Michelle Butler estaba a punto de llegar a la mitad de su embarazo cuando se le rompió la fuente y las contracciones empezaron. No pudo evitar una verdad aterradora: sus gemelos iban a nacer demasiado pronto.

abortoEl doctor Brian Sims entró en la sala de partos y le explicó con delicadeza que los bebés nacidos tan pronto probablemente no vivirían. Le dijo a Butler que podía mantenerlos cómodos mientras morían.

Pero ella le suplicó entre lágrimas: «Dale a mis gemelos una oportunidad de sobrevivir».  Y lo hizo.

Hasta hace poco, intentar salvar a los bebés nacidos tan pronto habría sido inútil. Butler estaba en el quinto mes de su embarazo, un día después de las 21 semanas de gestación. Es decir, siete semanas antes de lo que los médicos consideraban «el límite inferior de viabilidad», o lo más pronto que un bebé podía sobrevivir fuera del útero. Pero en el último medio siglo, la ciencia médica ha ido desplazando lentamente ese límite hacia abajo.

Y eso ha hecho que la viabilidad -una palabra que muchos asocian con el debate sobre el aborto- sea clave en las decisiones sobre bebés desesperadamente deseados al borde de la vida.

Cada vez son más los bebés extremadamente prematuros que reciben tratamiento para salvar su vida y sobreviven.

Un estudio fundamental publicado este año en la revista médica Journal of the American Medical Association, en el que se analizaron casi 11 000 nacimientos de este tipo en una red de investigación neonatal que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud, reveló que el 30 % de los bebés nacidos con 22 semanas, el 56 % de los nacidos con 23 semanas y el 71 % de los nacidos con 24 semanas vivieron al menos hasta estar lo suficientemente sanos como para ser enviados a casa si los médicos intentaban salvarlos.

Estos avances se produjeron de forma gradual y silenciosa, ya que la noción de viabilidad recibió mucha más atención en el ámbito del aborto. La viabilidad se menciona 36 veces en el borrador de opinión filtrado de la Corte Suprema de Estados Unidos que anularía el fallo del caso Roe contra Wade.

La sentencia sobre el aborto, que tiene décadas de antigüedad, afirma que la Constitución protege el derecho de la mujer a abortar antes de la viabilidad, un criterio que Mississippi considera arbitrario.

Pero la viabilidad no tiene nada que ver con la gran mayoría de los abortos; más del 99 % de los abortos se producen en la semana 21 o antes, según las estadísticas federales. Así que, aunque la viabilidad es fundamental para la ley del aborto, el meollo de la discusión en torno al procedimiento se reduce a un desacuerdo sobre si alguien debe tener la opción de interrumpir un embarazo y en qué casos.

Mientras tanto, la viabilidad es una preocupación real cada vez mayor para los que cuidan de los bebés prematuros, ya que la ciencia sigue bajando la línea cada vez más.

Y también en este ámbito hay una gran tensión ética.

Más allá del riesgo de muerte, los bebés con «viabilidad límite» son muy susceptibles de sufrir discapacidades como parálisis cerebral, deficiencias cognitivas, ceguera y graves problemas pulmonares. A menudo, los padres y los médicos se enfrentan a una pregunta desgarradora que deben responder juntos: ¿Cómo deciden qué hacer?

«Hay muchas cosas que podemos hacer, muchas intervenciones», comentó la doctora Barbara Warner, experta en medicina neonatal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. «¿Debemos hacerlas?».

En el caso de los gemelos de Butler, la respuesta fue afirmativa. Curtis y C’Asya Means vinieron al mundo el 5 de julio de 2020, en el hospital de la Universidad de Alabama, con menos de medio kilo de peso cada uno y lo suficientemente pequeños como para caber en la mano de un adulto.

Sus distintas trayectorias reflejan las dos caras de la prematuridad extrema.

C’Asya solamente vivió un día. Butler guarda sus cenizas en una pequeña urna de color rosa y plata.

Curtis se convirtió en el «micropremiado» más precoz del mundo: le salieron los dientes, probó los alimentos sólidos y anduvo por la casa en su andador.

Cada año nacen en Estados Unidos unos 380 000 bebés prematuros, es decir, antes de las 37 semanas de un embarazo típico de 40 semanas. Unos 19 000 llegan antes del tercer trimestre.

Los bebés que nacían tan pronto se enfrentaban a perspectivas poco alentadoras hasta la segunda mitad del siglo XX. Fue entonces cuando la tecnología de las incubadoras evolucionó, la neonatología se convirtió en una especialidad y se empezaron a utilizar ampliamente dos medicamentos: los esteroides durante el embarazo para acelerar el desarrollo pulmonar del feto y el «surfactante» sintético que se administra a los bebés para mantener abiertas sus vías respiratorias.

Durante muchos años, el «límite de la viabilidad» se mantuvo en torno a las 24 semanas, dijo la doctora Elizabeth Foglia, neonatóloga del Hospital Infantil de Filadelfia. Durante su residencia en pediatría, entre 2006 y 2009, «esos eran los pacientes que más pronto interveníamos y los que más nos preocupaban».

Las complicaciones siguen siendo frecuentes, aunque tres décadas de investigación muestran un aumento progresivo de las tasas de supervivencia de los bebés nacidos entre las 22 y 25 semanas. Los cuidados para estos bebés también siguen siendo intensos.

Incluso hoy en día, no es inusual que los microprematuros pasen hasta un año en el hospital, y los costos pueden ascender a millones de dólares. La mayoría de estos bebés pasan tiempo conectados a respiradores, se calientan en incubadoras y reciben líquidos y nutrición a través de tubos. Su piel, tan delicada como la de una víctima de una quemadura, necesita cuidados meticulosos.

En el futuro, los médicos esperan que sobrevivan más microprematuros.

¿Una de las razones? Salvarlos será cada vez más aceptado y común. El año pasado, el influyente Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos actualizó sus recomendaciones para decir que los esteroides antes del nacimiento pueden considerarse si se planea la reanimación a las 22 semanas. Anteriormente, la medida no se recomendaba para bebés tan pequeños.

Y más adelante, los científicos están trabajando en equipos para salvar vidas adaptados a cuerpos más pequeños y en un útero artificial que esperan que algún día pueda hacer crecer un feto fuera de una persona.

Estos avances seguramente provocarán más dilemas éticos.

«Siempre habrá un límite de viabilidad. Dónde esté ese límite puede cambiar con el tiempo a medida que evolucione la tecnología y nuestra capacidad para atender a bebés cada vez menos maduros», dijo Foglia. Pero dondequiera que esté ese límite, «la supervivencia puede ser posible, pero no está garantizada. Y la supervivencia sin discapacidad no está ciertamente garantizada», señaló.

mayo 12/2022 (AP) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

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