médico locoLa entrega incondicional y sin horario al ejercicio asistencial, el sobre esfuerzo físico y mental que implica trabajar en determinadas condiciones o el miedo y la lógica incertidumbre que generan afrontar una enfermedad letal y desconocida, han pasado -y siguen pasando- una inevitable factura a los médicos, que, en parte, la pandemia se ha cobrado merced a la entrega y profesionalismo del propio colectivo. Un «profesionalismo mal entendido«, en palabras de Manuela García Romero, coordinadora nacional del Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime).

«Llevamos más de año y medio hablando del agotamiento físico y mental de los médicos, pero quizás se habla menos de la propia actitud de esos profesionales sanitarios, una actitud que, en líneas generales, se traduce en ponerse unas orejeras a ambos lados y afrontar lo que tienen delante con una entrega incondicional y una ausencia de horarios que, inevitablemente, acaba teniendo consecuencias en muchos casos». El contexto -admite García Romero- ha sido tan desconocido como lacerante, pero la actitud profesional que describe es, según ella, habitual entre los facultativos.

El Congreso Nacional del Paime, el IX de este programa de ayuda auspiciado por la Organización Médica Colegial (OMC), que se celebró a en Cádiz en noviembre/2021, no podía permanecer en ningún caso ajeno a las consecuencias de una situación que ha impactado tan directa y abiertamente sobre la salud mental de los médicos.

«Si año a año se demuestra que este programa es necesario, la edición de Cádiz va a estar inevitablemente marcada por el impacto asistencial, profesional y laboral de la crisis». Tan marcada que el programa del congreso dedico una mesa para analizar y discutir «El impacto de la covid-19 sobre la salud mental y hábitos del colectivo médico».

Como corolario de esa actitud que perjudica seriamente la salud del médico, en este caso la mental, la coordinadora del Paime incide también en la reticencia de quienes atienden a dejarse atender. «Muchos estudios evidencian que la depresión entre los médicos no se atiende, ya que somos poco propensos a pedir ayudar y buscar tratamiento; es decir, a solicitar asistencia en salud mental».

La consecuencia, asegura la vicepresidenta segunda de la Fundación para la Protección Social de la OMC (Fpsomc), es que es «relativamente habitual» que los facultativos traten «el agotamiento, la depresión, el estrés y el burnout, que, según todos los datos, han crecido exponencialmente durante la pandemia, en solitario y mediante estrategias perjudiciales como la automedicación».

Siendo el fomento del profesionalismo médico una de las banderas de enganche de la Comisión Permanente de la OMC, quien ejerce también como vicepresidenta segunda de esa Permanente insiste en la importancia de dotar al médico de las «herramientas, recursos y elementos de juicio suficientes» para hacer una «correcta lectura» de ese profesionalismo, «entre otras cosas para saber desconectar y cuidarse». La Escuela de la Profesión Médica, que la OMC estrenó recientemente en Santander  (con vocación de permanecer en el tiempo) es, según García Romero, una de las aportaciones que los colegios quieren hacer a sus médicos para dotarles de esas herramientas.

Desde su fundación en 1998, más de 5 000 médicos han sido atendidos por el Paime

Como en años anteriores, durante el congreso de Cádiz, la OMC presentó el Informe de Datos Paime, que en esta edición recogia las cifras recopiladas durante los años 2019 y 2020, justo antes y en pleno inicio de la pandemia.

Pero más allá de las cifras concretas, la coordinadora nacional de Programa avanza que los resultados preliminares de algunos de los estudios que se presentarán en la cita andaluza «apuntan ya a la necesidad de articular un apoyo específico y adecuado de salud mental para los médicos, y no solo en situaciones excepcionales como la de la actual pandemia». 

No en vano, enfatiza la vicepresidenta segunda de la OMC y de la Fpsomc, «el reconocido éxito de un programa de ayuda como el Paime, que está implantado ya a nivel nacional, tiene que ver, en gran parte, porque es una iniciativa que no solo vela por el médico, sino que cuida de la sociedad en general, al garantizar la buena praxis de los profesionales que atienden a esa sociedad». 

Según datos del Consejo General, desde 1998, año de su creación, han sido atendidos por el Paime más de 5 171 médicos, con una tasa de recuperación de en torno al 90 % de los casos.

Las cifras que avalan el éxito del programa y el prestigio, al menos teórico, que tiene la iniciativa colegial sigue contrastando -y mucho- con la cicatería de algunas administraciones autonómicas a la hora de contribuir a la cofinanciación del plan. Aunque su actual coordinadora nacional asegura que «el compromiso presupuestario de las administraciones autonómicas y sus correspondientes consejerías de Salud es cada vez mayor, lo cierto es que sigue habiendo comunidades cuya contribución es muy baja en comparación con la aportación de otras».

Entre la pionera Cataluña, donde la financiación autonómica es del cien por cien y el Paime forma incluso parte de la cartera de servicios, y otras autonomías que se amparan en la crisis para no contribuir al programa -o hacerlo casi testimonialmente-, hay un heterogéneo capítulo de aportaciones pecuniarias para un programa que, según las cifras que se pusieron sobre la mesa en su VIII congreso, celebrado en Murcia, tiene un coste medio anual aproximado de un millón y medio de euros.

¿Qué hay de lo mío?

Como lo cortés no quita lo valiente y poderoso -y necesario- caballero es don dinero, el Consejo General ha programado para la cita de Cádiz sendas mesas donde podrá preguntar abiertamente a la Administración, tanto central como autonómica, «qué hay de lo mío». En la primera, su presidente, Tomás Cobo, confrontará con Jesús Aguirre, consejero de Salud de la Junta de Andalucía y anfitrión institucional del congreso, y con quien acuda por parte del Ministerio de Sanidad  (todavía por designar) cuál es la naturaleza de «la respuesta institucional» a las necesidades del Paime.

En la segunda mesa sobre dineros, Natividad Laín Terés, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Toledo,  y Bartolomé de la Fuente, coordinador del Paime en Andalucía, le contarán directamente a Roberto Sabrido, jefe de Inspección Sanitaria de Castilla-La Mancha (y, en su nombre, a cuanto responsable autonómico se sienta interpelado) cuáles son los retos actuales que afronta la financiación del programa. Como avance, García Romero concluye que «la cofinanciación activa, responsable y participativa del Paime en todas las comunidades es de vital importancia».

enero 09/2022 (Diario Médico)

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