La desconfianza ante las vacunas y el rechazo total de una parte de la población a vacunarse son fenómenos que aparecieron cuando se inventó esta técnica, a finales del siglo XVIII.

vacunas (1)«El rechazo a la vacunación es tan viejo como la vacunación misma», según el historiador de la salud, Patrick Zylberman. Ahora ese sentimiento vuelve a estar de actualidad con el covid-19 porque las autoridades presionan para que haya la máxima población inoculada.

 

Recorrido por más de dos siglos de avances y sospechas

La viruela fue durante muchos siglos una enfermedad terrible, hasta su erradicación en 1980 gracias a las vacunas.

Antes de la invención de la vacunación, existía desde principios del siglo XVIII un proceso de inmunización: se trataba de inocular el virus a través de las escarificaciones en los brazos, ya que una infección por vía sanguínea era menos peligrosa que por vía respiratoria.

El método suscitó polémicas durante todo el siglo XVIII en Europa, tanto a nivel científico como religioso. Un clérigo inglés, Edmund Massey, comparó en 1772 el método a una operación «diabólica» que no estaba fundada «ni en las leyes de la naturaleza ni en las de la religión».

En 1796, el médico inglés Edward Jenner tuvo la idea de inocular una forma del virus de la viruela benigna en un niño para estimular su reacción inmunitaria.

El proceso funcionó, había nacido la «vacunación». Pero rápidamente surgió la desconfianza y el miedo. Une caricatura de 1802 muestra una sesión de vacunación donde las personas inoculadas se transforman en monstruos, mitad hombre mitad vacas.

«La vacunación se trata de introducir un producto animal en un organismo humano. Es una abominación, la animalización del ser humano», explica Patrick Zylberman.

En Reino Unido, la vacuna contra la viruela fue obligatoria para los niños a partir de 1853, en una serie de leyes que preveían multas para los padres recalcitrantes.

Esta obligatoriedad generó la oposición virulenta de sus detractores, que criticaban la «violación de las libertades individuales», explican las investigadoras Annick Guimezanes y Marion Mathieu.

A partir de 1898 se introdujo una «cláusula de conciencia» en la legislación británica para permitir a los padres que no querían vacunar a sus hijos evitar las sanciones.

En 1885, Louis Pasteur puso a punto una vacuna contra la rabia a partir de una cepa atenuada del virus. En 1885 se realizó una exitosa inyección a Joseph Meister, un niño al que le había mordido un perro sospechoso de tener rabia.

En este caso hubo también desconfianza. Pasteur fue acusado de querer enriquecerse con la fabricación de una «rabia de laboratorio».

Los años 1920 vieron multiplicarse las vacunas contra la tuberculosis (BCG, 1921), la difteria (1923), el tétanos (1926) y la tosferina (1926).

También en esta década se empezaron a utilizar sales de aluminio como coadyuvante para aumentar la eficacia de las vacunas. Esto será también una fuente de sospecha para los detractores de las vacunas, en particular en Francia.

En 1998, un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet sugiere una relación entre las vacunas SPR (sarampión, paperas, rubeola) y el autismo.

Se descubre que se trata de un «amaño» del autor Andrew Wakefield. Pero ni el desmentido oficial de la revista ni los trabajos posteriores demostrando la ausencia de vínculo lograron acallar los temores.

Este estudio sigue siendo habitualmente citado por los detractores de las vacunas.

Expulsado en 2010 de la asociación de médicos británicos, Andrew Wakefield reaparece en Estados Unidos con un discurso antivacunas con toques complotistas, como se refleja en su documental conspiracionista «Vaxxed» (2016).

En 2009, la pandemia de gripe H1N1 hizo sonar las alertas en la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se prepararon campañas de vacunación, pero la epidemia fue menos grave de lo previsto.

Millones de dosis tuvieron que ser destruidas y los reproches a la mala gestión reforzaron la desconfianza.

Una de las vacunas, la Pandemrix, puede hacer aumentar el riesgo de narcolepsia, un trastorno del sueño. En Suecia, de 5,5 millones de personas vacunadas, 440 personas fueron oficialmente reconocidas por padecer esta dolencia y fueron indemnizadas.

Oficialmente erradicada desde agosto de 2020 en África gracias a la vacuna, la poliomielitis se resiste en Asia, en Pakistán y Afganistán, donde esta enfermedad, que provoca parálisis en los más pequeños, sigue siendo endémica.

En Afganistán, los talibanes denunciaban antes las campañas de vacunación como un complot occidental para esterilizar a los niños musulmanes. Desde que volvieron al poder en agosto de 2021, colaboran en las campañas con la OMS y Unicef.

enero 31/2021 (AFP) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

 

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