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Una revisión de más de 60 estudios reveló que la mayor liberación de testosterona en los hombres influye en la relación de la serotonina y la dopamina en el cerebro, lo que induciría a comportamientos agresivos y suicidas.
Este trabajo, adelantado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), reveló que dicha hormona, asociada con el desarrollo de las características sexuales masculinas, “juega un papel importante en el comportamiento agresivo debido a su interacción con neurotransmisores como la serotonina y la dopamina”.
Paula Delgado, autora principal de la revisión, explica que estos dos compuestos, presentes en el cerebro, se ligan típicamente a la felicidad, el bienestar y la motivación, pero no se limitan a sentimientos “positivos”, ya que en términos generales guían el control de las emociones.
El grupo de investigadores de la UNAL explica que la testosterona es secretada por los testículos, el cerebro y las glándulas suprarrenales, ubicadas en la parte superior de los riñones.
“La relación que encontramos es que la forma en que interactúan estos compuestos en el cerebro terminaría influenciando las conductas homicidas y suicidas”, apunta la investigadora Delgado.
Indica además que “el cerebro no se puede entender como fenómenos aislados, ya que las relaciones entre las moléculas, las hormonas y los principales neurotransmisores forman un conjunto. En el desarrollo del cerebro se ven involucrados varios factores: una parte genética, otra social y una más de las condiciones ambientales”.
Casos hallados
En el artículo se nombra un estudio de 1993, en el que una familia holandesa tenía comportamientos agresivos y violentos por encima del promedio del país. Este grupo presentaba una mutación en un gen que “se manifestaba con conductas de pelea, fuertes reacciones frente al fracaso y cortos intervalos de tiempo entre ataques de agresividad”.
También encontraron el caso de un hombre de 42 años con múltiples antecedentes de agresión, hipogonadismo (testículos pequeños) y bajos niveles de testosterona en sangre, a quien le dieron dosis de testosterona vía muscular y después de varias de estas desarrolló comportamientos violentos hacia su esposa, que terminaron en un feminicidio.
Un tercer ejemplo que revela el estudio es el papel de los esteroides anabólicos androgénicos (EAA), los cuales son derivados sintéticos de la testosterona ampliamente administrada para aumentar masa muscular. Los autores señalan que en un estudio con 3 597 reclusos encontró que quienes consumían estos suplementos fueron acusados de delitos violentos, y que el comportamiento criminal aumenta cuando se mezclan con otras sustancias como anfetaminas y alcohol.
Vías de interacción en el cerebro
El artículo, publicado en la Revista de la Facultad de Medicina, de la UNAL, argumenta que la actividad cerebral durante el comportamiento agresivo es influenciada principalmente por las vías serotoninérgicas y dopaminérgicas, es decir los “caminos” que toman la serotonina y la dopamina en el interior del cerebro.
Gracias a ciertos procedimientos, como las resonancias magnéticas, se puede ver cómo esas vías se activan o inactivan cuando la persona está feliz, triste o tiene conductas violentas.
Esas imágenes también muestran qué tan densas se encuentran las vías respecto a la cantidad de neurotransmisores, es decir qué tanto “tráfico” tienen, si fluyen, si hay embotellamientos o si cambian de dirección.
El resultado de la revisión es que “sí existe una asociación entre los altos niveles de testosterona y el desarrollo de comportamientos agresivos, homicidas y suicidas”.
Pocos estudios en Colombia
La revisión del equipo reveló que, en los jóvenes, los niveles altos de testosterona se relacionan con tendencias suicidas, mientras que en los adultos los niveles bajos se relacionan con depresión y baja cognición, que en últimas pueden predisponer al suicidio.
Los niveles de testosterona empiezan a aumentar a los 11 años, alcanzan su pico máximo a los 19, y a los 40 tienden a estabilizarse. La investigadora Delgado advierte que aunque los niveles elevados de testosterona se han relacionado con suicidio, las circunstancias demográficas, psiquiátricas y socioculturales son determinantes.
En general, es común encontrar estudios sobre la relación de la serotonina y la dopamina con la agresión. La revisión de la UNAL las relaciona con la testosterona para aclarar ese campo que no ha sido muy estudiado a nivel clínico.
La doctora Delgado apunta que en Colombia los estudios son nulos, pues solo existen revisiones bibliográficas, pero no estudios clínicos que diluciden ese aspecto de conductas homicidas y suicidas en el país.