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Lo descubierto en esta investigación reciente podría aportar información sobre no solo lo que hace especial al cerebro humano sino también por qué en nuestra especie son relativamente comunes ciertas enfermedades, como el autismo o el Mal de Alzheimer, que los chimpancés no sufren.
La versión humana de una secuencia de ADN llamada HARE5 activa un gen importante para el desarrollo cerebral, y ocasiona que un embrión de ratón produzca un cerebro que acaba siendo un 12 % más grande en la fase final del embarazo, en comparación con el caso de un embrión al que se inyecte la versión de HARE5 que posee el chimpancé.
Con estos experimentos, el equipo de Debra Silver, profesora de genética molecular y microbiología en la Escuela Médica de la Universidad Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, ha demostrado que es posible localizar diferencias clave entre el código genético del chimpancé y el del Ser Humano y después identificar sus respectivas contribuciones al desarrollo temprano del cerebro utilizando embriones de ratón.
El tamaño del cerebro humano se expandió de forma espectacular en el transcurso de la evolución, dotándonos con habilidades únicas como el uso del lenguaje abstracto y la capacidad de realizar cálculos complejos.
Y es obvio que ello acarreó cambios en el genoma humano que marcan diferencias con respecto al genoma del chimpancé, nuestro pariente evolutivo más cercano.