después de una infección. Solo así podremos desarrollar estrategias de prevención y tratamiento eficaces.
19 marzo 2024| Fuente: The conversation| Tomado de| Medicina| Salud
mar
22
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) organizó un seminario web dirigido a personal médico, de enfermería, laboratorio y epidemiología para proporcionar una actualización sobre la clínica, la vigilancia y la vacunación del sarampión, ante el aumento de casos de esta enfermedad en las Américas.
En lo que va de 2024, hasta el 16 de marzo, se han notificado 92 casos confirmados en siete países – la gran mayoría en Estados Unidos y Canadá-, que representan un 28% más que el total de casos reportado en todo 2023.
“Los casos de sarampión aumentan en todas partes”, advirtió la doctora Gloria Rey, asesora regional en Inmunizaciones de la OPS. A nivel global, los casos notificados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) se incrementaron un 79% en 2023 frente a 2022 y más países del mundo (51) experimentaron grandes brotes. Además, según Rey, este año hay un incremento temprano de casos, lo que sugiere que la situación podría intensificarse en los próximos meses.
A pesar de la existencia de una vacuna efectiva contra el sarampión, siguen ocurriendo casos y muertes por esta enfermedad en todo el mundo. En 2022 se estimaron 136.216 fallecimientos relacionadas con el sarampión, lo que representa un aumento del 43% en comparación con el año anterior.
En las Américas, existe el riesgo de recibir más casos y de que se generen brotes debido a la baja en la vacunación. En 2024, solo el 15% de los casos reportados estaban vacunados según los datos disponibles. Además, el 70% de los afectados tenían menos de 10 años y el 78% de los casos contrajeron la enfermedad fuera de sus países (importados) o estuvieron relacionados con esta importación.
Para Desiree Pastor, asesora regional en Inmunizaciones de la OPS, «la pandemia de COVID-19 exacerbó la tendencia descendente en la cobertura de vacunación contra el sarampión, que aún no se ha recuperado y se mantiene estancada». Durante años, la cobertura con la primera dosis de la vacuna SRP o triple viral se mantuvo por encima del 90%, pero en 2019 cayó al 87%, alcanzando su punto más bajo en 2022 con un 85%, muy inferior al ideal recomendado por la OPS de al menos el 95% para prevenir brotes.
Como dato alentador, la doctora Pastor señaló que, a pesar de la pandemia, los países de la región lograron llevar a cabo campañas de vacunación, alcanzando a más de 36 millones de niños de 1 a 12 años entre 2021 y 2023.
Por su parte, la doctora Tracy Evans-Gilbert, experta en pediatría clínica y miembro de la Comisión Regional para el Monitoreo y Sostenibilidad de la Eliminación del sarampión, la rubéola y el Síndrome de la Rubéola Congénita (SRC) de las Américas, brindó una sesión informativa sobre los aspectos clínicos del sarampión y la rubéola, destacando sus diferencias con otras enfermedades como el dengue. Su presentación buscó familiarizar a los trabajadores de salud con el sarampión para que puedan reconocerlo, notificarlo y abordarlo oportunamente.
La doctora Evans-Gilbert recordó que el sarampión, además de fiebre y exantema, con frecuencia produce síntomas respiratorios como tos y coriza (secreción nasal), lo cual no se observa en el dengue. Además, el virus es altamente contagioso, con capacidad para infectar a entre 12 y 18 personas por cada caso. Se transmite a través de gotitas respiratorias cuando alguien infectado habla, tose o estornuda, y puede permanecer activo en el aire hasta por 2 horas, propagándose en un radio de 2 a 4 metros.
Ante la llegada eventual de más casos importados de sarampión a la región, las asesoras de la OPS resaltaron la importancia de implementar medidas esenciales de prevención y control. Esto incluye la vacunación en áreas de alto riesgo lo antes posible, una vigilancia epidemiológica mejorada, que incluya búsquedas activas de casos en el terreno y foco en zonas como municipios fronterizos, y una respuesta rápida a brotes, que requiere equipos capacitados y protocolos para identificar y manejar casos en forma oportuna.
La OPS emitió en enero pasado una alerta instando a los países de las Américas a renovar la vigilancia y aumentar los esfuerzos de vacunación, ante el aumento de casos de esta enfermedad en el mundo. Desde marzo de 2023, la Organización puso a disposición en su campus virtual dos cursos gratuitos de autoaprendizaje que buscan contribuir a mejorar la vigilancia y la respuesta a brotes de sarampión.
Washington, 21 marzo 2024| Fuente: OPS| Tomado de | Noticias
mar
22
Las enfermedades reumáticas pueden provocar problemas reproductivos, aunque algunas afecciones tienen efectos más perjudiciales que otras.
El artículo publicado, ´Rheumatology´, por el servicio de prensa de la Universidad de Oxford (Reino Unido), encuentra que las enfermedades reumáticas pueden provocar problemas reproductivos, aunque algunas afecciones tienen efectos más perjudiciales que otras. Read more
mar
21
Según los nuevos resultados de un ensayo presentado en la 14ª Conferencia Europea sobre el Cáncer de Mama, en Milán, participar en un programa de ejercicio redujo el dolor y la fatiga, y mejoró la calidad de vida de las personas con cáncer de mama metastásico.
Si bien las pacientes de todas las edades se beneficiaron del ejercicio, los investigadores observaron que el mayor impacto se produjo entre las menores de 50 años. Además, añaden los autores, el estudio aporta otra evidencia sólida de que a los pacientes con cáncer metastásico se les debe ofrecer ejercicio como parte de su paquete de tratamiento y atención.
La investigación se ha presentado por Anouk Hiensch, del Centro Médico Universitario de Utrecht, en Países Bajos: “Se han realizado muchas investigaciones sobre el ejercicio en personas con cáncer en etapa temprana, pero había muy poca investigación en pacientes con enfermedad más avanzada”, ha expuesto. “Los pacientes con cáncer metastásico suelen someterse a un tratamiento continuo cuyo objetivo es prolongar su vida. Gracias a esos tratamientos, muchos viven más tiempo, pero también informan de un deterioro de su calidad de vida. Por lo tanto, necesitamos estrategias de atención como el ejercicio, que la mejoren”.
Ejercicio supervisado
El ensayo incluyó a 357 pacientes diagnosticadas de cáncer de mama metastásico con una edad promedio de 55 años: 178 participaron en un programa de ejercicio de nueve meses junto con una atención habitual y los otros 179 solo recibieron la atención habitual.
El programa de ejercicios consistió en un entrenamiento personalizado dos veces por semana, con ejercicios de resistencia, aeróbicos y de equilibrio supervisados por un fisioterapeuta o fisiólogo del ejercicio. Se animó a los pacientes de ambos grupos a realizar actividad física durante al menos 30 minutos todos los días y se les entregaron rastreadores de actividad.
Al inicio del estudio y después de tres, seis y nueve meses, los investigadores preguntaron a los pacientes sobre sus niveles de fatiga y su calidad de vida, incluido el dolor que padecían.
En general, los investigadores encontraron que las pacientes que participaron en el programa de ejercicio experimentaron menos fatiga y tuvieron una mejor calidad de vida.
Las mejoras más señaladas se produjeron en las menores de 50 años y en las que sufrían dolor al comienzo del estudio, aunque los científicos ignoran por qué el ejercicio ayuda en ese aspecto: “Creemos que podría deberse a que reduce la inflamación”, ha especulado la autora principal, quien ya ha iniciado un análisis de muestras de sangre de las participantes del ensayo en aras de tener más datos. Con base en estos hallazgos, recomendamos el ejercicio supervisado para todos los pacientes con cáncer de mama metastásico, particularmente las que experimentan dolor, como parte de su atención estándar”, ha concluido Hiensch.
El profesor Michail Ignatiadis, del Instituto Jules Bord, en Bruselas, y presidente de la 14ª Conferencia Europea sobre el Cáncer de Mama, valora el trabajo como experto independiente: “Es una buena noticia para los pacientes con cáncer de mama avanzado, porque muestra que pueden disfrutar de una mejor calidad de vida con menos fatiga y dolor si participan en un programa de ejercicio como parte de su paquete de tratamiento y atención. Las personas con cáncer metastásico no siempre pueden curarse de su enfermedad, pero pueden vivir muchos meses o años, por lo que garantizar que tengan la mejor calidad de vida posible es absolutamente vital”.
20 marzo 2024| Fuente: Diario Médico| Tomado de| Medicina| Ginecología y Obstetricia
mar
21
Según un estudio de Mayo Clinic publicado por la Nature Neuroscience, las células que actúan en la primera línea de defensa del sistema nervioso central contra las lesiones también juegan un papel en ayudar al cerebro a despertar de la anestesia. Este descubrimiento puede ayudar a allanar el camino para métodos innovadores que abordan las complicaciones post-anestesia.
Al salir de la anestesia, más de un tercio de los pacientes puede experimentar somnolencia extrema o hiperactividad, un efecto secundario llamado delirium. Investigadores de Mayo Clinic descubrieron que las células inmunes especiales en el cerebro llamadas microglías pueden proteger a las neuronas de los efectos secundarios de la anestesia para despertar el cerebro.
«Esta es la primera vez que hemos visto que las microglías mejoran e incrementan la actividad neuronal al involucrar físicamente los circuitos cerebrales», dice el neurocientífico de Mayo Clinic, el Ph.D. Long-Jun, autor principal del estudio.
Los investigadores observaron la presencia de microglías entre las neuronas y las sinapsis inhibitorias, suprimiendo la actividad neuronal bajo anestesia. Las microglías parecen tratar de proteger las neuronas para contrarrestar la sedación.
El cerebro está formado por una red de neuronas que dispara y estimula actividades en todo el cuerpo. Las neuronas están conectadas por sinapsis que reciben y transmiten señales que nos permiten movernos, pensar, sentir y comunicarnos. En este entorno, las microglías ayudan a mantener el cerebro sano, estable y en funcionamiento. Aunque las microglías fueron descubiertas hace más de 100 años, solo en los últimos 20 años se han convertido en un foco importante de investigación.
Al principio, los científicos solo tenían láminas fijas de microglías para examinar, lo que les proporcionaba solo imágenes instantáneas de estas células. Inicialmente, se pensó que cuando las neuronas no estaban activas y el cerebro estaba tranquilo, las microglías eran menos activas. Luego, la tecnología hizo posible observar y estudiar las microglías en detalle, incluso la manera en que se mueven.
«Las microglías son células cerebrales únicas porque tienen procesos muy dinámicos. Se mueven y bailan mientras escanean el cerebro. Ahora tenemos imágenes poderosas que muestran sus actividades y movimientos», dice el Dr. Wu.
Hace unos años, el Dr. Wu y su equipo han liderado investigaciones sobre cómo las microglías y las neuronas se comunican entre sí en cerebros sanos y no saludables. Por ejemplo, mostraron que las microglías pueden atenuar la hiperactividad neuronal durante convulsiones epilépticas . Los investigadores pueden observar estas células en el cerebro en tiempo real y registrar sus movimientos en modelos de ratones despiertos utilizando una tecnología de imagen avanzada que incluye una microscopia electrónica de barrido.
En 2019, investigadores descubrieron que las microglías pueden sentir cuando el cerebro y sus actividades están restringidos, por ejemplo, por la anestesia. Descubrieron que las microglías se vuelven más activas y vigilantes cuando esto ocurre.
«Ahora podemos ver que las microglías aumentan su vigilancia y patrullan la actividad neuronal del cerebro como un oficial de policía por la noche, respondiendo a actividades sospechosas cuando todo está tranquilo», dice el Dr. Wu.
Pacientes con delirium o agitación, cuando salen de la anestesia, pueden también sentirse hiperactivos o sentir una lentitud extrema. Los investigadores creen que la hiperactividad puede ser el resultado de la intervención excesiva de las microglías entre las neuronas y las sinapsis inhibitorias.
«Si podemos explorar el papel de las microglías en varios estados fisiológicos como el sueño, podríamos aplicar este conocimiento para mejorar la atención al paciente en entornos clínicos», explica el Ph.D. Koichiro Haruvaka, autor principal del estudio e investigador principal de Mayo Clinic.
Ver artículo: Haruwaka K, Ying Y, Liang Y, Umpierre AD, Min Yi M, Kremen V, et al. Microglia enhance post-anesthesia neuronal activity by shielding inhibitory synapses. Nature Neuroscience[Internet].2024[citado 20 mar 2024]; 27: 449-461. https://doi.org/10.1038/s41593-023-01537-8
20 marzo 2024| Fuente: EurekAlert| Tomado de| Comunicado de prensa
mar
20
El regulador de salud estadounidense aprobó el lunes la terapia genética de Orchard Therapeutics, con sede en el Reino Unido, para tratar a niños con leucodistrofia metacromática (MLD), lo que la convierte en el primer tratamiento aprobado en el país para la rara enfermedad hereditaria. Orchard, que fue adquirida por la empresa farmacéutica japonesa Kyowa Kirin por 477,6 millones de dólares el año pasado, dijo que proporcionará detalles sobre el precio y la disponibilidad de la terapia más adelante en la semana. La terapia única, denominada Lenmeldy en Estados Unidos, está aprobada para niños en ciertas etapas de progresión de la enfermedad, dijo la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
La aprobación se basó en datos de 37 niños que recibieron Lenmeldy en dos ensayos clínicos abiertos, cuyos resultados mostraron que la terapia redujo significativamente el riesgo de deterioro motor grave o muerte en comparación con los niños no tratados. El regulador también señaló el riesgo potencial de cáncer de sangre asociado con el tratamiento, junto con la formación de coágulos de sangre o un tipo de inflamación de los tejidos cerebrales. La MLD, que afecta al cerebro y al sistema nervioso, se caracteriza por la acumulación de ciertas sustancias grasas en las células y provoca la pérdida de la función motora y cognitiva y la muerte prematura.
Se estima que la enfermedad afecta a una de cada 40.000 personas en Estados Unidos, según la FDA. Antes de que se adquiriera Orchard, el analista de TD Cowen, Yaron Werber, había estimado unas ventas máximas de 300 millones de dólares a nivel mundial para la terapia, con ingresos anuales de menos de 70 millones de dólares hasta 2025. La correduría ya no cubre a Orchard. La terapia está aprobada en la Unión Europea y se vende bajo la marca Libmeldy.
18 marzo 2024|Fuente: Reuters | Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
