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Una importante colaboración internacional ha producido el primer mapa genético de la corteza cerebral, identificando más de 300 variantes genéticas que influyen en la estructura de la región cerebral clave: la corteza cerebral. También denominada a menudo ‘materia gris‘, desempeña un papel crucial en el pensamiento, el procesamiento de la información, la memoria y la atención.
La corteza cerebral es la capa externa del cerebro relativamente delgada. Sus pliegues son una forma de acumular más neuronas o células cerebrales. La extensión de los mismos, que se mide por el área de superficie, y el grosor de la corteza se han relacionado previamente con las capacidades cognitivas y diversos rasgos psiquiátricos, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el autismo.
Sin embargo, hasta ahora no se sabía mucho sobre las variantes genéticas que influyen en el tamaño de la superficie y el grosor de la corteza. Hasta que este mes de marzo, más de 360 científicos de 184 instituciones diferentes contribuyeron al esfuerzo global, que se ha publicado en la prestigiosa revista Science .
El análisis clave fue realizado por Katrina Grasby, del Grupo de Investigación en Genética Psiquiátrica en QIMR Berghofer, así como otros investigadores del Instituto, la Universidad del Sur de California y la Universidad de Carolina del Norte. En total, en esta investigación han participado 360 científicos de 184 instituciones, entre ellas el equipo del Ciber de Salud Mental (Cibersam) que lidera Benedicto Crespo-Facorro en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de la Universidad de Sevilla, e investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (Idival) y de la Universidad de Murcia.
Así, Grasby ha señalado que los investigadores identificaron hasta 306 variantes genéticas que influyeron en la estructura de la corteza cerebral.
«Realizamos este estudio para identificar variantes genéticas que influyen en la estructura del cerebro con el fin de arrojar luz sobre cómo nuestra genética contribuye a estas diferencias entre nosotros», ha asegurado Grasby. «Descubrimos que las variantes genéticas que están vinculadas a un área superficial más pequeña de la corteza cerebral, o menos plegada, también contribuyen a un mayor riesgo de TDAH, depresión e insomnio», añade.
«Esto nos da un punto de partida para explorar más este vínculo genético entre la estructura del cerebro y el TDAH». «Nuestros hallazgos ahora, continúa, son un recurso que puede ser utilizado por otro científico para ayudar a responder más preguntas sobre las influencias genéticas en el cerebro y cómo se relacionan con numerosos resultados de comportamiento o trastornos».
Utilizan imágenes y ADN de más de 50 000 personas
La profesora asociada de QIMR Berghofer, Lucía Colodro-Conde, quien también fue coautora, ha asegurado que los investigadores estudiaron las imágenes de resonancia magnética y el ADN de más de 50 000 personas.
Al analizar las imágenes del cerebro y la información genética de un grupo tan grande de personas, pudimos predecir un tercio de las diferencias en la estructura de la corteza entre los individuos con variantes genéticas, ha afirmado Colodro-Conde.
Solo compartiendo datos a través de estas importantes colaboraciones internacionales podemos continuar descubriendo la relación altamente compleja entre nuestros genes, estructura cerebral y diversos trastornos, concluye.
abril 26/2020 (Redacción médica)