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La fibromialgia juvenil es un síndrome que se caracteriza por un dolor crónico que afecta a todo el cuerpo. Además, causa fatiga y trastornos del sueño y del estado de ánimo. Afecta a niños y adolescentes —en especial, a chicas— de todo el mundo y se manifiesta durante un período crítico del desarrollo del cerebro. Analizar las alteraciones cerebrales que se producen en las primeras etapas de la fibromialgia juvenil podría ayudar a entender mejor la pato fisiología de este síndrome, que hasta ahora no se había abordado desde esa perspectiva.
Un estudio publicado en la revista Arthritis and Rheumatology caracteriza por primera vez las alteraciones en el volumen de la materia gris de adolescentes afectadas por la fibromialgia juvenil, analizando su relevancia funcional y clínica.
El trabajo contribuirá a identificar potenciales factores de riesgo que ayudarán a testar la eficacia de distintos tratamientos para revertir estas alteraciones cerebrales. Esta nueva investigación la dirigen la investigadora posdoctoral Maria Suñol y la profesora Marina López Solà, del grupo Pain and Emotion Neuroscience Laboratory de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud y el Instituto de Neurociencias (UBNeuro) de la Universidad de Barcelona.
En el trabajo, en el que se aplican diversas técnicas de estudio en neurofisiología, han participado 34 chicas adolescentes afectadas por esta enfermedad y un grupo control de 38 adolescentes sin la afectación. La nueva investigación se ha llevado a cabo en colaboración con los profesores Susmita Kashikar-Zuck y Robert Coghill, del Hospital Infantil de Cincinnati (Estados Unidos).
Fibromialgia juvenil: cerebro, autopercepción y emociones
El estudio revela que las adolescentes que padecen fibromialgia juvenil tienen menos sustancia gris en el córtex cingulado anterior y medio, una región cerebral decisiva para el procesamiento del dolor. Esta característica podría estar relacionada con el uso excesivo de los circuitos cerebrales encargados de procesar el dolor y apunta, por tanto, a la existencia de una reorganización de estos circuitos neuronales.
Las pacientes más afectadas por la enfermedad —y con mayor sintomatología— también muestran un aumento de volumen en regiones frontales del cerebro que están relacionadas con la creación de narrativas sobre uno mismo y con el procesamiento y la regulación de emociones.
Este aumento de volumen podría reflejar cierta inmadurez en el proceso de desarrollo de los circuitos frontales implicados en la emoción y el lenguaje. «Estos descubrimientos refuerzan la necesidad de considerar estrategias terapéuticas dirigidas a modular la actividad en estos circuitos para revertir las narrativas perjudiciales que las pacientes pueden tener de sí mismas», detalla Maria Suñol, primera autora del artículo.
También se ha constatado que algunas alteraciones cerebrales relacionadas con la fibromialgia juvenil coinciden con las identificadas en mujeres adultas con fibromialgia. «Esto sugiere que ambos síndromes comparten parte de la patofisiología», comenta la profesora López Solà. «Por tanto, es importante potenciar el estudio temprano y guiado de la enfermedad en adolescentes para prevenir la transición de la fibromialgia juvenil a la adulta».