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La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que daña el sistema nervioso de manera crónica y progresiva. Actualmente, es la segunda patología neurodegenerativa más común tras el alzhéimer y afecta a entre 7 y 10 millones de personas de todo el mundo.
Esta enfermedad se caracteriza por la pérdida o deterioro de las neuronas dopaminérgicas, aquellas que producen dopamina –una sustancia que transmite la información necesaria para realizar movimientos con normalidad.
A día de hoy, las causas no están claras. Tradicionalmente, se han asociado a defectos en un complejo molecular denominado complejo mitocondrial I (CMI) en las neuronas dopaminérgicas, necesario para la supervivencia de las neuronas que producen dopamina y cuya ausencia o disfunción produce la destrucción de estas.
El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común tras el alzhéimer y afecta a entre 7 y 10 millones de personas de todo el mundo.
Ahora, la investigación liderada por la española Patricia González-Rodríguez durante su estancia en Northwestern University (Estados Unidos) aporta nuevos datos sobre esta enfermedad.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Nature, se han obtenido a partir de un modelo animal con ratones modificados genéticamente. Estos animales no presentan el gen clave para la formación del CMI –el gen Ndufs2–, lo que genera un parkinsonismo (movimientos anormales) progresivo.
Estos ratones fueron modificados genéticamente en un proyecto que González-Rodríguez desarrollaba en 2015, junto al equipo de José López Barneo en el Instituto de Biomedicina de Sevilla.
Ahora, son el primer modelo animal conocido que recapitula la enfermedad de Parkinson en humanos.
Pérdida de dopamina
Durante más de 30 años, la opinión predominante entre los científicos que estudian la enfermedad era que el párkinson era causado por el agotamiento de dopamina en los axones –estructuras delgadas y alargadas que transmiten el impulso nervioso–. Esta ausencia hace que el control del movimiento se vea alterado, y da lugar a los síntomas motores típicos, como el temblor en reposo o la rigidez.
Sin embargo, esta investigación describe que para que aparezcan los síntomas motores de esta enfermedad es necesaria la falta de dopamina en la región (conocida como sustancia negra) donde están los somas –el cuerpo de la célula– de las neuronas. Ambas afectaciones, tanto en el axón como en el soma, son necesarias para que estos síntomas se manifiesten.
Gracias a los resultados obtenidos, se va a realizar un estudio clínico dirigido a tratar esa pequeña área del cerebro llamada sustancia negra, donde se encuentra el cuerpo de las neuronas
Gracias a los resultados obtenidos en este trabajo, se va a realizar un estudio clínico, en colaboración con Michael Kapplit, neurocirujano en Weill Cornell Medical College (Estados Unidos) y coautor del artículo.
Esta terapia génica irá dirigida a tratar esa pequeña área del cerebro llamada sustancia negra, donde se encuentra el soma de las neuronas.
Futuros tratamientos terapéuticos
Además, los investigadores han descubierto que las neuronas afectadas por la enfermedad no mueren, sino que pierden algunas de sus propiedades y cambian su metabolismo. Esto abre las puertas al diseño de futuros tratamientos terapéuticos que permitan recuperar el correcto funcionamiento de estas neuronas.
“El objetivo final es comprender mejor la fisiopatología de la enfermedad de Parkinson y contribuir con este conocimiento al desarrollo de terapias novedosas que mejorarán la calidad de vida y la expectativa de los pacientes”, concluye la autora principal.
Referencia:
González-Rodríguez, P., Zampese, E., Stout, K.A. et al.: Disruption of mitochondrial complex I induces progressive parkinsonism. Nature (2021). https://doi.org/10.1038/s41586-021-04059-0