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Si se cumple lo observado en la población pediátrica de los países del hemisferio sur, habrá menos infecciones como la gripe o las gastrointestinales gracias a las mascarillas.
En la población pediátrica, los datos muestran una disminución de hasta un 80 % en infecciones gastrointestinales y otras enfermedades infecciosas de garganta, nariz y oído, gracias en especial al uso de las mascarillas en mayores de seis años, y también de otras medidas específicas de este grupo poblacional, como la ventilación en las aulas y la organización de grupos “burbuja” de los escolares.
Así se ha manifestado durante la rueda de prensa de presentación del I Congreso Digital de Pediatría, rganizado por la Asociación Española de Pediatría (AEP), con la participación de más de 4 000 pediatras, como ha destacado la presidenta de la AEP María José Mellado.
El dato de la reducción de otras infecciones no COVID gracias a la generalización de las medidas higiénicas es un apunte optimista en medio de la incertidumbre pandémica de la segunda (o tercera) ola, pues, como ha sugerido Juan Ruiz-Canela, vicepresidente de Atención Primaria de la AEP, puesto que la incidencia de las enfermedades respiratorias como la gripe, la faringitis o la neumonía, que suponen la gran mayoría de las consultas de pacientes agudos en pediatría de Atención Primaria, ha sido mucho menor este invierno en países del hemisferio sur, si esta misma situación se diera en España, supondría una “disminución teórica importante de la presión asistencial”.
En la presentación a los medios del congreso, la presidenta de la AEP también ha aludido a cómo la pandemia de COVID-19 ha transformado la atención pediátrica, que durante estos meses ha reforzado la relación entre la atención primaria y la hospitalaria, así como el trabajo multidisciplinario para hacer frente a una enfermedad desconocida.
Sobre el impacto de la COVID en los niños, Mellado ha recordado que con el tiempo se ha visto que no son “grandes contagiadores”, a diferencia de lo que ocurre con la gripe, ni tampoco es el grupo poblacional más afectado por la enfermedad grave, aunque eso no significa que no sufran otro tipo de consecuencias, en concreto, los retrasos diagnósticos y, en consecuencia, de tratamiento.
En los meses de confinamiento de la primera ola, tal como muestran estudios que se van a presentar durante este congreso, se redujeron hasta en un 84 % las consultas de urgencias en hospitales, pero aumentó hasta un 66 % la gravedad de la patología intervenida. Como ejemplo, Mellado se ha referido a retrasos en la consulta por un debut diabético, apendicitis o por fiebre causada sepsis.
En ello abundan diversas investigaciones presentadas, en las que se constata la disminución de la actividad en los Servicios hospitalarios de Urgencias durante esa primera ola. “Concretamente, en el área quirúrgica disminuyeron hasta un 98 % las cirugías programadas y un 55 % las cirugías urgentes, sin embargo, aumentó considerablemente la gravedad de las patologías urgentes intervenidas”, concreta Ruiz-Canela, quien apunta que la tasa de visitas a urgencias pediátricas que requirieron ingreso hospitalario aumentó al 11 % (siendo de un 6 % antes de la pandemia). “Estos datos ponen de manifiesto la demora en el tratamiento de patologías graves y un aumento en la morbilidad de procesos urgentes habituales”, añade.
Todas estas cifras “deben alertarnos de la necesidad de prepararnos para que, durante las próximas olas como la que ya estamos viviendo, podamos seguir prestando la atención necesaria a la población pediátrica y juvenil”, explica Mellado, haciendo especial hincapié en mantener actualizados los calendarios vacunales pediátricos.
Otro tipo de impacto colateral de la pandemia en la primera ola fue del causado por la suspensión de las clases presenciales. En este sentido, Ruiz-Canela, en consonancia con las recomendaciones de la AEP, ha apostado por mantener los colegios abiertos, por cuanto los niños no son “los principales vectores de transmisión”.
Según datos aportados por el Ministerio de Sanidad, entre el 12 y el 15 % de la población pediátrica está afectada por el SARS-CoV-2, si bien su manifestación clínica es, en general, de menor severidad que en los adultos. Mellado ha añadido también que “hay estudios que indican que la apertura de los colegios solo ha contribuido en un 4 % a la pandemia”. Por eso, y por el papel en el desarrollo psicosocial y emocional de la escolarización en los niños, “es muy importante que se mantenga”.
Mil comunicaciones orales
Entre las más de mil comunicaciones orales que se expondrán estos días en el congreso virtual, Josefa Rivera, presidente del Comité de Congresos Científicos de la AEP, ha mencionado algunos trabajos centrados en la conexión entre los diferentes patrones de alimentación o de sueño, entre otros hábitos, y una buena salud infantil.
En concreto, Rivero se ha referido a estudios que expondrán las consideraciones que debe tener en cuenta una familia que lleva una alimentación vegetariana a la hora de cubrir todas las necesidades nutricionales de un niño en desarrollo; la influencia en el sueño y en la salud infantiles del horario escolar, y el impacto beneficioso de seguir los ritmos circadianos en lo que respecta a la nutrición y el sueño, así como de la microbiota infantil en la posterior salud adulta.
noviembre 08/2020 (Diario Médico)