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La Sociedad Española de Sueño, la Sociedad Española de Neurología y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácida informan de que el insomnio en los más mayores estaría ligado a diversos trastornos del sueño primario.
Mente sana y cuerpo sano si se concilia el sueño. Con motivo del Día Mundial del Sueño, que celebra la Sociedad Española de Sueño (SES), la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácida (Separ) inciden en la importancia de los trastornos del sueño en aspectos tanto médicos, educativos como sociales. Con el lema Duerme bien, envejece sano, la campaña de este año se centra en los ancianos, pues uno de cada dos reconocen tener problemas para conciliar el sueño. Según señala a DM Teresa Canet, representante de la SES y delegada de la World Association of Sleep Medicine (WASM), «muchos de ellos aceptan estos trastornos como una consecuencia de la edad. Sin embargo, debemos combatir esta creencia, ya que no forma parte del proceso natural. Dormir bien es muy importante para la salud en general».
Insomnio, ¿epidemia?
Desde la WASM ponen el acento en prevenir los trastornos y en saber diagnosticarlos a tiempo. Así pues, Canet insiste que tras el insomnio el anciano puede estar sufriendo trastornos del sueño primario como el síndrome de piernas inquietas, el de apnea o el trastorno de conducta durante el sueño REM. De hecho, el síndrome de apneas e hipoapeneas (SAHS) es un problema de salud que aumenta su prevalencia hasta un 20 % en la población mayor de 65 años. Nicolás González, coordinador del área de Sueño de la Separ detalla que en España hay estudios efectuados por el grupo de investigación del sueño que establecen conexiones entre el SAHS y la hipertensión arterial refractaria e incluso con el cáncer.
Hernando Pérez , coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN, añade que existen también enfermedades neurodegenerativas y cerebrovasculares que ocasionan alteraciones del sueño. Un ejemplo de ello es la investigación que está realizando el Hospital Clínico de Barcelona, en la cual, analizan la posible relación existente entre el trastorno de conducta REM con el párkinson. Pérez considera que con estas líneas de análisis, «podría anticiparse el diagnóstico de la enfermedad». En cambio, es más cauto con otros estudios recientes que apuntan que el trastorno del sueño podría ser un marcador precoz de la demencia.
Como consecuencia de la incapacidad de descansar, se recurre a los fármacos. Diversos informes advierten de que la población envejecida tiende a consumirlos cada vez más. Si en algo coinciden Canet, Pérez e Hidalgo es en promocionar un consumo responsable de los hipnosedantes, cuya ingesta ha aumentado del 5,1 % en 2005 a 11,4 en 2011, según la última encuesta sobre Alcohol y Drogas presentada en enero. Canet recomienda que los tratamientos de estos medicamentos se apliquen solamente durante 4 ó 6 semanas, pero es consciente de que una parte de la sociedad los emplea a lo largo de 20 ó 30 años, lo que podría acarrear una afectación cognitiva.
En vilo por el síndrome de las piernas inquietas
«Llevo treinta años padeciendo el síndrome de las piernas inquietas, un trastorno caracterizado por sensaciones desagradables que aparecen en las piernas cuando la persona está en reposo y consigo aliviarlo con lo que denomino senderismo casero». Éste es el testimonio de Juan Badiola, miembro de la Asociación Española de Síndrome de las Piernas Inquietas (Aespi), que forma parte del 15 % de ancianos que lo padece. La enfermedad le ocasiona un trastorno del sueño y por ello, Badiola sólo descansa cuatro horas durante la noche. Reconoce que, a pesar de los tratamientos farmacológicos que existen en el mercado, necesita ponerse en movimiento para reducir así la intensidad del quemazón que le aparece en las extremidades inferiores. En su caso, los médicos de atención primaria no supieron relacionar sus síntomas con el trastorno hasta que se puso en manos de los neurológos. Badiola promueve que su asociación sea un puente de conexión entre los especialistas y el 5 % de pacientes que aún desconoce el porqué de la sensación desagradable.
marzo 15/2013 (Diario Médico)