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Mediante experimentos de reconocimiento facial y electroencefalogramas, un grupo de neurocientíficos ha comprobado que el cerebro reconoce más rápidamente el propio rostro que cualquier otro, una atención especial que parece guardar relación con el propio yo.
Los participantes del estudio tuvieron que realizar una tarea de reconocimiento facial en la que debían identificar su cara, la de un amigo y la de un desconocido tan rápido como fuese posible. Simultáneamente, se fueron registrando los tiempos de respuesta y la actividad electroencefalográfica de los participantes para determinar en qué momento y de qué manera se producían los reconocimientos.
Los resultados muestran dos hallazgos fundamentales: existe una ventaja en el autorreconocimiento y esto puede atribuirse a la puesta en marcha de una serie de mecanismos atencionales que operan rápidamente en el cerebro. Al percibir nuestra propia cara, se desencadena un juego atencional en dos tiempos. Primero, la atención orientada hacia el propio rostro propulsa el acceso a la información relacionada con nosotros mismos en la memoria (cuál es mi nombre, de dónde soy…), produciendo el ventajoso autorreconocimiento. Posteriormente, se produce una movilización de los recursos atencionales hacia las áreas que están especializadas en el procesamiento facial, como el giro fusiforme, lo que se traduce en un enganche de atención hacia el propio rostro.
Es decir, una vez que se reconoce el propio rostro, este tiene la capacidad de capturar nuestra atención y retenerla durante más tiempo en comparación a otras caras. Este efecto no se debe a la mera familiaridad, ya que no se observa en otras caras que también son conocidas para nosotros, como la de un amigo.
Referencia:
Alzueta E, Melcón M, Jensen O, Capilla A. : The ‘Narcissus Effect’: Top-down alpha-beta band modulation of face-related brain areas during self-face processing. Neuroimage 2020; 213: 116754. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2020.116754