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Cuatro polimorfismos del gen AC2, que codifica para la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) y están relacionados con hipertensión arterial (HTA), se asocian al pronóstico de infección por covid-19, dos de ellos como predictores de gravedad y otros dos como predictores de buena evolución de esta enfermedad infecciosa.
Son resultados publicados en la revista Plos One, que recoge un estudio de investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV) y del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria Virgen de la Arrixaca (IMIB), con la colaboración de otros hospitales. La presencia de dos de los polimorfismos aumentaba 2,5 veces el riesgo de precisar un ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), o de fallecer, mientras que otros dos tenían un efecto protector que reduciría a la tercera parte el riesgo de desarrollo de un ingreso complicado.
El estudio, coordinado por María Sabater, directora del Laboratorio de Cardio genética del IMIB, aporta nuevos datos en la línea de factores y mecanismos implicados en la infección grave por covid-19, muchos de los cuales aún son desconocidos. Había evidencia de que la edad avanzada, el sexo masculino, y ciertas enfermedades previas son variables que condicionan una peor evolución de la enfermedad, en comparación con pacientes más jóvenes y sin antecedentes médicos. Las variables recogidas de comorbilidades fueron hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedad pulmonar crónica y cáncer.
Un factor frecuente en complicación grave
Respecto a la hipertensión arterial ( HTA), se vio como factor frecuente en pacientes con complicaciones graves por covid-19, pero son los datos recabados de un estudio observacional realizado en 2020 con 12 000 pacientes de diversos hospitales españoles los que aportaron más luz durante el primer año de pandemia: la HTA preexistente se asociaba a mayor riesgo de mortalidad por covid-19, aunque no estaba claro si se debía a la alta prevalencia entre pacientes de edad avanzada o a mecanismos específicos. Pero se confirmó que la HTA es un factor clínico relacionado con la gravedad de la infección por SARS-CoV-2.
El objetivo del estudio del IMIB era estudiar los polimorfismos que son frecuentes en la población general y que predisponen a HTA, para rastrearlos en pacientes infectados por SARS-CoV-2 que fueron atendidos en las UCI o que fallecieron a causa de la enfermedad. Este grupo investigador del CiberCV tenía experiencia previa en alteraciones en genes del sistema renina-angiotensina-aldosterona y su relación con la hipertrofia ventricular, genes que son la clave para la entrada del coronavirus en las células.
Polimorfismos predisponentes a la infección
En el IMIB se analizaron 318 muestras de 4 grupos de pacientes con diferente evolución de la infección por SARS-CoV-2: casos leves que permanecían en el domicilio; pacientes que precisaron ingreso en hospital (no en UCI); pacientes que necesitaban medidas invasivas en UCI y, finalmente, pacientes que fallecieron. “No se trata de pacientes evaluados en las unidades de cardiología, sino de pacientes infectados en la primera y segunda ola del covid-19, atendidos en centro de salud, urgencias, planta hospitalaria o UCI”, matiza María Sabater. Para evitar sesgos se solicitó a los centros colaboradores que fueran muestras recogidas consecutivamente.
En el estudio seleccionaron ocho variantes genéticas que hacen que tres proteínas sean algo distintas en diferentes personas: la enzima convertidora de angiotensina (ECA), la ECA2 y el receptor de angiotensina II (AGTR1). La investigadora cree factible que las diferencias en la actividad de ciertas proteínas puedan conducir a una mayor susceptibilidad frente al virus, a una mayor eficiencia de la replicación viral, o a una respuesta inflamatoria exagerada. Partían de la hipótesis de que “la presencia de varios polimorfismos de estos genes podría explicar tanto la propensión a la infección, como la extensión a diferentes órganos y el grado de severidad de las presentaciones clínicas de la covid-19”.
Se centraron especialmente en la ECA2, que es la proteína a la que se fija el coronavirus a modo de “cerradura” para entrar en la célula e infectarla. Las variantes analizadas producen pequeños cambios en esa ‘cerradura’, bien para facilitar o para dificultar la entrada a la célula. En este caso, mostrando los 4 polimorfismos del gen ACE2 asociados, con independencia de otras variables, a la gravedad de la infección por covid-19.
“De confirmarse estos resultados en investigaciones a mayor escala, el estudio de estos polimorfismos podría ayudar a predecir qué pacientes tienen un mayor riesgo de complicaciones cuando se infectan por la covid-19, y de esta manera facilitar un ingreso precoz o un tratamiento más intensivo en las fases iniciales de la enfermedad, mientras que los que presenten polimorfismos protectores podrían llevar el seguimiento en su domicilio”, comenta Juan Ramón Gimeno, cardiólogo en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca ( HCUVA) y colaborador del proyecto.
Todas las muestras se recogieron entre junio y septiembre de 2020, por lo tanto, son de pacientes infectados por la primera variante original de SARS-CoV-2, la de Wuhan. Esto hace que los resultados no sean extrapolables a otras variantes en las que se ha demostrado una diferente tasa de infectividad o de respuesta inflamatoria, “especialmente en las que afectan a la proteína viral que actúa como ligando con el ACE2”, apostilla la investigadora del IMIB.
En el caso mencionado de que investigaciones más amplias confirmaran esta asociación, Sabater cree que podría predecirse un mayor riesgo de sufrir la enfermedad, o lo contrario, que el paciente tuviera factores protectores, a través de un estudio genético sencillo y poco costoso (kit de genotipado de SNPs).
En el estudio han colaborado los servicios del Hospital Virgen de la Arrixaca más implicados asistencialmente en la covid-19 (Microbiología, Infecciosas y UCI), así como grupos de investigación del Hospital La Fe de Valencia, el Hospital de La Coruña, el Hospital Puerta de Hierro y el Hospital Clínico de Madrid, todos ellos pertenecientes a la red CIBERCV. También ha sido importante la participación de cardiólogos clínicos y de los biobancos.