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Los pacientes con trastorno límite de la personalidad activan regiones cerebrales distintas para inhibir sus respuestas motoras, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Hospital Clínico San Carlos y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam). Los resultados se publican en Biological Psychology.
Se estima que entre un 0.5 y un 6% de la población presenta trastorno límite de la personalidad. Este trastorno es uno de los diagnósticos psicológicos y psiquiátricos más frecuentes, y también uno de los que mayor apoyo clínico requiere por su elevado impacto sobre la vida del paciente y familiares.
Una de las principales características que muestran las personas con trastorno límite de la personalidad es la elevada impulsividad, que puede estar asociada a conductas agresivo-impulsivas. También es frecuente el abuso de sustancias, y, en general, un patrón de comportamiento poco reflexivo.
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Según lo establecido hasta ahora, este comportamiento puede deberse a dificultades en varios procesos cognitivos y motivacionales, como el déficit en el control inhibitorio que, en otras palabras, corresponde a una falta de habilidad para detener pensamientos o acciones que no son pertinentes o necesarios.
Análisis del control inhibitorio
Los investigadores examinaron el control inhibitorio de 40 personas (20 con trastorno límite de la personalidad y 20 sin ningún tipo de trastorno mental) a través de medidas de actividad cerebral y medidas conductuales.
“Mientras que las personas sin trastornos médicos ni psicológicos o psiquiátricos activaron regiones prefrontales del cerebro, principalmente el área motora presuplementaria, que es un área típicamente relacionada con el control inhibitorio, los pacientes con trastorno límite de la personalidad activaron regiones posteriores del cerebro, principalmente el precúneo”, ha explicado Jacobo Albert, de la Facultad de Psicología de la UAM. Esta activación atípica observada en los pacientes con trastrono límite de la personalidad podría ser un mecanismo de compensación para paliar una disfunción en las áreas prefrontales del cerebro que sustentan el control del comportamiento.
Según Albert y José L. Carrasco, catedrático de Psiquiatría de la UCM, “los resultados señalan la importancia de evaluar, diseñar e implantar intervenciones para mejorar el control inhibitorio y los procesos ejecutivos, así como las bases neurobiológicas que las sustentan, en las personas con TLP”.
Carrasco, ha añadido que “los resultados del estudio deben confirmarse con muestras más amplias de pacientes que no sólo no estén medicados, sino que todavía no hayan iniciado tratamiento farmacológico alguno para el trastorno”.
Además, otro de los retos futuros será detectar “diferencias en los patrones de actividad cerebral de los pacientes, no sólo a nivel grupal sino también de manera individual”.