El Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de la Universidad de Salamanca y la Red Olfativa Española realizaron recientemente un taller sobre los sentidos del olfato y del gusto en el Espacio de Cultura Científica de la institución académica salmantina. El grupo de científicos responsable de la iniciativa realiza estudios en este campo de investigación.

sentido del gustoLa idea es enseñar al público en general qué significan el olfato y el gusto para el ser humano, comenta a DiCYT Eduardo Weruaga, investigador del INCYL, que explica cómo generalmente todas las personas confunden conceptos como sabor, gusto y olfato. “Cuando decimos que saboreamos algo, no sabemos que hay un componente del olfato mucho más grande que el del gusto. Hay muchas personas que empiezan a perder el sabor de los alimentos y creen que pierden el gusto, pero lo que están perdiendo es el olfato, que es el principal componente de esa sensación”, apunta.

Por eso, en los talleres los científicos realizarán una pequeña presentación sobre estos dos sentidos y experimentos con sustancias que los estimulan. Por ejemplo, los participantes prueban alimentos con el olfato y sin el olfato, y distintos tubitos con olores a distintas concentraciones. “No todas las personas huelen y gustan igual, unas tienen una potencialidad mayor y otras, menor”, asegura, “incluso en algunos casos se conoce el componente genético que explica por qué hay individuos supergustadores y otros que son todo lo contrario”. En ese sentido, el olfato es más desconocido.

Al contrario de lo que nuestra percepción nos indica, realmente, la única relación neurológica que tienen el gusto y el olfato es su condición de “sentidos químicos”, porque identifican sustancias químicas del entorno. “El olfato detecta sustancias químicas volátiles que están disueltas en el aire, lo cual no se puede hacer por las papilas gustativas de la boca, y el gusto detecta sustancias disueltas en agua”, señala Weruaga. “Son dos medios del entorno que no se mezclan en la naturaleza y que nosotros detectamos por vías diferentes”, añade.

En realidad, “parece que están relacionados por su presencia en los alimentos”, que también tiene que ver con el tacto, porque los alimentos pueden estar están calientes o fríos o ser ásperos, pero “las vías neurales del tacto, del gusto y del olfato no tienen nada que ver entre sí”, insiste el investigador.

300 enfermedades incluyen la pérdida del olfato

Para el ser humano, al contario que, para otros animales, el gusto y el olfato son sentidos secundarios frente a la importancia que tiene la visión o el oído. Sin embargo, por esta causa están poco estudiados y a veces la pérdida de estas facultades pasa desapercibida a pesar de que puede ser un síntoma de enfermedad. Por ejemplo, los científicos saben que el párkinson o el alzhéimer cursan con algunas pérdidas neurológicas muy primarias como el olfato. “Hay que indagar más en este campo, pero esto no quiere decir que por perder el olfato tenemos que tener alguna de estas enfermedades”, destaca Weruaga. De hecho, se suele perder olfato por causas que no tiene que ver con la neurología, como el taponamiento de las fosas nasales por pólipos. “Algunos catarros también nos hacen perder el olfato incluso de forma permanente”, comenta, “pero hay unas 300 patologías cuyos síntomas incluyen la pérdida de olfato, que se llama anosmia cuando es pérdida total, o la hiposmia, nombre que le damos cuando la disminución es parcial”.

Curiosamente, el olfato se diferencia del resto de los sentidos, incluido el gusto, en que remite a un tipo de percepción muy emotiva, porque “está conectado con áreas cerebrales que se encargan de la gestión de las emociones”.

Investigación

El equipo de Eduardo Weruaga desarrolla en la actualidad dos proyectos de investigación relacionados con este campo. Uno consiste en estudiar el olfato humano y la pérdida olfativa relacionada con las poliposis nasales, caracterizadas por el crecimiento de tumores benignos que obstruyen la respiración. En el transcurso de este tipo de talleres divulgativos se invita a los participantes a participar en una investigación más profunda que consiste en realizar test más exhaustivos y con más tiempo en el INCYL. Cuando los expertos detectan alguna anomalía también derivan a los participantes al Hospital Universitario para que sean examinados por los otorrinos.

Otra línea de investigación está relacionada con el uso de células madre como terapia para enfermedades neurodegenerativas, es decir, enfermedades en las que se pierden las neuronas. En ese caso, cuentan con un modelo animal, un ratón que no huele. “A los ratones es más difícil medirle el olfato que a las personas, porque si les preguntas no contestan, así que hay que utilizar estrategias diferentes», apunta Weruaga. Gracias a la terapia celular, los investigadores están comprobando que la hiposmia en estos ratones se ve reducida y huelen mejor.

mayo 17/2021 (Dicyt)

mayo 18, 2021 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Congresos/Eventos/Conferencias, Investigaciones, Otorrinolaringología | Etiquetas: , , , , , |

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