Un equipo español rastreará el perfil genético de más de 8 000 pacientes para saber qué aumenta el riesgo de padecer una forma grave de la enfermedad.

SARSCov2¿Qué es lo que hace a una persona ser más vulnerable frente a la COVID-19? ¿Por qué hay jóvenes sin enfermedades previas que enferman? ¿Están algunos individuos mejor pertrechados contra el trastorno?

Estas son algunas de las preguntas que intentará resolver una investigación internacional dirigida desde España que acaba de ponerse en marcha.

Coordinado por el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela (CiMUS) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), este estudio rastreará el ADN de más de 8 .000 pacientes en busca de determinantes genéticos relacionados con un mayor riesgo de padecer una forma grave de la enfermedad.

Se buscarán patrones o interacciones con determinados perfiles clínicos y también epidemiológicos

“Es una de las investigaciones de mayor tamaño que se llevarán a cabo en el mundo para el estudio de la evolución del COVID-19 desde un punto de vista genético”, explica Manuela Gago, especialista en Genética en la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica e Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) y una de las principales investigadoras de este trabajo que coordinan Ángel Carracedo (CiMUS) y Pablo Lapunzina (CIBERER).

Manuela Gago, especialista en Genética en la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica e Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS)

“Tenemos ya una base de datos completa diseñada que incluye información clave para el análisis genético, ya que se buscarán patrones o interacciones con determinados perfiles clínicos, que incluyen, por ejemplo, índices de gravedad,  y también epidemiológicos”, continúa la investigadora.

Aclara que se hará una selección de pacientes, para que estén presentes en el estudio tanto personas asintomáticas, como enfermos graves con patologías previas o jóvenes que, pese a no presentar ninguna enfermedad de base, desarrollaron múltiples complicaciones debido a la infección.

El perfil clínico de cada uno de esos pacientes (incluido su historial, desarrollo de la enfermedad y asistencia recibida) podrá compararse con sus particularidades genéticas, con el objetivo de encontrar marcadores y patrones en el ADN que aporten pistas de por qué la enfermedad evoluciona de forma diferente, se convierte en grave y conduce a la muerte en algunos casos, incluso si la persona es joven y no estaba previamente enferma.

Según los datos del último informe sobre la situación de COVID-19 en España, elaborado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, desde el inicio de la pandemia han fallecido en España a causa de la infección 27 personas de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años (un total de 87 necesitaron un ingreso en UCI). En la franja de edad que comprende la década de los 30 años, necesitaron ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos 239 pacientes y fallecieron un total de 55.

Para completar su investigación, los investigadores llevarán a cabo un estudio de asociación de genoma completo (GWAS)  de 7 000 pacientes españoles (otros 1 000 se analizarán en otros países, principalmente de Latinoamérica) y, posteriormente, se realizará un estudio de secuenciación de genoma completo en 300 pacientes seleccionados especialmente por su mal pronóstico al infectarse con SARS-CoV-2.

Desde el inicio de la pandemia han fallecido en España  27 personas de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años

“Tendremos en cuenta más de 750 000 variantes funcionales comunes a lo largo de todo el genoma y aproximadamente 115 000 marcadores que cubren variación funcional rara”, apunta Gago.

“Con estos datos, tendremos suficiente poder estadístico para determinar la relación entre los eventos de interés clínico y las variantes genéticas estudiadas”, subraya. Según explica, para distinguir el impacto de determinadas variantes genéticas sobre el riesgo de enfermar y poder diferenciar esta influencia de la que ejercen otros factores, como la edad, la existencia previa de enfermedad cardiovascular o la presencia de condicionantes hematológicos como la linfopenia, es fundamental contar con una muestra de varios miles de pacientes. 

Áreas de especial interés

Aunque harán un estudio de todo el genoma, los investigadores creen que podrán encontrar más pistas sobre por qué algunas personas son más vulnerables, o están más protegidas, frente a la infección buceando en determinadas áreas del genoma, como las relacionadas con la respuesta inmunitaria, la inmunosupresión o la inflamación, entre otras.

Por ejemplo, con determinados virus, como el VIH o el virus del papiloma humano “se ha demostrado que determinados genes tienen un efecto activador o desactivador”, explica Gago.

Uno de los genes que los investigadores mirarán con lupa es el denominado APOBEC, señala Gago. Esto se debe a que las proteínas APOBEC3 actúan, de hecho, como potentes factores de restricción antiviral innatos, por lo que su actividad puede ser muy importante.

Por otro lado, el equipo ha identificado recientemente variantes del gen FLT1, asociadas a la susceptibilidad de padecer un síndrome de distrés respiratorio agudo inducido por sepsis. En este sentido, añade, también se sabe que los casos graves de COVID-19 están relacionados con síndromes de tormenta de citoquinas e inmunosupresión, “sobre los que existen muchos ejemplos de variabilidad individual en diversos genes”.  

El estudio permitirá desarrollar nuevas terapias e identificar biomarcadores de respuesta en determinados tratamientos

“Esperamos poder obtener marcadores genéticos y genómicos relacionados con la predisposición de una persona a sufrir una infección más grave, incluso en personas que aparentemente no tienen factores de riesgo o enfermedades asociadas”, señala Gago.

Esos datos, concluye, no solo permitirán una mejor estratificación de los pacientes y una optimización de los protocolos terapéuticos. También ayudará a desarrollar nuevas terapias, a identificar biomarcadores de respuesta en pacientes que hayan recibido un determinado tratamiento durante la infección y a encontrar formas novedosas de luchar contra la enfermedad.

En el consorcio internacional participarán más de 20 hospitales y grupos de investigación de alto nivel de Santiago de Compostela, Vigo, Lugo, Santander, Madrid, Bilbao, Valladolid, A Coruña, Segovia, Granada, Barcelona, León, Soria, Burgos, Sevilla, Lleida y Tenerife, así como de varios países de Latinoamérica y Europa como Argentina, Uruguay, Brasil, México, Colombia o Reino Unido.

mayo 13/2020 (Diario Médico)

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